EN HONOR A LA HERENCIA DE JOSE MARTI

Sólo trato de entender la presencia y vigencia  de  la conciencia de una situación signada por la decadencia y derrumbe del régimen colonial español, y por el auge e irrupción violenta del novedoso e impetuoso imperialismo estadounidense. El aviso de Martí estaba posibilitado por haber vivido en lo que él llamó “las entrañas del monstruo”, y por ello haber desentrañado los peligros de tal monstruo significaba para “Nuestra América”. La idea es hurgar un poco en los orígenes de un proceso transformador tan discutido y trascendente como la revolución cubana. Pienso que es imprescindible conocer los antecedentes históricos e ideológicos de ese movimiento, y un paso fundamental en ese sentido es la lectura de la obra de Martí y su accionar revolucionario.

José Martí nació en La Habana el 28 de enero de 1853, de padres españoles; al siguiente año se produjo la primera propuesta de Estados Unidos a España para comprar Puerto Rico. También en 1854 se dio un intento anexionista encabezado por el catalán Ramón Pinto, de acuerdo con la junta cubana en Estados Unidos.

En 1862, Martí conoció de cerca los horrores de la esclavitud y juró, ante el cadáver de un esclavo ahorcado, “lavar con su vida el crimen” (Versos Sencillos, XXX). Seis años después se dio un proceso de agudización interna, se acentuó la exclusión de los cubanos de la administración pública. El conflicto se expresó en el Grito de Yara, fue cuando se inició la Guerra de los Diez Años y se declaró la abolición de la esclavitud por Carlos Manuel de Céspedes. Los insurrectos en 1869 incendiaron Bayamo, mientras que España respondió con una guerra de exterminio que provocaron más emigraciones a los Estados Unidos. Es el momento de los primeros escritos patrióticos de Martí: el editorial de “El Diablo Cojuelo”, el poema dramático “Abdalá” publicado en “Patria Libre”; escribió el soneto “¡10 de Octubre!” en el periódico manuscrito estudiantil “El Siboney”. El 21 de octubre de 1869 fue encarcelado y acusado de infidencia, sentenciado a 6 años de presidio político; en el presidio trabajaba 12 horas diarias en las canteras de San Lázaro, con grilletes en el pie, en el mismo año es indultado. Apenas tenía 16 años.

En 1871 se le deportó a España y en Madrid publicó “El Presidio Político en Cuba”. Es el año en que son fusilados ocho estudiantes de medicina por  la fuerza española de ocupación. Junto con otros cubanos ofreció honras fúnebres a los fusilados y repartieron una hoja impresa redactada por Martí.

Entre 1876 y 1877 su produjeron algunos momentos claves en la vida de Martí. En el campo independentista se asomaban divisiones; emergía la revolución liberal en Honduras con Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa a la cabeza, en donde hubo presencia de varios connotados exilados cubanos y dominicanos como José Joaquín Palma, Máximo Gómez, Antonio Maceo y Tomás Estrada Palma; en Guatemala Martí se entrevistó con el Presidente Justo Rufino Barrios, aquí fue nombrado profesor de literatura en la Escuela Normal, catedrático de literatura francesa, inglesa, italiana, alemana y de historia de la filosofía, en la Universidad de San Carlos.

La guerra de los diez años concluyó en 1878 y Martí llegó a La Habana para ser elegido, al siguiente año, como vicepresidente del Club Central Revolucionario. El 17 de septiembre de 1789 es detenido por conspirador y otra vez es deportado a España. Luego se embarcó hacia Norteamérica, llegando a Nueva York el 3 de enero de 1880.

En 1881 llegó a Caracas, donde lo primero que hizo fue visitar la estatua de Bolívar. Desde 1886 envió correspondencia para los periódicos “El Partido Liberal” de México y “La República” y “La Paz” de Honduras, colaboró con “El Economista Americano” de Nueva York. Más de 20 periódicos de todo el continente reproducían sus artículos que se publicaban en “La Nación” de Buenos Aires.

En 1891, en la reunión de los clubes de emigrados, resolvieron fundar el Partido Revolucionario Cubano; al siguiente año, el 5 de enero, se aprobaron las bases y estatutos secretos del Partido.

Durante buena parte del siglo XIX se gestaron en los cubanos las tres principales posiciones no conformistas con el régimen colonial: el autonomismo, el anexionismo a los Estados Unidos y la independencia. La posición autonomista era una solución conciliadora, el autonomismo representó la entrega cínica y descarada al imperio en apogeo. La otra posición, la del desarrollo económico, la preparación cultural y política, en fin, el independentismo, era la de los cubanos que se consideraban preparados para tener su patria.

La lucha de Martí se expresó principalmente entre los años de 1871 y 1891; en ese período realizó continuos viajes de propaganda a Tampa y Cayo Hueso, lugares donde se concentró la actividad organizadora de los clubes revolucionarios. El partido revolucionario era una realidad desde marzo de 1892, en ese período apareció el primer número del órgano del partido: “Patria”, redactado casi siempre en su totalidad por Martí. En 1893 coincidió con Rubén Darío, de paso para Buenos Aires y París. Darío decía que “nunca ha encontrado, ni en Castelar, un conversador tan admirable. Era armonioso y familiar, dotado de una prodigiosa memoria, y ágil y pronto para la cita, para la reminiscencia, para el dato, para la imagen”.

Hasta 1895, Martí desplegó una intensa actividad en la preparación de la guerra contra España. El 26 de febrero, él y Máximo Gómez, recibieron la noticia del alzamiento general de Cuba; el 25 de marzo ambos firmaron el Manifiesto de Montecristi. El documento expuso que “un pueblo libre… sustituirá sin obstáculo, y con ventaja, después de una guerra inspirada en la más pura abnegación… al pueblo avergonzado donde el bienestar sólo se obtiene a cambio de la complicidad… con la tiranía”; “Es la guerra sana y vigorosa… es suceso de gran alcance humano… la confirmación de la República Moral en América” . Es decir, Martí adivinó un doble propósito en la guerra liberadora: derrotar el yugo español y evitar caer en manos del nuevo imperio que él conocía, por haber vivido en sus entrañas; o como dijo en su carta a Manuel Mercado, en 1895: “viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: y mi honda es la de David”.

