Killing the messenger: Joe Biden’s disturbing hypocrisy on Julian Assange
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econoNuestra
El ciclo de gobiernos ultraliberales en América Latina ha empezado a remitir en los últimos años y soplan vientos de cambio, de esperanza e ilusión para las mayorías sociales de esta castigada región, la de mayor desigualdad social del mundo. El analista Roberto Montoya aborda este tema en un nuevo vídeo de #econoNuestra.
La entrada Videoblog econoNuestra #33 | El desafío de los nuevos progresismos latinoamericanos, con Roberto Montoya se publicó primero en lamarea.com.
La Marea
La actual desaceleración económica mundial obligará a más trabajadores y trabajadoras a aceptar empleos de menor calidad, mal pagados y carentes de seguridad laboral y protección social, lo que acentuará las desigualdades exacerbadas por la crisis de la COVID-19. Son las principales conclusiones de un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según la investigación, titulada Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: tendencias 2023, se prevé que el empleo a escala mundial registre únicamente un aumento del 1% en 2023, menos de la mitad del aumento registrado en 2022. Se prevé asimismo que el desempleo a escala mundial aumente levemente en 2023, en unos tres millones, hasta alcanzar 208 millones de personas desempleadas (valor equiparable a una tasa de desempleo mundial del 5,8%).
Ese moderado aumento previsto obedece en gran medida a la escasa oferta de trabajo en los países de altos ingresos. Ello invertiría la tendencia a la baja del desempleo mundial registrada de 2020 a 2022. Como consecuencia, a escala mundial seguirá habiendo 16 millones de personas desempleadas más que en periodo de referencia previo a la crisis (valor con respecto a 2019).
En el informe también se señala que, además del desempleo, «la calidad del empleo sigue constituyendo una de las principales inquietudes», y que «el trabajo decente es primordial para facilitar la justicia social». Además, debido al aumento de los precios a un ritmo más rápido que los ingresos nominales por trabajo, la crisis asociada al coste de la vida podría aumentar el número de personas en situación de pobreza. Esto se suma a la amplia caída de ingresos registrada durante la crisis de COVID-19, que en muchos países afectó en mayor medida a los grupos de bajos ingresos.
La situación de estanflación
El empeoramiento de la situación del mercado de trabajo obedece principalmente a nuevas tensiones geopolíticas y al conflicto de Ucrania, indica el informe, que señala también la dispar recuperación tras la pandemia y las frecuentes interrupciones de las cadenas de suministro a escala mundial. Todo ello ha dado lugar a una situación de estanflación, que conjuga simultáneamente una inflación elevada y un crecimiento económico insuficiente, por primera vez desde el decenio de 1970.
La situación de las mujeres y de la juventud en el mercado de trabajo es particularmente adversa. A escala mundial, la tasa de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo alcanzó el 47,4% en 2022, frente al 72,3% de los hombres. Esa diferencia de 24,9 puntos porcentuales conlleva que por cada hombre económicamente inactivo haya dos mujeres en la misma situación.
El sector de población joven (de 15 a 24 años) debe afrontar graves dificultades para encontrar y mantener un empleo digno. Su tasa de desempleo es tres veces superior a la de la población adulta. Más de uno de cada cinco jóvenes (el 23,5%) no trabaja, no estudia, ni participa en algún programa de formación.
«La necesidad de fomentar el trabajo decente y la justicia social es clara y acuciante», afirma Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT. «La superación de todos esos retos requiere que colaboremos para facilitar el establecimiento de un nuevo contrato social a escala mundial». La OIT aboga por una «coalición mundial que promueva la justicia social con el fin de lograr el apoyo necesario a tal efecto, formular las políticas pertinentes y sentar las bases del futuro del trabajo».
