¿Que decía Octavio Paz de los mexicanos?

“El mexicano puede doblarse, humillarse, ‘agacharse’ pero no ‘rajarse, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad.” “Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.”

Para Paz, el no aceptar nuestro pasado dual, verlo con desprecio en dos sentidos, ha provocado un “sentimiento de inferioridad” en los mexicanos.

Ojo, Paz no dice que el mexicano sea inferior, sino que se siente inferior, y usa esta supuesta inferioridad para no trascender.

Este sentimiento hace que el mexicano promedio sea receloso, hermético.

Características presentes, sobre todo, en el macho, la forma que asumen los hombres mexicanos para sentirse viriles.

“El macho es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía. La hombría se mide por la invulnerabilidad ante las armas enemigas o ante los impactos del mundo exterior.”
Paz cree que el hombre mexicano busca remarcar su masculinidad como una forma de defensa.

Somos hijos de indígenas violadas por españoles, por tanto buscamos negar este acto que propició el origen del mexicano -y mostró la debilidad de nuestra estirpe- sobre dimensionando nuestra virilidad.

Es decir, somos niños que apenas en los años cuarenta del siglo pasado comenzaron a pasar a la juventud.

Esta analogía de México como un ser vivo que vive etapas de la vida de una persona es explicada por Paz ampliamente en El Laberinto de la Soledad.

Según él, la independencia fue una especie de salir de la casa familiar, y la Reforma una ruptura con la madre (la iglesia), buscando encontrar nuestro lugar en el mundo.

“Nos duele todavía esa separación. Aún respiramos por la herida. De ahí que el sentimiento de orfandad sea el fondo constante de nuestras tentativas políticas y de nuestros conflictos íntimos. México está tan solo como cada uno de sus hijos.”
Así que, de acuerdo con Octavio Paz, el mexicano y la mexicanidad solo pueden definirse como rupturas y negaciones. Rupturas con las estructuras políticas que habían dado forma a la Nueva España, negaciones con nuestro pasado.
El mexicano sería, en última instancia, un ser de búsqueda, de una búsqueda de una identidad propia, para sobrepasar su estado de perpetua soledad.

“La historia, que no nos podía decir nada sobre la naturaleza de nuestros sentimientos y nuestros conflictos, sí nos puede mostrar ahora cómo se realizó esa ruptura y cuáles han sido nuestras tentativas para trascender la soledad”.
Tal como concluye Paz su texto, somos huérfanos de pasado, pero con un futuro por inventar.

(Ilustración: Editorial Novaro)
Paz, el mexicano
Octavio Paz vivió él mismo las contradicciones de ser mexicano.

Hijo de un padre zapatista, pero viviendo varios años al lado de un abuelo porfirista, en su juventud se identifica con la izquierda, el anarquismo, y en su etapa de madurez fue un crítico de las izquierdas y el socialismo realmente existente.

En sus últimos años fue cercano a los regímenes del PRI, sobre todo en el periodo de Carlos Salinas como presidente de México.

Se volvió un símbolo de la intelectualidad mexicana, pero justo también de la cultura oficial.

Por eso, algunos grupos intelectuales, como los infrarrealistas, lo veían como un enemigo. También trascendió como figura pop, e incluso tuvo encuentros con Fantomas, la amenaza elegante de los cómics de la editorial Novaro.

Como sea, sus textos son sumamente importantes, y sus ensayos siguen siendo más actuales que nunca, y han ayudado a dar forma a la idea de lo mexicano.

 

Colombia. De las urnas a las calles en defensa del Gobierno del Pacto Histórico

Por Oto Higuita.

Ha concluido una fase de lucha política en Colombia a partir del triunfo electoral de Gustavo Petro presidente y Francia Márquez vicepresidenta, primer gobierno no oligárquico elegidos por voto popular en la historia de la República.

La historia contemporánea, la de medio y corto plazo, se ha caracterizado por gobiernos de burgueses y de oligarcas de extrema derecha que basaron su poder, orden y control social a partir de alianzas con terratenientes, narcos y paramilitares expropiadores de tierras, con grandes grupos y monopolios empresariales y con élites políticas corruptas que capturaron al Estado y transformaron su esencia constitucional y democrática, convirtiéndolo en un aparato despótico, en un narcoestado cuyas instituciones sirven de “oficinas” privadas al servicio de los intereses de lo que llamamos la narcoligarquía.

Cambiar el estado de cosas injustas que rige en Colombia, aparte de tener un gobierno con voluntad para hacerlo, requiere pasar de las urnas a las calles, de haber sido la oposición que intentaron liquidar durante décadas, a ser gobierno por primera vez y elegido mayoritariamente en el marco de la democracia formal burguesa con los peores vicios.