El 11 de abril de 1895, después de varios intentos desembarcó en Cuba, en un sitio de la costa sur de oriente llamado Playitas. El 5 de mayo se reunió en consejo con los generales Gómez y Maceo y otros oficiales, fue nombrado Mayor General del Ejército Liberador. Penetraron en la jurisdicción de Guantánamo, encontrándose con las fuerzas de Maceo, que acaban de derrotar a tropas españolas. Junto con Máximo Gómez redactaron la circular a los jefes conocida como “Política de Guerra”, inspirada en la tesis de la guerra sin odio. El 19 de mayo después de arengar a la tropa, cayó mortalmente herido en la acción de Dos Ríos, cuando apenas tenía 42 años, sin que los cubanos pudieran rescatar su cuerpo, que fue conducido a Santiago de Cuba. Al enterrarlo, el coronel español Ximénes Sandoval dijo: “Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en estos yertos despojos un enemigo, sino un cadáver. Los militares españoles luchan hasta morir; pero tienen consideración para el vencido y honores para los muertos” .

LA PALABRA Y EL HOMBRE.

Una de las referencias más notables en Martí, en su estilo, en su forma de decir, es la sencillez que recuerda lo clásico; y se encuentra como sustancia de su palabra, en la obra lírica, periodística, en la propaganda y promoción de la guerra de liberación, un carácter nativamente ético, moralizador, en un sentido transformador.

Domingo Faustino Sarmiento hablando sobre Martí decía que: “En español nada hay que se parezca a la salida de bramidos de Martí… Deseo que le llegara a Martí este homenaje de mi admiración por su talento descriptivo y por su estilo de Goya”. Martí consideraba como sus maestros a Goya y a los genios literarios del siglo de oro español como Quevedo. Esto ayudó a crear una obra que no es portadora de mitos, de fantasías, de su mundo interior o de símbolos ocultos, sino de una pasión por lo hispanoamericano y de un impulso profético y redentor; que nos transporta necesariamente a un momento que trasciende a lo estrictamente literario: el de la moralidad intransigente; también a una ética que no tiene  que ver con las normas implantadas, sino que estaba basada en el amor a la patria independiente. Patria concebida con dos fronteras: el Río Bravo y la Patagonia por momentos oprimida y atrasada. Martí expresó que “cuando no se disfruta de la libertad, la única excusa del arte y su único derecho para existir es ponerse al servicio de ella. ¡Todo al fuego, hasta el arte, para alimentar la hoguera¡”.

Su intransigencia se muestra como un valor ético y estético ya que contiene los valores de fidelidad y participación. Su forma sencilla de expresar un mundo originó una retórica elaborada tal y como es la naturaleza. Cuando lo motiva algo externo manifestado en la crónica periodística, el estilo tiene que encarnarlo mediante la participación efectiva: de ahí la gran variedad de “estilos” presentes en Martí. Si el asunto es la propia intimidad, la forma irrumpe libremente desde la raíz, entera, súbita, acumulada,  y con el menor número de palabras posibles, como norma de concreción y sencillez, que no excluye, como él mismo advirtió, la abundancia natural.

En el año de 1889, Martí comentó la exhibición de pinturas del ruso Vereschagin, exclamó ante el espectáculo del régimen zarista de explotación, la infamia en que vivía aquel “pueblo espantado y deforme: ¡La justicia primero, y el arte después¡”. En otros apuntes agregó que “en los países donde se padece, el caracolear con la mera fantasía es un delito público. La inteligencia se ha hecho para servir a la patria. Y lo que no sirve para esto, hasta que toda la justicia no sea cumplida, fustigada y echada sea del cerco, como un perro ladrón”. El discurso de Martí se convirtió en arma de lucha que invitaba a luchar contra el supuesto desarrollo generado en el norte civilizado.

La palabra política, independentista o literaria de Martí, era en cualquier circunstancia un instrumento educador de primerísimo orden, y la educación que le interesaba era la que condujera al hombre hispanoamericano a ser dueño de sí mismo, universal y libre por su cultura, autóctono por sus valores, lúcido ante todos los peligros, fraterno para todos los hombres de buena voluntad. Pensaba Martí que los indios y los negros “lejos de constituir cuerpos extraños a nuestra América por no ser “occidentales”, pertenecen a ella con pleno derecho: más que los extranjerizos y descastados “civilizadores”. Es desde 1883 que Martí denunció “el pretexto de que la civilización, que es el nombre vulgar con que corre el estado actual del hombre europeo, tiene derecho natural de apoderarse de la tierra ajena, perteneciente a la barbarie, que es el nombre que los que desean la tierra ajena dan al estado actual de todo hombre que no es de Europa o de la América europea” 

La identificación permanente con los dolores y virtudes de la raza negra en América, “con los pobres de la tierra”, y con el esplendor destruido de las culturas indígenas, están en la raíz de su profundo americanismo literario, cuestión que le posibilitó la oportunidad de sentirse espiritualmente mestizo, hermano del esclavo, del preso y del paria; para él “la esclavitud de los hombres es la gran pena del mundo”. Además, es un ejemplo de conjugación de la palabra con la vida y no presentó ninguna disociación entre ambos momentos. Una vez dijo: “No hay letras que son expresión, hasta que no haya esencia que expresar en ellas. Ni habrá literatura hispanoamericana, hasta que no haya Hispano América”. Es decir, en Martí se traduce el paradigma de lo que ha de ser nuestra literatura cuando la libertad y la creación, el trabajo y sus productos, la justicia y el arte, puedan realmente coincidir y fundirse. Ese será, dice Vitier, “una literatura descolonizada, autóctona, libre y universal, dueña de la imaginación como de la realidad, cuyo centro sea el hombre entero y nuevo, trabajador y artista, amoroso y justiciero: el hombre americano por el que claman como armas vibrantes todas las palabras de José Martí”.

Desde el momento en que hizo la distinción entre “civilización”y “barbarie” como enfrentamiento de dos mundos, Martí advirtió que a pesar de existir otros países libres, el más grande es Hispano América, porque es nuestro y ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez. A partir de esa concepción se despliega el resto de su pensamiento, todo por la necesidad de hacer filas “para que no pase el gigante de las siete leguas”.