«El menor ritmo de aumento del empleo a escala mundial significa que las pérdidas ocasionadas durante la crisis de COVID-19 probablemente no se compensen antes de 2025«, sostiene Richard Samans, director del Departamento de Investigaciones de la OIT y coordinador del informe. «El menor ritmo de aumento de la productividad constituye asimismo una gran inquietud, puesto que la productividad es esencial para afrontar crisis mutuamente relacionadas en cuanto a poder adquisitivo, sostenibilidad ecológica y bienestar humano».
Perspectivas a escala regional
Se prevé que en África y en los Estados árabes se registre en 2023 un aumento del empleo del 3%, como mínimo. Sin embargo, habida cuenta del aumento de su población en edad de trabajar, cabe esperar que en ambas regiones las tasas de desempleo solo disminuyan levemente (del 7,4 al 7,3% en África, y del 8,5 al 8,2% en los Estados árabes), según el informe.
En Asia y el Pacífico, así como en América Latina y el Caribe, se prevé que el aumento anual del empleo se sitúe en torno al 1%. En América septentrional, el aumento del empleo será muy leve, o inexistente, en 2023, y se producirá un repunte del desempleo, según el citado informe.
Europa y Asia Central se ven particularmente afectadas por los efectos económicos del conflicto en Ucrania. No obstante, aunque se prevé que el empleo disminuya en 2023, cabe esperar que la tasa de desempleo en la región solo aumente levemente, habida cuenta del insuficiente aumento de la población en edad de trabajar.
La entrada Lo que queda aún por venir: empleos de menor calidad, mal pagados y sin protección social se publicó primero en lamarea.com.
Dani Domínguez
Hagamos un ejercicio matemático de imaginación. Pensemos en un mundo compuesto por 100 personas que ha conseguido generar una riqueza de 100 euros. Comienza el reparto de las ganancias y una persona de este centenar, el más rico, se queda con 62 euros. El resto, 99 personas, tienen que repartirse los 38 euros que sobran.
Esto es lo que ha sucedido a nivel mundial entre 2020 y 2021. Así lo revela hoy un nuevo informe de Oxfam Intermón, que denuncia que el 1 % más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza (valorada en 42 billones de dólares) generada durante el bienio, casi el doble que lo que se reparte la inmensa mayoría. «Por cada dólar de nueva riqueza global que recibe una persona del 90 % más pobre de la humanidad, un milmillonario se embolsa 1,7 millones de dólares», explica la organización.
La ley del más rico es el nombre de este trabajo y se publica el mismo día en que comienza el Foro Económico Mundial en Davos. Una reunión que se produce «en un contexto en el que la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se han incrementado simultáneamente por primera vez en 25 años», ha criticado Franc Cortada, director de la organización.
Según el citado informe, la fortuna de los milmillonarios crece a un ritmo de 2.700 millones de dólares diarios. Todo ello tras una década de «ganancias históricas» en la que el número de milmillonarios y su riqueza se han duplicado. «Mientras los hogares más vulnerables sufren para llenar la nevera o mantener una temperatura adecuada, el extraordinario crecimiento de los beneficios empresariales en sectores como el de la energía y la alimentación ha disparado de nuevo los patrimonios de los más ricos», denuncia Oxfam Intermón.
Los datos también demuestran que los ricos tienen una mayor responsabilidad en la crisis climática: «Un milmillonario emite un millón de veces más carbono que una persona corriente», detallan.
Según sus estimaciones, grandes empresas de energía y de alimentación han duplicado sus beneficios en el 2022. Esto se traduce en beneficios extraordinarios de 306.000 millones, de los cuales el 84% (257.000 millones) se ha destinado a remunerar a sus accionistas. «Esta codicia alimenta la inflación. En Australia, Estados Unidos y el Reino Unido estos enormes beneficios empresariales han contribuido, como mínimo, al 50 % del crecimiento de la inflación». explican.
En el lado contrario, siempre según datos de Oxfam Intermón, al menos 1.700 millones de trabajadores viven en países en los que el crecimiento de la inflación ya se sitúa por encima del de los salarios, y más de 820 millones de personas en todo el mundo (casi un 10% de la población mundial) pasan hambre.
