Por Javier
Enhorabuena por haber conseguido llegar a la cúspide del desamor y retarlo con vehemencia, con toda la astucia requerida para tamaña empresa, pero sin rencor obstructivo, sin vacilaciones, sin ningún miedo o temor maldito.
Tu canto es cual desgarrado y pletórico tañer al viento de superviviente convencido, o el de aquél “náufrago ( ¿recuerdas?) aterrado ante la inmensidad del océano en el que se hallaba inmerso…solo, desamparado, triste y dolorosamente perdido, como vagabundo sin rumbo fijo…”.
Autorretrato nítido en las formas, cristalino reflejo del devastado y afligido Universo Personal, el mismo que se faja, en eterna lid, frente a ese “monstruo” asfixiante e inevitable que nos acecha de por vida.
Sigue adscrito y aferrado a ese sueño tan real que es el vivir…al fin y al cabo, ya lo dijo Calderón de la Barca: “La vida es sueño y…los sueños, sueños son”.