EL ARTE Y LA POLITICA

En muchos admiradores y críticos de Martí existe la intención de crear un mito de su figura, lo colocan como puramente esteta, refinado poeta o brillante ensayista; o solamente como hombre a quien circunstancialmente la vida lo puso frente a una situación que no podía soslayar. También, después de muerto y con la frustración de la república mediatizada, se dio inicio a un proceso de enclaustramiento y de iconización de su ideario. Martí es todas esas cosas y tendría que entendérsele en esa múltiple dimensión. 

De Martí puede decirse que no era solamente un literato, o un político, ni siquiera un filósofo; tampoco se le puede encasillar en alguna corriente de pensamiento ya que sus ideas se fueron construyendo según lo plantearon las necesidades de su realidad. Poseedor de una obra abundante cuya parte principal estuvo dedicada a la prosa política y a la acción revolucionaria. Supo de las ideas liberales y del movimiento literario romanticista. Desde inicios del siglo XIX el romanticismo en América sirvió para proponer ideales, estilos y actitudes distintas a los de la época colonial; se trató entonces de cohesionar intereses comunes y algunas señas de identidad en los intelectuales criollos de aquél momento. A finales del XIX ese movimiento se fusionó con el realismo, el naturalismo y el modernismo, y la versión americana de esas corrientes literarias se combinó con el interés de forjar los Estados modernos y con la construcción de las identidades nacionales. Se elaboró un instrumento político que en algunos escritores significó deterioro de la calidad literaria y que en el caso de Martí resultó en una elevada producción en la poesía, la novela, el teatro, el periodismo, el ensayo, la crítica literaria y en la práctica política. Incluso, puede afirmarse que su estilo y profundidad es del mismo calibre de cualquier clásico de la literatura universal. Hay una expresión de Martí que retrata a cabalidad su visión acerca del lugar de la literatura en el ambiente del artista, decía: “Acercarse a la vida –he aquí el objeto de la literatura- ya sea para inspirarse en ella; -ya para reformarla conociéndola”. 

En él están presentes todos esos elementos artísticos y, lo más importante, fue el haber combinado esa actividad literaria con la práctica revolucionaria, con el trabajo organizador del Partido Revolucionario Cubano que dirigió la guerra de independencia, ese fue uno de sus más grandes creaciones políticas. Tal actividad fue concebida como el trabajo cultural fundamental de los pobres de la tierra, a la base de esa labor estaba la tesis de que la política eficaz no era posible si se dejaba de lado los valores y los ideales más elevados de la humanidad. Supo sintetizar el arte con la acción política, por ello proclamó que “La literatura de nuestros tiempos es ineficaz, porque no es la expresión de nuestros tiempos… Hay que llevar sangre nueva a la literatura”. Y esa sangre nueva consistía en la autenticidad individual y social dispuesta a lograr la dignificación del hombre y la superación del sistema colonial y esto se podría lograr, según Martí, rescatando lo antiguo cuando sea bueno y creando lo nuevo cuando sea necesario, “no tocar una cuerda, sino todas las cuerdas –No sobresalir en la pintura de una emoción, sino en el arte de despertarlas todas-“. En su opinión la dirección de la guerra era un mandato social por el bien de todos y no para lograr poder material y privilegios.

Su vigencia se explica conociendo su trayectoria como pensador de transición en dos sentidos: en primer lugar, participó activamente en la lucha independentista contra el colonialismo español y, en segundo lugar, inició una reacción bastante radical para su tiempo, contra la emergencia del expansionismo norteamericano. Esa situación lo acerca a nuestro tiempo y su vigencia es más fuerte en la medida en que muchas transformaciones sociales siguen pendientes. Esa coyuntura signada por la independencia de España y el nacimiento de Estados Unidos como gran potencia, es experimentada por Martí y frente a ella asume una postura que lo colocó más allá del liberalismo de su tiempo. Esto es fundamental para entender las ideas políticas de Martí, que no sólo son productos teóricos sino el fruto de problemas concretos.

Algunos puntos de contacto con los pensadores liberales fueron la necesidad del poder civil, la lucha contra los elementos medievales en América, el anticlericalismo entre otros. En su etapa liberal sus ideas giraron en torno al problema de lo que debe ser un régimen liberal, cuyo modelo era los Estados Unidos. Coincidió con los liberales del siglo XIX al hablar de la necesidad de una ruptura ideológica con España y estaban de acuerdo en que había existido independencia de la corona española, pero nunca de España. Por ello insistió en que abandonar la herencia española significaba un proceso largo, penoso y gradual. Decía: “no podemos mudar el mundo en Cuba, ni injertarnos de un vuelco político, la naturaleza angelical; ni esperar que, al día siguiente de la expulsión del gobierno de España quede Cuba purgada de los defectos del carácter que, pus a pus, nos fue ingiriendo con su sangre autoritaria y perezosa; ni hemos de resolver de un golpe los problemas acumulados por la labor de siglos, y sostenida por la condición egoísta y vanidosa de la naturaleza humana”. Pero a partir de su vida en los Estados Unidos, entre 1885 y 1891, Martí superó el ideario liberal y desarrolló un pensamiento más radical, en especial por su temprano antiimperialismo y por ponerse al lado de los “pobres de la tierra”, al dedicarse también a elaborar una teoría coherente de la personalidad latinoamericana, ajena al modelo anglosajón tan querido por los pensadores liberales de su tiempo. Con él nace la valoración positiva del hombre americano y de su tierra y su constante reiteración de “Nuestra América”. Rechazó lo que atentaba contra lo genuino de nuestros pueblos y aceptó valores que se adaptasen a nuestro espíritu; por ello planteó: “Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas Repúblicas americanas”. 