El caso español
En España, el 1% más rico ya controla casi 1 de cada 4 euros de riqueza neta total: un 23,1% frente al 15,3% que acaparaba en 2008 antes de la crisis. En 2021, el beneficio de las 35 empresas que componen el IBEX (75.496 millones de euros) fue un 63% superior al de 2019 (46.262 millones de euros) y, según Oxfam, estuvieron un 55 % por encima de la media de los resultados de los cinco años que precedieron a la pandemia (2015-2019).
Por el contrario, los salarios han perdido peso y los trabajadores y trabajadoras capacidad de poder adquisitivo: entre enero y noviembre de 2022, la inflación ha menguado el poder de compra de los hogares que se encuentran en una situación más vulnerable. En cifras: hoy es un 26% menor que el de aquellos que cuentan con mayores ingresos.
Recetas frente a la desigualdad
De acuerdo con los datos aportados por la organización, por cada dólar que se recauda en impuestos a nivel global, tan solo 4 centavos se obtienen a través de tributos sobre la riqueza. Asimismo, «la mitad de los milmillonarios del mundo vive en países donde no se aplica ningún impuesto de sucesiones a la riqueza que heredan sus descendientes».
Para reducir la desigualdad, Oxfam propone en su informe aplicar un impuesto a la riqueza de hasta el 5 % a los multimillonarios y milmillonarios. Gracias a ello podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, «lo que permitiría a 2.000 millones de personas salir de la pobreza, además de financiar un plan mundial para acabar con el hambre».
Durante la pandemia de la COVID-19, varias decenas de millonarios han solicitados subidas de impuestos a las grandes fortunas para paliar los efectos de la crisis económica sobre los más vulnerables. En España, un 70% de la ciudadanía apoya la creación de un nuevo tributo dirigido a los más ricos.
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La Marea
Miles de personas han salido a la calle este domingo –30.000, según la Delegación del Gobierno– contra la política sanitaria del Gobierno madrileño. «Ayuso dimisión» ha sido una de las principales reivindicaciones junto a «Sanidad pública».
«En unos momentos críticos que afectan considerablemente a la salud de toda la población y, tras casi tres años del cierre, señalamos que el caos vivido en el comienzo de los nuevos Puntos de Atención Continuada y todo lo que concierne a atención primaria es reflejo de un proyecto que ha sido diseñado sin previsión, ni rigor y a espaldas de vecinos, vecinas, personas usuarias y pacientes, que para nada les importan», denuncia la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública en Madrid.
La protesta coincide con las urgencias saturadas en varios hospitales y la huelga en atención primaria de la capital. A ella han acudido las dirigentes de Más Madrid y Unidas Podemos, Mónica García y Alejandra Jacinto, quienes han recurrido a versos de la nueva canción de Shakira para denunciar la gestión privatizadora de Ayuso.
El pasado noviembre, miles de personas –200.000, según Delegación de Gobierno– ya salieron a la calle para denunciar las mismas cuestiones.
Puedes leer más abajo las claves de las deficiencias en Madrid y el análisis del estado de la sanidad en el resto de comunidades autónomas.
La entrada Miles de personas vuelven a protestar contra la política sanitaria de Ayuso se publicó primero en lamarea.com.
Pero que, ni sus hijos -que gobiernan o mal gobiernan-, ni el poder -que los sostiene, tienen voluntad que las cosas cambien, en la dirección de los intereses, necesidades y aspiraciones de absolutas mayorías.
Quienes
tuvieron o tienen dudas al respecto recibieron el aire fresco que, como no
podía ser de otra manera, vino de la calle. Fueron millones y salían para una alegre
celebración: El triunfo en el Mundial de Fútbol. Fue un cierre muy distinto a
los datos que vienen de los números sobre el estado de la sociedad y las
angustias de la vida cotidiana.
