A los 100 años del nacimiento de Jaime Saenz (1921) ontiveros.eu quiere hacer un merecido homenaje a este gran poeta y narrador boliviano. Autor incomparable, profundo, autentico y radical que encaraba la vida y la muerte. Sus obras no son únicamente grandes obras de literatura, son -fundamentalmente- testimonio escrito de su propia vida. No es necesario insistir sobre el lugar de Jaime Saenz, en la literatura boliviana. Para algunos críticos, Sáenz se asemeja a escritores como Caneti y Kafka, no porque existan analogías directas en el ámbito textual, sino todos ellos supieron ser universales desde su propio entorno social y geográfico. De ahí que, Saenz tiene una forma original de hacer poesía, descubra un tercer ojo que, une lo local, lo particular, con una sentimental universalidad. El tercer ojo, no es sólo porque viene de los lentes de Saenz. Si no, de la dramaturgia de una realidad en donde gran parte de la sociedad y sus gobernantes, a menudo dirigidos por una polarización simplificada entre nosotros y “ellos” o entre ciudadanos y “los excluidos”. El tercer ojo de Saenz revela que todas las cosas tienen otra cara, una tercera cara.
Claudio Cinti, traductor del libro “Felipe Delgado” al italiano decía: “Si me dicen haz una lista de los diez libros más importantes de la literatura universal, ahí está Felipe Delgado”. Nada más ni nada menos. Quizás nadie es profeta en su tierra. Hay que leer a Saenz.
Simplemente se trata de uno de los mejores representantes de la literatura boliviana. Tinku quiere ser la ventana de aproximación a las obras de Saenz. Les recordamos que, no tenemos todas sus obras pero, intentaremos completar con más trabajos, de él y sobre él, en el futuro.
Jaime Saenz era el hombre que dormía de día y caminaba de noche. Fue el que alegó por las virtudes del alcohol, la libertad de los aparapitas y la riqueza generada en la esquina Buenos Aires-Tumusla o cualquiera de las callejuelas de la zona alta de la ciudad de la Paz, Bolivia.
Es el que propuso que uno debería procurar estar muerto. Cueste lo que cueste, antes de morir. Palabras que no son una invitación al suicidio, sino un llamado a la reflexión de los valores de la existencia: El ser es desde el momento en que tiene la capacidad de morir, decía.
Es el poeta, narrador y novelista que ha publicado un total de 17 libros, que a su vez ha generado reediciones, memorias y elegías por parte de otros autores. (Elías Blanco Mamani: El ángel solitario y jubiloso de la noche, 1998)
Entre las obras de Jaime Saenz se pueden citar: El escalpelo (1955), Aniversario de una visión (1960), Visitante profundo (1964), Muerte por el tacto (1967), Recorrer esta distancia (1973), Bruckner. Las tinieblas (1978), Imágenes pacenhas (1979), Al pasar un cometa (1982), La noche (1984), Los cuartos (1985), La piedra imán (1989), Felipe Delgado-novela- (1989), Los papeles de Narciso Lima Acha (1991), La noche (1984), Los cuartos (1985), Obras inéditas (1996)
Jaime Saenz Guzmán nació el 8 de octubre de 1921 en La Paz, Bolivia. Sus padres fueron Genaro Saenz Rivero, cochabambino músico y militar de oficio, que llegó a ostentar el grado de Teniente Coronel de Ejercito, y doña Graciela Guzmán Lazarte, paceña. Fue hijo único, aunque por parte de madre tuvo tres hermanas y por parte de padre un hermano.
Saenz prácticamente nunca vivió junto a su padre, pero si con su madre, según recordó la Tía Esther quién, como muchos coinciden en señalar, debe tener la mitad de los créditos en la obra de Saenz; sin la Tía Esther los hechos no habrían sucedido como sucedieron, porque ella cumplió el papel de madre, esposa, amiga y confidente.
Según recuerdan las hermanas (Elba y Yola), cuando Jaime Saenz cumplía seis años de edad inició sus estudios formales en “La Salle”, posteriormente pasó a la Escuela “México” y finalmente fue inscrito en el “Instituto Americano”, donde permaneció hasta el año de su bachillerato en 1938. Decimos año de su bachillerato porque Saenz no logró obtener el título de bachiller pese a estar en el último nivel, la razón fue su abrupta partida rumbo a Alemania, hecho al que nos referimos más adelante.
El fallecido Pepe Ballón, fue uno de los compañeros de escuela de Saenz, recordó que en el tiempo en que estuvieron juntos en la Escuela “México”, tenían de profesores a dos destacados escritores: Juan Capriles (1890- 1953) y Gregorio Taborga.
Saenz describe su propia infancia al anotar en su libro de memorias. La Piedra Imán: mi madre joven aún, me miraba con mucha pena, pues según su sentir, yo era muy retraído y huraño, y además muy tímido, habida cuenta que no jugaba, ni reía, ni lloraba, ni pedía nada, ni tampoco tenía amigos. De tal manera, que esto le daba, en qué pensar a mi madre, y hasta llegó a creer que quizá yo sería un retardado, o que adolecería de algún mal de nacimiento, pues rara vez salía de mi cuarto, me costaba trabajo ir al colegio, y el sol me asustaba. Y sólo en los rincones y en las oscuridades me sentía a mis anchas. (p.45).
Sobre el conjunto de su educación e influencia recibida de niño, Saenz anotó en vidas y muertes, en el capítulo referido al esposo de la Tía Esther: Alberto Ufenas Vargas, aunque suizo de origen (llegó a Bolivia en 1929), era boliviano por temperamento. Lo conocí en mis años de infancia -y mi formación espiritual, si acaso tuviera alguna, a él se la debo. (p.155).
Hacia el año 1930, a los nueve años de edad, viaja de vacaciones a Buenos Aires, Argentina, junto a su hermana Yola y su madre, invitados por la familia de Juan Antonio Barrenechea, su tío, según recuerdan los familiares.
Entre los años 1932 y 1937 aproximadamente, trabaja en el periódico paceño La Razón (órgano cerrado con la revolución de 1952). Ingresó cuando tenía diez años, como encargado de la fototeca (archivo de fotos). El año de su incorporación tuvo la oportunidad de conocer a Franz Tamayo, hombre cuyas acciones marcarían la vida de Saenz y de quién escribiría en su novela Felipe Delgado. Si existe un hombre, es Tamayo. Si existe un boliviano es Tamayo. Si existe un poeta, es Tamayo…Tamayo es grande. El Illimani lo dice…Bolivia es Tamayo. (p.169- 170).