Es posible que la idea más constante en la obra de Martí sea la necesidad de la libertad. Su noción de ese ideal no era una esencia absoluta sino algo existente en la práctica social, una manifestación de la realidad humana. Se trataba, pues de buscar valores en la realidad efectiva y en su devenir como un despliegue de la cultura en y por el hombre. Cuando Rubén Darío conoció sus “Versos Libres” afirmó que eran “Versos de métrica libre, producidos por un hombre de libertad” y de esa obra el mismo Martí dijo que eran nacidos de “grandes miedos, o de grandes esperanzas, o de indómito amor de libertad, o de amor doloroso a la hermosura, como riachuelo de oro natural, que va entre arena y aguas turbias y raíces, o como hierro caldeado, que silba y chispea, o como surtidores candentes”. Pero la libertad aquí no es una simple idea más bien es el valor irrenunciable y fundamental de la condición humana, que puede lograrse por la vía de la literatura y de la práctica revolucionaria.

Seguramente este es el momento cumbre en la vida de Martí, cuando conjugó el arte y la política con la lucha liberadora de su pueblo, a mi criterio esta es su obra maestra, en donde deja de lado su individualidad para fundirse en una tarea de creación colectiva. Y esto no fue producto de una inspiración repentina sino que mantuvo una coherencia consistente y prolongada desde la adolescencia hasta el momento de su muerte. 

A partir del 26 de julio de 1953 es que en el hombre humanísimo que es Martí se descubre otra faceta de su legado: aparece como responsable intelectual del asalto al Cuartel Moncada, primer jalón de la llamada segunda independencia de América, y también como el literato creador de un arte al servicio de la lucha independentista; arte, además, revestido de formas clásicas pero intencionalmente dirigido. Su objetivo fue fundirse con la lucha popular, servir al pueblo desde su más alta dimensión artística. Su voz es acción cuando decía que un “orador brilla por lo que habla; pero definitivamente queda por lo que hace. Si no sustenta con sus actos sus frases, aún antes de morir viene a tierra, porque ha estado de pie sobre columnas de humo” . La palabra y la acción deben, pues, sustentarse en base firme, en la realidad circundante y a favor de las reivindicaciones de su pueblo, absolutamente alejada de la torre de marfil del viejo artista, tomando en cuenta la vida preñada de conflictos sociales y traduciendo en la obra artística tal complejidad.

Como esa libertad de crear depende de un marco social adecuado en donde pueda expresarse, asumió tal situación en forma de compromiso, en forma de guerra de liberación. Otra vez acción y arte compenetrados mutuamente, arte para la acción, arte como guía del pueblo. Decía que en la poesía hispanoamericana o cubana, no se distinguen diferencias entre ellas ya que puede llamarse hondureña o argentina; decía, pues que “en nuestra poesía, no teniendo aun alcance determinado el pensamiento religioso, ni el político, y entorpecido y azorado el pensamiento moral; -no pudiendo sacrificar en altares conocidos; – sacrifiquemos en uno que jamás perece, porque lo vamos haciendo nosotros mismos, con nuestros cuerpos y con nuestros dolores; – el de la historia”. Así va dejando la semilla de un arte continental, de una producción artística extendida por toda la Hispano América, aunque apunta que “las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino ¡” . Se nota que es contemporáneo, hombre nacido en otro siglo pero de nuestra época, otra vez contemporáneo.

También intentó fundar la literatura en la ciencia, “lo que significa introducir el estilo y el lenguaje científico, que es una forma de verdad distinta de la ciencia, sino comparar, imaginar, aludir y deducir de modo que lo que se escriba permanezca, por estar de acuerdo con los hechos constantes y reales”. Su norte constante fue tratar de elevar la conciencia cubana del entonces a una altura estética adecuada, que permitiera apropiarse de la creación artística sin caer en la simplificación mecánica. De ahí que manifestara que “adoro la sencillez pero no la que proviene de limitar mis ideas a este o aquel círculo o escuela, sino la de decir lo que veo, siento o medito con el menor número de palabras posibles, de palabras poderosas, graficas, enérgicas y armoniosas”, para “conocer y fijar la realidad; componer en molde natural, la realidad de las ideas que producen o apagan los hechos, y la de los hechos que nacen de las ideas; ordenar la revolución del decoro, el sacrificio y la cultura de modo que no quede el decoro de un solo cubano, ni la revolución inferior a la cultura del país”.

LA IDENTIDAD DE NUESTRA AMERICA

Cuando inician los movimientos independentistas en América Latina se empezó a notar la importancia de lo que llamamos identidad; sin usar tal expresión, el asunto fue entrevisto por los próceres independentistas como Morazán, Bolívar y Martí. Esto se convertiría en un ideario político fundamental en toda la región.

El cubano incondicional de los ideales de Morazán y Bolívar, se esforzó por continuar ese proyecto y en exaltar sin reservas a esas figuras. Del centroamericano decía que su aspiración era “Derribar obstáculos, fundir pueblos y elaborar una nación potente”. Martí proponía que Bolívar todavía tenía que hacer en América, y tiene bien claro que la independencia es para formar un hombre continental, original, y que ese proceso obedece a una necesidad interna; a la letra decía que “la independencia en América venía de un siglo atrás sangrando; ni de Rousseau ni de Washington viene nuestra América, sino de sí misma”, proceso inacabado, cuando recordando a los próceres y presintiéndose a sí mismo arguyó que Bolívar vería adolorido “La procesión terrible de los precursores… van y vienen los muertos por el aire, y no reposan hasta que no está su obra satisfecha”.

En su ensayo “Nuestra América”, Martí les reclamó a sus contemporáneos positivistas y les antepuso su orgullo americano a “Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan !bribones¡ de la madre enferma”; les reclama su extranjerismo a esos “desertores que piden fusil en los ejércitos de América del Norte” a esos “increíbles del honor que lo arrastran por el suelo extranjero”. Ironizó contra los soberbios americanos de pluma fácil y palabras de colores que quieren regir pueblos originales con modelos anglosajones y va definiendo su proyecto liberador cuando afirma que “con los pueblos oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores”.