En estos
días la vida cotidiana y el fútbol fueron hermanados por las masividades de los
festejos. Pero ambos transitan por caminos distintos. El fútbol no resolverá la
mishiadura actual, aunque es cierto
que una alegría futbolera levanta el ánimo y muestra que no somos tan incapaces
como -a veces- parecemos o nos hacen creer. Esa suba en la autoestima dará
mayores fuerzas a los argentinos para dar vuelta la tortilla que se está
cocinando.
Bajando a
tierra estas ideas generales es propósito de estas líneas reflexionar sobre
algunos aspectos de esta realidad, determinada por esta ruptura entre una
dirigencia -que se autosatisface con ella- ante un pueblo que,
mayoritariamente, la padece.
La marcha de la economía
La
economía argentina del 2022/23 soporta dos miradas extrañamente ambiguas y
contradictorias, aunque -en cierto modo- se complementan a través de la
continuidad del statu quo.
Todo
parece indicar que la mala situación, que hoy estamos transitando, difícilmente
tenga un futuro inmediato de grandes avances o profundas transformaciones.
Desde el sistema avisan que lo mejor que puede pasar es que continúen los
“ajustes” que ensaya elministro de Economía Sergio Massa, un hijo dilecto del
imperio. Desde abajo, la mayoría reniega de ellos, pero sin una estrategia y
práctica alternativa, suficientemente fuerte, comunicable y compartible con el
conjunto.
Pero hay
un dato, que consta en un extenso Informe del Observatorio de la Deuda Social
de la Universidad Católica Argentina, cuya tendencia debería despertar hasta
las conciencias más apagadas de la sociedad. Allí se dice que la indigencia,
entre los menores de 17 años, prácticamente se duplicó entre los años 2010 y
2022. ¿Qué se ha hecho para que eso no ocurra y qué haremos para que no
continúe?
Lo más
grave de la presente situación económica es que los efectos de la misma vayan
adquiriendo el lugar de aquello que no se puede modificar. ¿Por qué? Porqué se
impuso la idea de que eso es lo que hay.
Ese culto al posibilismo permitió que se llegue a las proporciones mencionadas
y que se conviva con ellas, como algo lógico o imposible de cambiar.
Para el
2023, la mayoría de las estimaciones evalúa que habrá una disminución de la
inflación pero que la misma se haría al precio de un estancamiento económico,
cuyos valores serían apenas positivos o prácticamente neutros.
Esta
tendencia correría en paralelo a la situación internacional. Acerca de la misma
crece la opinión que un tercio de la economía mundial -entre ella la de EEUU-
entraría en recesión, tal como lo viene preanunciado el gurú de la tecnología:
Bill Gates. La razón, además de la guerra, surge de la necesidad de frenar lo
que ellos llaman “la inflación” que hoy ronda –en sus países- en el 6% anual,
una cifra semejante a la inflación mensual argentina.
El campo
que proporciona los mayores números de la actividad productiva padecerá los
efectos de una duradera sequía. En lo que respecta a la evolución del trabajo,
todo indica que no tendrá grandes diferencias al año actual. Lo principal de la
fuerza laboral estará compuesta por trabajadores informales o cuentapropistas,
con una desocupación formalmente baja, pero con avances de la ya profunda
precarización.
Si las
cosas no cambian, en ese pozo tratarán de sobrevivir los millones que seguirán
pagando los platos rotos de esta situación.
Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Vivimos un momento de máxima incertidumbre, con una guerra en el corazón de Europa que involucra directamente a una potencia nuclear, y resulta frustrante comprobar que pocos parecen interesados en dar con la solución razonable y democrática que ciertamente existe.
Estamos en fin ante un escenario peligroso que conjuga la ceguera de una Europa abocada al suicidio con nacionalismo criminal ruso y ucraniano y, en la base de todo, con la astucia de unos norteamericanos que en horas de declive han conseguido armar con sus manejos una jugada que sólo a ellos favorece.
