Juan Ortiz

Cantar de mio Cid

Cantar de mio Cid

El Cantar de mio Cid es una epopeya medieval anónima que relata aventuras heroicas ligeramente inspiradas en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar el Campeador. Según la mayor parte de la academia actual, la obra fue compuesta alrededor del año 1200. Por otro lado, los registros indican que se trata de la primera recopilación poética de la literatura española. Dic

Lo único que se ha perdido de esta obra han sido la primera página del texto original y otras dos del interior del códice, por lo que se considera que el Cantar de mio Cid es el único cantar épico que se ha conservado casi por completo. Esto, especialmente, porque el contenido faltante puede ser deducido gracias a prosificaciones cronísticas.

Argumento de la obra

El Cantar de mio Cid trata sobre el complejo proceso de recuperación de la honra perdida del héroe por parte de este. Al final, esta redención supone la adquisición de un nivel de honra mayor al degenerado al principio de la obra. El autor deja implícita una dura crítica hacia la alta sociedad leonesa, tanto de sangre como cortesana. Mientras tanto, se alaba el trabajo y el mérito de la baja nobleza.

A lo largo del libro, se da a entender que esta sección de la población ha conseguido su estatus gracias a sus aportes al reino, por lo que su posición no ha sido heredada de ninguna forma. En este sentido, la baja nobleza siempre intenta obtener honor y honra, esto es parte de su vida, de su día a día como seres humanos, pues para ellos no existe nada más digno que el reconocimiento.

El inicio de un largo viaje

El poema da inicio con el destierro del Cid, siendo esta la primera causa de su deshonra. La tragedia se da a causa de la figura jurídica de la ira regia, lo cual resulta muy injusto, ya que ha sido provocado por personas intrigantes y mentirosas. Además de todo lo ocurrido, el Cid es despojado de sus heredades en Vivar, así como de la patria potestad de su familia y sus bienes materiales.

Sin embargo, gracias a su astucia, su prudencia y el valor de su brazo, consigue conquistar Alcocer, Castejón, la derrota del conde don Remont y, al final, la conquista del reino de taifas y la ciudad de Valencia, lo que lo lleva a obtener el perdón real y, con ello, una nueva heredad. Se trata del Señorío de Valencia, el cual se une a su recién restituido antiguo solar.

La ratificación del estatus

Para retomar el estatus del Cid como señor de vasallos, este concreta unas bodas con linajes del mayor prestigio, las cuales se llevarán a cabo con los infantes de Carrión. No obstante, es este último logro el que produce la nueva caída de la honra del protagonista. Lo que ocurre es que los infantes de Carrión confieren al Cid el ultraje de sus dos hijas, quienes son vejadas, fustigadas, maltratadas y abandonadas.

Estas mujeres son dejadas a su suerte en el robledal de Corpes con el fin de que se la coman los lobos. El hecho supone, según las leyes medievales, el repudio de facto por parte de los de Carrión. Para intentar salir de este embrollo, el Cid apela a la legalidad de estos matrimonios en un juicio presidido por el rey. Durante el proceso, los maleantes quedan expuestos y son públicamente apartados de la realeza.

El premio del héroe

Como recompensa por todas las penurias acontecidas, a las hijas del Cid se les asignan como esposos a dos reyes de España. Este gesto hace que el protagonista obtenga el mayor ascenso social posible. De este modo, la estructura interna de la obra está conformada por unas curvas que se pueden medir como: obtención y pérdida, pérdida y restauración y, finalmente, pérdida y resurgimiento de la honra del héroe.

Existe un primer momento no reflejado en la obra donde el Cid es un buen caballero de su rey, honorable y con heredades en Vivar. El destierro con que se inicia el poema es, precisamente, la primera pérdida. Por su parte, la restauración principal es el perdón del rey y el casamiento de sus hijas. La segunda curva inicia con la pérdida de la honra de su progenie y se edifica ante el juicio.

El Cantar de mio Cid como disciplina intelectual

Durante la España del siglo XIX, Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) le dio inicio al estudio del Cantar de mio Cid como parte del programa de Filología, donde se aplicó por primera vez el poemario utilizando un método histórico crítico que, al mismo tiempo, fue el responsable de inaugurar la academia filológica española.

Es probable que el título original del texto haya sido “gesta” o “cantar”, ya que estos términos fueron utilizados por el autor para describir su obra en los versos 1085 —»Aquí compieça la gesta de mio Çid el de Bivar», comienzo del segundo cantarf”— y 2276 —»las coplas deste cantar aquís van acabando», casi al fin del segundo—, respectivamente.

Sobre Rodrigo Díaz de Vivar

También conocido como el Cid Campeador, fue un líder militar castellano que vivió entre 1094 y 1099. Se le reconoce porque llegó a dominar al frente de su propia mesnada el levante de la península ibérica a finales del siglo XI como señorío, de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno. También fue conquistador de Valencia, donde estableció un señorío independiente.

Este se extendió desde el 17 de junio de 10944 hasta su muerte. Después, su esposa, Jimena Díaz, se irguió como su heredera, manteniendo el señorío hasta 1102, cuando regresó a ser parte del dominio musulmán. Su ascendencia es aún discutida por los académicos, pero se sabe que fue abuelo del rey García Ramírez de Pamplona, el primogénito de Cristina, su hija.

5 mejores frases del Cantar de mio Cid

  1. “Los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y de bailar que de hacer la guerra”;
  2. “Pues el pájaro cantor jamás se para a cantar en árbol que no da flor”;
  3. “Aquella persona era como el gallo, porque pensaba que el sol salía para oírla cantar”;
  4. “La gente necesita, además de un cantante, canalizar su necesidad de un líder de ideas, pero yo no soy un político, yo canto, es mi trabajo”;
  5. “Mi trabajo es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande”.

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