Las costumbres de los opresores no fueron sepultadas con la independencia, continuaron a la sombra, se respaldaron en el positivismo y en el auge económico, que ayudaron a establecer los nuevos Estados democráticos y los viejos ideales de igualdad y libertad en las condiciones impuestas por el capital extranjero. Alternativa opuesta al proyecto martiano que propuso como respuesta a “un gobierno que tenía por base a la razón; la razón de todos en las cosas de todos… El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”. Es la lucha por constituir al hombre auténtico, liberador, opuesto al hombre colonizado, no sólo el de abajo sino también el de las elites del poder, dibujado por Martí cuando manifestó que “éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España”. Semejante definición no lo desalentó, más bien lo ayudaron a encontrar salidas al afirmar que “las levitas son todavía de Francia pero el pensamiento empieza a ser de América”. También descubrió varios peligros en la formación de nuestra América, como el espíritu entreguista en muchos, pero hay otro mayor y más decisivo que cualquiera, es “el desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor”, y para los que han ocultado tal situación, la del imperialismo en expansión, para los “pensadores de lámpara” que recalientan razas de librería pide condena, no literaria, textualmente dijo: “los pueblos han de tener una picota para quien los azuza a odios inútiles, y otra para quien no les dice a tiempo la verdad”.

El ideal de los próceres fue la unidad continental al margen de las potencias, de Estados Unidos e Inglaterra. Esa fue la gran aspiración de Bolívar, Morazán y Martí. A la sombra de esa unidad se forjaría la conciencia americana, era la intención para enfrentar los retos de la época contemporánea, tal vez fue pensada para una realidad imaginada, pero es una utopía completamente preñada de posibilidad.

Finalmente es bueno anotar que el 25 de febrero de 1895, en la República Dominicana y junto con Máximo Gómez, hicieron público el documento llamado “Manifiesto de Montecristi”, en donde se concentran las ideas del nacionalismo propuesto por Martí como ser: la denuncia del sistema colonial, el sentimiento antiimperialista, el llamado a la voluntad nacional y la defensa del mestizaje cultural. En abril de ese año desembarcó en Cuba como jefe supremo del movimiento independentista. Murió el 19 de mayo de 1895, a los 42 años, combatiendo contra los españoles en un lugar llamado Boca de Dos Ríos. Su impacto político ha sido reconocido en su patria tanto así que en la Constitución de 1976, en su preámbulo está la siguiente frase de Martí: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. Esa es la tarea que dejó a las actuales generaciones de Cuba y de Nuestra América: respetar la dignidad plena del hombre.

 

28 de enero de 2011.


 

Los sueños del Celta. “El Fantasma de Roger Casement / está tocando la puerta” Williams B. Yeat

De allí el verso que sobre él inventó el poeta W. B. Yeats, una de las figuras más representativas del renacimiento literario irlandés y como Roger activo en eso de querer rescatar a Irlanda del feroz dominio que allí ejerce desde siempre el imperio inglés.

La figura y obra  de Roger Casement debe seguir siendo un activo detonante y testigo de la barbarie que para la humanidad constituyó el aparato de violencia y sojuzgamiento sobre los pueblos de África, Asia y America que significó la maquinaria de los formas mas detestables del imperialismo, que desde 1300 sigue rondando, como bala que amenaza nuestros sentidos y cerebro.

La aventura que narra esta novela empieza en el Congo en 1903 y termina con el ahorcamiento de Roger Casement en Londres, una mañana de 1916. Aquí se cuenta de forma bastante exhaustiva la peripecia vital de un personaje de leyenda: el Irlandés, el Celta. Héroe y villano, traidor y libertario, moral e inmoral, diplomático y político, cuya fortaleza como figura múltiple con demostrado compromiso filosófico y ético, que aún queriendo apagarla, testarudamente vuelve a renacer una y otra vez tras su muerte, el poema de Keats, entre otros, lo demuestra.

Según percibo la obra sigue la estructura de un libro Peter Singleton-Gates y Maurice Girodias, sobre Cassement: Los diarios negros: Un recuento de la vida y tiempo con una colección de sus diarios y escritos públicos. París, Olympia Press, 1959. Cuya arquitectura, en 5 etapas : 1. El Congo; 2. El Putumayo-Amazonía; 3.Irlanda; 4.Alemania; 5. Cárcel de Pentonville; es similar a la seguida en el Libro del Celta de Vargas Llosa.

Por cierto en uno de sus pasajes de estos Diarios citan el informe de Putumayo, remarcando:  “Un cierto Dyall admitió: cinco muertes de Indios por su propia mano, a dos les disparó, a dos los castigo hasta verlos morir al macharles los testículos bajo la orden de Normand y uno acabó sumergido en el río con la ayuda de Normand hasta causarle la muerte” Pag 247. Es anécdota que revive Vargas Llosa en su libro.

He seguido desde siempre la novelística de Vargas Llosa sobre  todo reconozco su vocación  para tratar temas en los que aborda asuntos mas allá de sus fronteras: Brasil, en La guerra del fin del mundo (1981); a República Dominicana, en La fiesta del Chivo (2000); a Francia, París, tanto en El paraíso en la otra esquina (2003) como en Travesuras de la niña mala (2006) y esta de 2010 en el Congo, Putumayo, Inglaterra y Alemania.

Hablando del Celta debo expresar, que la miro como una trabajo histórico en una prosa “periodística”  adonde la investigación y el manejo de fuentes es exhaustivo, cargado de demasiados detalles, que nos demuestra que las exposiciones reiterativas, uniformes  sostenidas en  literatura  se hacen perdurables, mas por el fastidio que logran que por la mecha que encienden.

Este trabajo de 451 paginas termina por producir una descripción tan precisa que no le deja ningún espacio a la especulación ni la imaginación, lo cual sin debe producir cansancio al lector.

Esa exigencia, creo que algunos  la llaman, economía de la palabra, que se considera tan provechosa para la razón, como la economía monetaria para el bolsillo, aquí se demuestra en toda plenitud.

El relato, en ninguno de sus párrafos produce una elevación que pudiéramos llamar literario, no expresa en modo satisfactorio algún giro que se presente diferente y se eleve y sorprenda la poesía de un texto que podamos recordar; su estilo es plano y chato, propia una gran crónica de periódicos.

Al narrar las barbaridades cometidos por las empresas explotadoras de caucho del Congo belga, e ir narrando cuanto presenció y que no logró envilecer su espíritu, tal como reitera su amigo de desgracia en África el escritor Joseph Conrad, “Lo peor fue ser testigo de las cosas horribles, que ocurren a diario en ese maldito país”. Pág.75.