En esta encrucijada, hay que celebrar que dos de los más reputados especialistas en política internacional, Noam Chomsky y el historiador del Sur global, Vijay Prashad, hayan unido sus esfuerzos en un volumen que analiza la gestación e implicaciones de la situación actual. El libro, titulado La retirada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder de Estados Unidos, acaba de ser puesto en castellano por Capitán Swing, con traducción de Francisco J. Ramos Mena, y trae un prólogo de Angela Davis. La obra se desarrolla como un diálogo entre los dos autores.
Un imperialismo de modos mafiosos
La introducción pone de manifiesto cómo el modus operandi del gobierno estadounidense, repetido cansinamente desde las guerras indias, puede resumirse en una imposición por la fuerza con modos mafiosos que el paso del tiempo ha extendido a todo el planeta. Sin embargo, es importante señalar que en los casos recientes analizados en el libro: Vietnam-Laos, Irak, Libia y Afganistán, las intervenciones, tan criminales como onerosas, se han caracterizado además por no alcanzar ninguno de los objetivos políticos con que se plantearon.
Todo se complica en el momento presente por la percepción del auge de China como una amenaza existencial, lo que hace que se multipliquen las provocaciones. En estas circunstancias es obligado insistir en que la única solución a la crisis que vive el mundo sería un empoderamiento de los organismos internacionales como alternativa a las acciones unilaterales. Sin embargo, es obvio que queda mucho camino por recorrer.
El sudeste de Asia
Las guerras de Vietnam y Laos ofrecen buenos ejemplos de cómo es posible enmascarar invasiones con retórica de “democracia” y “derechos humanos”. Otro libro de Chomsky, Los nuevos intelectuales (1969), puso sobre el tapete la atroz responsabilidad de los que consolidan con sus mentiras el discurso del poder, recibiendo en pago honores académicos, como fue el caso de Arthur Schlesinger. La retirada nos recuerda las luchas de aquellos años y cómo algunos valerosos medios independientes consiguieron concienciar a la opinión pública contra la guerra de Vietnam.
Los “Papeles del Pentágono”, filtración publicada por el New York Times en 1971, muestran que tras la ofensiva del Tet en 1968, las protestas contra la guerra que proliferaban en todos los estados fueron decisivas para llevar a la cúpula militar norteamericana a un escenario de negociación. La hermosa lección de la historia es entonces que los desvelos de los que se movilizaron en aquella ocasión para dar a conocer las espantosas violaciones de derechos humanos en Vietnam y Laos (el país más bombardeado del planeta), fueron realmente útiles para poner fin al conflicto.
Nuevos horizontes para el combate imperial
Cuando se produce la caída de Saigón en abril de 1975, por todo el mundo triunfan movimientos de liberación, por ejemplo en Mozambique unos meses antes, en Afganistán en 1978 o en Nicaragua e Irán en 1979. La estrategia imperial para combatir estos “contratiempos” fue la misma implementada en Vietnam en la última fase de la guerra, básicamente buscar a alguien sobre el terreno que hiciera el trabajo sucio, ya fuese Sadam Huseín, los contras o los muyahidines. Las guerras provocadas de este modo frustraron cualquier evolución positiva de los países que las sufrieron.
En el caso de Afganistán, la inútil guerra de veinte años librada por los norteamericanos tras los atentados del 11-S se inició con una invasión ilegítima y criminal y se desarrolló con gravísimas violaciones de derechos humanos. El interés confeso (Rumsfeld dixit) era únicamente “mostrar nuestro poderío e intimidar a todo el mundo”, la táctica seguida fue entregar el mando a señores de la guerra no muy diversos de los talibanes, en el trato a las mujeres por ejemplo, y el resultado final fue la huida con el rabo entre las piernas que todos vimos por la televisión. Hoy en el país el boicot financiero hace imposible cualquier progreso, mientras sus gentes recuerdan con nostalgia el periodo bajo control soviético, edad de oro de su atormentada historia, y a Muhammad Najibullah, presidente entre 1987 y 1992, ahorcado por los talibanes en 1996.