No obstante el salto histórico que acabamos de dar, la tarea urgente es prepararnos para defender lo conquistado en las urnas, desde las calles y campos articulados en un movimiento nacional con un propósito principal: restaurar la República Democrática Unitaria, pluralista y participativa cuyos pilares son el Estado social de Derecho, pues solo así habremos vuelto al punto de inicio para empezar a brindar una vida digna para todos y todas sus ciudadanas, para vivir sabroso.

Este convulso, dramático y esperanzador proceso que estamos viviendo ha abierto un nuevo escenario político de lucha cuyo actor principal ha sido el amplio y variopinto movimiento social, conformado por millares de organizaciones sociales (indígenas, afrocolombianas, campesinas, sindicales, estudiantiles, intelectuales, artistas, feministas, LGTBIQ), cuyo carácter policlasista, antirracista, étnico, antipatriarcal, feminista y antineoliberal lo hace único porque contiene al sujeto histórico de cambio que precisa el momento de lucha en el que estamos.

El escenario de cambio que se abre con el que sueñan millones de compatriotas y por el que también lucharon miles de ausentes, quienes no pudieron estar para celebrarlo porque la política de la muerte les truncó la vida, anuncia la restauración de la República democrática.

La supervivencia del gobierno del Pacto Histórico (PH) no depende exclusivamente del gabinete, las alianzas y el blindaje que el presidente Petro viene construyendo, depende también de otros actores y factores de poder, pero sobre todo, del movimiento social y político, de la capacidad que tengamos de articular, potenciar y reagrupar como un todo y con un mismo propósito al amplio y diverso movimiento social que es el soporte del nuevo gobierno, pues sin él no habrá garantía de restauración del Estado social de derecho.

Retomar el rumbo democrático en Colombia no se podrá sin la Paz Total; sin una reforma profunda a las instituciones (FF.AA., Policía nacional, ESMAD) que tienen la obligación constitucional de velar por la vida, bienes y seguridad de todos y todas; sin la garantía de los derechos fundamentales; sin una reforma agraria integral que distribuya las tierras improductivas y devuelva las expropiadas a sus legítimos dueños y de créditos a las familias campesinas; sin una reforma tributaria que genere los recursos para implementar la renta básica universal para millones de familias que viven en la miseria; sin derecho y acceso a educación y salud de calidad y pública, es decir, sin estos logros no se podrá “vivir sabroso”.

De ahí la importancia de entender el llamado de las urnas a las calles, porque está claro que el gobierno del PH va a tener que enfrentar una oposición política de derecha dura que no ahorrará esfuerzos en sacarlo del poder. En este sentido, va a ser la lucha extraparlamentaria, la batalla de ideas en las redes sociales, auditorios, asambleas, plazas y calle; la principal forma de enfrentar la política de la muerte de los gobiernos de la narcoligarquía.

El gabinete que está armando el presidente Petro muestra paridad, experiencia y el compromiso de los ministros y ministras nombradas, quienes serán “piezas” importantes del ajedrez de la nueva partida. Las otras fichas del ajedrez no necesitan ser nombradas a altos cargos públicos, hacen parte del amplio, polifacético y variopinto movimiento social. Son los y las que han luchado y se han movilizado en las calles, la fuerza de choque y de defensa de lo conquistado.

Lo más seguro es que las calles, plazas y campos serán de nuevo el escenario donde se dará la confrontación con las viejas fuerzas políticas que se opondrán al gobierno del PH hasta agotarlo y destruirlo. Es nuestro deber ético y compromiso político impedirlo. Si ya despertamos es porque tenemos la conciencia política para hacerlo.

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Mario Vargas Llosa con su incesante perorata inverosímil

Por José A. Amesty R. | 25/06/2022

Hemos escrito, al menos, dos artículos sobre el escritor Mario Vargas Llosa, y en todos ellos el connotado escritor argentino Atilio Borón alude a las controversiales declaraciones del narrador peruano.

Entendemos que Borón hace referencia a Vargas, solo por la “credibilidad” del otrora insigne escritor, ya que si lo hiciera otra persona no tuviera ninguna repercusión. No obstante, la derecha torcida utiliza a Vargas Llosa, en su etapa senil, por la supuesta resonancia que tiene; pero la realidad es que mucha gente ya no cree en sus palabras reaccionarias. Además Borón reposta siempre contra él porque sabe que es un alfil al servicio de la derecha rancia de América Latina y del imperio estadounidense.

En esta oportunidad Vargas Llosa, en la apertura del 15 Foro Atlántico Iberoamérica, celebrado en Madrid, lamentó el triunfo de Gustavo Petro en Colombia y señaló dos apreciaciones, una totalmente mentirosa y la otra con aires de malsana.

La primera afirmación de Vargas alude a que Petro debe mantenerse dentro de la “legalidad” “que ha caracterizado la historia colombiana”.