Preguntaba Conrad: tenía sentido la “aventura europea en África”, “¿ Podría llamarse civilizadores a esas bestias de la Force Publique, que robaban todo lo que podían, en las expediciones punitivas” Pág.63.  En ellas esclavizaban, hombres,  mujeres y niños, a quienes explotaban, cortaban pies, manos, orejas, narices, azotaban e incluso mataban impúdicamente cuando no cumplían sus cuotas quincenales de kilos de caucho recaudado, vileza contra la cual nadie demostraba el mas mínimo remordimiento.

Que decir sobre la hazaña belga, francesa e inglesa en el Congo adonde hubo un holocausto de cerca de 12 millones de habitantes como producto, entre otros del regalo que los países imperialistas le hicieron al Rey Leopoldo II de Bélgica, para crear esa absurda figura política de L´etat Independant du Congo, cuyo presidente de por vida y apoderado era el mismo Leopoldo II.

Podemos decir que se trata de una obra que le sobra extensión le falta  profundidad y estructura y estilo  literario.  Mucha anécdota y poca ficción.  Profuso periodismo y escasa prosa que eleve a la magia  al lector. Menos aun  indagar quienes eran los verdaderos Estados responsables de estos atroces crímenes contra la Humanidad. Tema que Vargas Llosa escurre y deja sin terminar.

Vargas Llosa pinta la vida de Casemenet sencillamente como conspirador nato  y neto, que finalmente decide atacar el imperio. No es noticia nueva,  los imperios y sobre todo estos de Europa conspiran contra la dignidad. Crimen ya demasiado histórico y permanente. Pero al autor desconoce este trato despreciable para con los nativos: es asunto de Estado y termina atribuyéndolo a empresas privadas; evita discutir que la razón de ser  de los imperios y su sino es la depauperación de la gente a costa de obtener las riquezas que  la naturaleza  les a concedido como atributo; y ellos, toman fácilmente por  la fuerza  para terminar aniquilando  y desbaratando todo cuanto pueda ser objeto de intercambio o convirtiendo esta meta en  su razón de ser.

En 1903 termina su famoso informe de  sobre el Congo.

Hablar de Casement, es referirse a los crímenes del caucho,  específicamente a los asesinatos que se cometieron contra miles de indígenas en el Putumayo y la Amazonía. Es referirse a uno de los protagonistas de una de las denuncias más brutales contra todo un sistema de explotación y crimen rayano en holocausto.

El 31 de agosto de 1910 llega a Iquitos  y  Vargas Llosa explora otro continente, Capitulo escrito con muchas contenciones políticas o sociales. Demuestra mucho comedimiento tratando de redondear esta biografía novelada de Roger Casement.

Sin dejar de reconocer que es un gran ejercicio de un equipo de investigadores que luego vierte en un excepcional caudal descriptivo que va completando con excesivos flash back, a través de los  diálogos intercalados con el sheriff de la cárcel inglesa adonde aguarda la decisión de los jueces.

En este parte del Putumayo, como la anterior realiza una inserción de hechos demasiado exactos y con ello  elimina otra posible dimensión para darle circularidad al cuento sobre Casement. Lo cual le hubiera permitido hacer valer el uso de palabras , frases para expresar la consecuencia o el efecto del de los actos del personaje en contra del imperio y a favor de la causa de su vida que era la libertad del pueblo irlandés.

En el Putumayo va a desvelar el  tenebroso poder logrado, en una extensión varias veces superior al territorio de Inglaterra y Francia, dominado  por la Peruvian Amazon Company bajo el mando del poderoso  señor del caucho Julio C. Arana, capaz de marcar en fuego el cuerpo de sus esclavos “las  iniciales de la Compañía es decir  C.A para que no escapen ni se los roben los caucheros colombianos”, Pág. 217.  Arana había logrado construir palacetes en Londres, Ginebra, Nueva York, Baleares  y para 1911 su compañía cotizaba acciones en la Bolsa de Londres y era quien pagaba los sueldos de los Jueces, Alcaldes, Policías y Militares de toda la zona de influencia de su Compañía extendida entre Iquitos y Putumayo mas otras localidades a lo largo del Amazonas.

Julio C. Arana era alguien “endiosado, como se hace con los santones y atribuirle la mitología de la crueldad con delitos horrendos,-cinismo, sadismo, codicia, avaricia, deslealtad, estafa y pillerías”, Pág. 286.  Era representante de una compañía cuyo socios estaban en Inglaterra.

Vargas Llosa solo enuncia el perenne efecto de la colonización. No se profundiza sobre el poder actual de estos capitales en países que primero fueron territorio de los imperios europeos, y que se podría obviamente demostrar en la actualidad están en manos de las multinacionales, desde África a Hispanoamérica. No se atreve a decir que solo se ha  producido un cambio de nombres y apellidos y de gobiernos.

Roger Casement termina su vida presentando su Informe sobre el Congo y otro Informe sobre el Putumayo, allí denuncia la crueldad, en estas dos regiones, ejercida por sus colonizadores europeos, donde los abusos y las torturas, eran el eje de la explotación de los indígenas, siempre oculta bajo el lema de llevar la colonización, el progreso y el cristianismo, a ellas. Vaya cinismo.
Su vida termina en una cárcel donde fue a parar por su ultima aventura de adhesión a los independentistas irlandeses en 1916, buscó apoyo en el gobierno alemán, para llevar a caso su ideal separatista; en plena I Guerra Mundial, viajó a Berlín para conspirar contra el Reino Unido y participó en el Alzamiento de Pascua de 1916, hecho que lo llevaría finalmente prisión.

En sus monologo de la prisión recoge pasajes de su infancia, sus afectos, su sueños eróticos, su vida familiar, y muchos de las imágenes que le había llevado a denunciar la crueldad humana, asistida por el poder. Pero es notable que el poder que de él se valió, luego lo desprestigia pública y notoriamente. Todavía hoy existe la duda: ¿héroe, o traidor¿, según quien hablase de él. En su paradoja, primero admirado, nombrado caballero de la corona, en la Inglaterra, y después su enemiga, y verdugo.