Resulta extraordinaria la arrogancia del poder imperial que destruye y asesina por todo el planeta sin aceptar nunca ninguna responsabilidad. Entre 2010 y 2020 se calcula que se realizaron catorce mil ataques con drones, que provocaron la muerte de miles de civiles inocentes, entre ellos cientos de niños. La declaración de Noam Chomsky a una periodista en 2015 de que: “Estados Unidos es el mayor país terrorista del mundo” resultó muy polémica, pero desde luego se ajusta a la realidad de los hechos. Sólo la eficacia de los burócratas que esconden o maquillan los crímenes, y la complicidad de los intelectuales y los mass media, hacen posible la ignorancia en que nadamos como pez en el agua. Hay que reconocer, no obstante, que mutatis mutandis y en mayor o menor grado, así fue con todos los imperios.
En Oriente Medio, se constata la insólita torpeza de George W. Bush, que apartando del poder a los talibanes en 2001 y a Sadam Huseín en 2003, consiguió consolidar la influencia iraní en la región. Las crueldades de los norteamericanos, durante el régimen de sanciones y la posterior invasión de Irak, ampliamente expuestas en el libro, perjudicaron gravemente sus propios intereses. Pocas veces en la historia se hallan ejemplos tan diáfanos de un empecinamiento criminal contraproducente para su autor.
La invasión de Libia en 2011 es otra clara muestra de un conflicto exacerbado por los norteamericanos, que en este caso boicotearon los esfuerzos de mediación de la Unión Africana. Las operaciones de la OTAN provocaron incontables muertes de civiles, y el resultado final fue sólo la transformación del país en zona catastrófica y un fortalecimiento del terrorismo islámico en toda la región. La reclusión de los migrantes que huyen del África arrasada en infames campos de concentración auspiciados por Occidente es sólo un aspecto más del desastre.
Otra cuestión de gran interés y poco conocida, de la que se aportan detalles en el libro, es que los Estados Unidos no han firmado los convenios internacionales contra los crímenes de guerra o el genocidio, por lo que hay que concluir que están “legalmente” autorizados a cometerlos.
¿Un imperio en retroceso?
La clave del momento presente tal vez sea el auge tecnológico y económico de China, empeñada además en la integración eurasiática a través de la Organización de Cooperación de Shanghái y en la construcción de la red comercial global de la Nueva Ruta de la Seda. Estos ambiciosos proyectos son contemplados con creciente hostilidad por los Estados Unidos, que juegan sus cartas mientras incrementan el ingente gasto de su ejército y renuevan su red de bases militares.
En este contexto, la guerra de Ucrania ha sido una buena jugada norteamericana, que resucita a la OTAN y hunde a Europa. Sin embargo, debe reconocerse que, al mismo tiempo, el eje Moscú-Pekín se ha fortalecido y en el resto del mundo aumenta la presión hacia la multipolaridad y la no alineación. Otras consecuencias funestas del conflicto son la crisis global de alimentos y la renuncia generalizada de los gobiernos a implementar medidas contra el cambio climático.
¿Sería posible sacar a la ONU de su marasmo y establecer mecanismos para evitar las acciones unilaterales? No parece sencillo, pero el libro concluye con una nota de esperanza: “La partida no ha terminado. Todavía hay tiempo para un cambio de rumbo radical. Conocemos los medios. Si hay voluntad, es posible evitar la catástrofe y avanzar hacia un mundo mucho mejor.” Hay que decir, sin embargo, que tal como está la conciencia de los ciudadanos en los países que en realidad deciden, cuesta imaginar vías para un avance significativo.
Como siempre ocurre con estos autores, la plétora de información que presentan resulta enormemente útil para el lector interesado en la situación que vivimos. No es baladí esto, porque la base de todos nuestros problemas es probablemente la ignorancia. En alguna ocasión escribió Noam Chomsky que si fuéramos conscientes de lo que los criminales que lo gobiernan están haciendo con el mundo, saldríamos a la calle sin dudarlo para exigir una revolución.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.