Según una investigación del Grupo de Política y Gestión para el Desarrollo, de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, titulada “Cultura de la legalidad en servidores públicos y ciudadanos”, se señala que, en Colombia, nos falta mucho para ser un país legal. La “cultura de la legalidad” es una asignatura de bajo desempeño en el país, su calificación es de 61 puntos sobre 100. Un Estado confiable, justo y defensor de lo público haría la diferencia.

De igual modo, la historia reciente de Colombia en ningún modo ha sido legal o con principios de legalidad. Esto revela la ignorancia de Vargas Llosa, que no sabemos si será genuina, sectaria, fanática, o será por dinero que se presta a tal infamia.

La otra afirmación de Vargas Llosa dice que el triunfo de Petro es un “accidente enmendable”. Lo enmendable podemos traducirlo como un error, algo para corregir. Pero no deseamos creer que al inefable Vargas Llosa le haya pasado por la cabeza la idea de “corregir el accidente” en el sentido de proponer, eliminar, asesinar al presidente electo.

Esta último podría ser la aseveración acertada de lo que es el ser humano Vargas internamente, explicitada por Borón en adjetivos calificativos como: malo, sin perdón, pésimo, político, retrógrado, despreciable.

Para recalcar lo anterior lo evidenciamos en la consideración que han tenido algunos personajes importantes al referirse al turbio Vargas Llosa.

Por ejemplo fue acusado por José Saramago de “mal imitador” al hacer una imitación deficiente de Los Sertones del brasileño Euclides da Cunha en su novela “La guerra del fin del mundo”, ¡una verdadera mediocridad!, mencionando, además, que algunos paisanos del novelista piensan que su Nobel de Literatura fue asignado cuando ya no quedaba a quien más dárselo.

Hay una serie de epítetos expresados contra la figura de Vargas:

Según Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, el escritor conocido pertenece a la derecha “cavernaria, boba y esquizofrénica”.

Se mueve entre el resentimiento y la envidia, según escritores cubanos.

Algunos hablan de sus escritos y opiniones como “vómito negro”.

Los obispos peruanos lo han tildado de “poco noble”.

A su vez, según el periodista y reportero español del Diario Ok, Eduardo Inda, Mario es “mentiroso, chulo, jeta, plagiario, mediocre y censor”.

También en otro orden de ideas, algo insólito en torno a esta figura literaria es que él mismo se autodesprestigia, cuando se refiere a sí mismo como un escritor que “No tengo talento natural. Me cuesta escribir”.

En general los críticos literarios hacen, por lo menos, tres críticas a su obra: “La prosa de Vargas Llosa es gris e insulsa, dicen los críticos. Otra crítica es que Vargas Llosa no ha creado personajes memorables. La tercera crítica es que la obra de Vargas Llosa carece de ideas y es insólita”.

Finalmente deseamos recordar que Atilio Borón en su libro “El Hechicero de la Tribu, Vargas Llosa y el Liberalismo en América Latina” reseña algunos elementos en torno a la figura de Mario Vargas Llosa:

Vargas Llosa, vetusto escritor, según Atilio Borón practica un desarme político con dureza, sin dolor, de su elogio al sistema neoliberal, quien “se ha convertido en su defensor público, un divulgador oculto en la Literatura y en el boom latinoamericano”.

El propio Borón lo señala, “Pese a su elemental y tendencioso manejo de las categorías y las teorías del análisis político, o tal vez debido a la maestría con que maneja los sofismas y las ‘posverdades’, Vargas Llosa es una pieza fundamental en el masivo dispositivo de ‘lavado de cerebros’ y de propaganda conservadora que con tanto esmero practican las clases dominantes de las metrópolis y sus secuaces en la periferia”.

Hay dos preguntas importantes que resaltan en el texto: ¿Cómo fue que ese muchacho tan talentoso y crítico de la realidad de Nuestra América, militante del PC de su país, derrapó para convertirse en el más descollante intelectual orgánico y paradigmático del neoliberalismo? ¿Cómo fue que Vargas Llosa se transformó en paladín de la ideología capitalista y responde actualmente a las estructuras tradicionales y a los intereses constituidos?

“Vargas Llosa dejó de ser un marxista, según su criterio y convicción, si no que al convertirse en un converso confeso y apasionado por su nueva verdad, se transformó en implacable enemigo de las luchas sociales de los pueblos que tratan de liberarse de las cadenas de la colonialidad que ha impuesto el liberalismo”.

Sin duda alguna “Vargas Llosa es hoy por hoy el más importante intelectual público de la derecha en el mundo hispanoparlante y tal vez uno de los de mayor gravitación a nivel mundial. Su incansable labor como propagandista de las ideas liberales a lo largo de casi medio siglo y la formidable difusión de sus escritos, convirtieron al peruano en el profeta mayor del neoliberalismo contemporáneo”.