En síntesis:

1. El sueño del Celta, seguramente, será considerada entre las novelas de segunda magnitud dentro del conjunto de la obra de Vargas Llosa.

2. En esta obra desarrolla una arquitectura literaria algo repetitiva, un tanto básica para quien ostenta un premio como el Nobel de Literatura.

3. Al cierre de la obra, notamos más de 100 páginas de un total de 454, que sencillamente sobran. Antes de llegar al final  ya estamos enterados de todo lo importante con relación a la sedición irlandesa encabezada por Roger; dicho material, no hace sino redundar u ofrecer datos de nulo interés para la comprensión de la historia.

4. Se trata, pues, de una novela histórica, género en el que MVLl ha logrado crear, a partir de personajes y datos reales, ficciones sólidas y significativas

5. En esta nueva novela, el autor no ha motivado literaria y estilísticamente su narrativa y su discurso “moralizante” se hace, a veces, demasiado enfático y reiterativo.

6. La impresión general que queda luego de leer esta novela es que la rica materia prima que la inspiró fue poco aprovechada por el autor.

7. El personaje fascinante que sugiere la biografía de Casement y que narran muchos, incluido detractores esta totalmente vargasllosiado. No retrata bien sus contradicciones, sus claroscuros, sus luchas internas, su poesía a la hora de narrar su dualismo frente al imperio inglés, todo se queda en un medio camino, ¿por que se le declara y quien lo declara¿: “el hombre mas odiado del Putumayo” Pág. 310.

8. El Roger  de Vargas Llosa, es más bien, un ser de una sola pieza, digno de admirarse pero poco interesante y expresiones como: “Los irlandeses somos como los huitotos, los boras, los andoques, y los muimanes del Putumayo. Colonizados, explotados y condenados a serlo siempre, si seguimos confiando en las leyes y los gobiernos de Inglaterra, para alcanzar la libertad. Esa presión solo puede venir de las armas” Pág. 239,  no tienen mucha explicación y desarrollo.

9. Se esconde hasta la homosexualidad de Roger, sus encuentros con hombres anotados en su diario, el mismo MVLL expone que no está seguro si son fantasía o elusiones de la realidad, es tema en que tampoco se compromete, cuando es asunto que ya nadie elude, a menos que sea un redomado hipócrita.

10. ¿ Se puede hacer literatura histórica con prosa acabada? Por supuesto basta sol con leer a Urzúa o  El País de la canela, de William Ospina para saber que es posible.

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LLANTO POR MARISELA ESCOBAR

Esta vez

el metro y la rima se me niegan,

la imagen y metáfora se eclipsan

ante tanta injusticia e ignominia.

 

No hay un paño que limpie tanta sangre,

no hay un mar que contenga tanto llanto,

nadie hay que calme el desconsuelo,

ni milagro que alumbre en este caos.

 

Esta es la visión de los vencidos, 

que una nueva conquista hemos sufrido,

ha triunfado la corrupción e impunidad.

 

Hoy mi Patria se quiebra y desmorona,

su gloria es la transa y la maldad,

sus aguas son fango salitroso

y nuestro alimento rastrojo sin sabor.

 

Me dueles hasta el alma ¡Patria mía!

La que un día fuiste doncella casta,

raptada por Velarde, por Pellicer cantada,

hoy, cual doliente fantasma, desgreñada

gimes por tus hijas, impunemente masacradas.

Patria, vendida, violada y traicionada.

 

Estamos todos en un foso infinito,

en soledad perdidos en negro laberinto

y no hay estrella que nos señale la salida,

ni Dios que se apiade de este cruel destino.

 

Pues nuestra voz no llega a las altas curules

donde en juego de azar nuestro país se apuesta

y siempre dados cargados se arrojan a la mesa.

 

Nuestra voz no la escuchan los altos magistrados,

aquellos judas negros con togas disfrazados

que danzan al compás del oro al tintinear

y en su pérfida alquimia convierten al Derecho

en cruento carnaval, negocio personal;

donde es tan gran pecado el reclamar Justicia,

que irremisiblemente se paga con la vida.

 

Y ante tanto crimen, tanta negrura,

te elevas tú, Marisela, madre huérfana de hija,

sobre este erial de desventura

como cactus enhiesto en el desierto,

con  tu nombre de mar y de amargura.

 

Emisaria de todas esas madres que,

buscando a sus hijas, desoladas,

sólo encuentran un puñado de huesos

calcinados por el sol, por la lluvia y el olvido.

 

Marisela, madre despojada

de la hija, la clemencia y la justicia.

¿Cómo enjugar tu llanto peregrino?

¿Cómo enjugar tu sangre derramada

en sacrificio inútil, impune, inicuo?

 

Zaida Cristina

 

 

 

LOS HECHOS

 

En agosto de 2008 fue asesinada la joven Ruby Marisol Frayre a manos de su pareja, Sergio Barrasa, quien después de mutilar el cuerpo lo arroja a una zanja.

Los hermanos y madre de la víctima, Marisela Escobar, después de una acuciosa búsqueda, localizan al asesino y dan parte a la justicia. Tras un juicio rápido, Sergio Barrasa confiesa su crimen, mas los jueces (Catalina Ochoa, Nezahualcóyotl Zúñiga y Rafael Boudio) liberan al criminal.

La madre de la víctima, Marisela Escobar, organiza un movimiento cívico exigiendo justicia y recorre las calles por varias ciudades. Luego establece un campamento frente al palacio del gobierno de la capital del estado de Chihuahua; en el noveno día de su plantón Marisela es asesinada a la luz del día y a las puertas del palacio de gobierno.

Días más tarde el comercio de la familia de Marisela es incendiado.

Durante 2010 fueron denunciados 1,368 feminicidios en el territorio mexicano ¿Cuántos de ellos han sido castigados?   

50 POEMAS DE AMOR, 2 DE OCTAVIO PAZ

OCTAVIO PAZ
JUAN DEL ENCINA
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
GARCILASO DE LA VEGA
SANTA TERESA DE JESÚS
SANTA TERESA DE JESÚS
GREGORIO SILVESTRE
FRAY LUIS DE LEÓN
FRAY LUIS DE LEÓN
FRAY LUIS DE LEÓN
FRAY LUIS DE LEON
BALTASAR DEL ALCÁZAR
FRANCISCO DE ALDANA
FRANCISCO DE ALDANA
FRANCISCO DE LA TORRE
FRANCISCO DE LA TORRE
VICENTE ESPINEL
MIGUEL DE CERVANTES
LÓPEZ MALDONADO
LOPE DE VEGA
LOPE DE VEGA
LOPE DE VEGA
LUIS DE GÓNGORA
LUIS DE GÓNGORA
LUIS DE GÓNGORA
LUIS DE GÓNGORA
FRANCISCO DE QUEVEDO
FRANCISCO DE QUEVEDO
FRANCISCO DE QUEVEDO
FRANCISCO DE QUEVEDO
FRANCISCO DE RIOJA
LUIS CARRILLO Y SOTOMAYOR
PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
GABRIEL BOCÁNGEL
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
DIEGO DE TORRES VILLARROEL
TOMÁS DE IRIARTE
JOSÉ CADALSO
ÁNGEL DE SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS
JOSÉ DE ESPRONCEDA
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN
ROSALÍA DE CASTRO
ROSALÍA DE CASTRO
JOSÉ MARÍA BARTRINA
JOSÉ SELGAS
O.Paz

TUS OJOS

Arriba
Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
o toño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.
Sin Título Arriba
No te tardes que me muero
carcelero,
no te tardes que me muero.
Apresura tu venida
porque no pierda la vida
que la fe no está perdida.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
Sácame de esta cadena,
que recibo muy gran pena
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La primera vez que me viste,
sin lo sentir me venciste;
suéltame pues me prendiste.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
La llave para soltarme
he de ser galardonarme,
prometiendo no olvidarme.
Carcelero,
no te tardes que me muero.
Villancico No pueden dormir mis ojos, no pueden dormir. Arriba
Pero, ¿cómo dormirán
cercados en derredor
de soldados de dolor,
que siempre en armas están?
Los combates que les dan
no los pudieron sufrir;
no pueden dormir.
Alguna vez, de cansados
del angustia y del tormento,
se duermen que no lo siento,
que los hallo transportados;
pero los sueños pesados
no les quieren consentir
que puedan dormir.
Mas ya que duermen un poco:
están tan desvanecidos,
que ellos quedan aturdidos,
yo poco menos de loco;
y si los muevo y provoco
con cerrar y con abrir,
no pueden dormir.
Soneto XXIII Arriba
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
Vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero, que muero porque no muero. Arriba
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.
Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
Sin Título Arriba
Nada te turbe,
nada te espante.
Todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
Sólo Dios basta.
Sin Título Arriba
Decid los que tratáis de agricultura:
en este valle umbroso y desabrido
¿qué fruto del deleite habéis tenido
que no se os torne luego en amargura?
Del gusto y del regalo y la dulzura
¿qué espigas y qué grano habéis cogido
que no salga nublado y revenido
del silo de la triste sepultura?
Del mal terreno y mala sementera
¿qué se puede segar, sino sospecha,
disgusto, confusión, remordimiento?
El alma siente ya desde la era
cómo ha de baratar de la cosecha
agosto seco, de eternal tormento.
Canción de la vida solitaria Arriba
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca de este viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo.
A solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto;
y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando;
a la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
Noche serena A don Loarte Arriba
Cuando contemplo el cielo
de innumerables luces adornado,
y miro hacia el suelo,
de noche rodeado,
en sueño y en olvido sepultado,
el amor y la pena
despiertan en mi pecho un ansia ardiente;
despiden larga vena
los ojos hechos fuente,
Loarte, y digo al fin con voz doliente:
“Morada de grandeza,
templo de claridad y de hermosura,
el alma, que a tu alteza
nació, ¿qué desventura
la tiene en esta cárcel baja, oscura?
“¿Qué mortal desatino
de la verdad aleja así el sentido,
que de tu bien divino
olvidado, perdido,
sigue la vana sombra, el bien fingido?
“El hombre está entregado
al sueño, de su suerte no cuidando,
y con paso callado
el cielo, vueltas dando,
las horas del vivir le va hurtando.
“¡Oh, despertad, mortales,
mirad con atención en vuestro daño!
Las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
¿podrán vivir de sombra y de engaño?
“¡Ay, levantad los ojos
aquesta celestial eterna esfera!,
burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
vida, que cuanto teme y cuanto espera.
“¿Es más que un breve punto
el bajo y torpe suelo, comparado
con ese gran trasunto
do vive mejorado
lo que es, lo que será, lo que ha pasado?
“Quien mira el gran concierto
de aquestos resplandores eternales,
su movimiento cierto,
sus pasos desiguales,
y en proporción concorde tan iguales;
“la luna cómo mueve
la plateada rueda, y va en pos de ella
la luz do el saber llueve,
y la graciosa estrella
de Amor la sigue reluciente y bella;
“y cómo otro camino
prosigue el sanguinoso Marte airado,
y el Júpiter benigno,
de bienes mil cercado,
serena el cielo con su rayo amado;
“rodéase en la cumbre
Saturno, padre de los siglos de oro;
tras él la muchedumbre
del reluciente coro
su luz va repartiendo y su tesoro.
“¿Quién es el que esto mira,
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira
y rompe lo que encierra
el alma y de estos bienes la destierra?
“Aquí vive el contento,
aquí reina la paz; aquí, asentado
en rico y alto asiento
está el Amor sagrado,
de glorias y deleites rodeado.
“Inmensa hermosura
aquí se muestra toda, y resplandece
clarísima luz pura
que jamás anochece:
eterna primavera aquí florece.
“¡Oh campos verdaderos!
¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
¡Riquísimos mineros!
¡Oh deleitosos senos!
¡Repuestos valles, de mil bienes llenos!”
Oda a Francisco de Salinas Arriba
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada,
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora;
la belleza caduca, engañadora.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.
Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entre ambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él así se anega
que ningún accidente
extraño y peregrino oye o siente.
¡Oh desmayo dichoso!,
¡oh muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido!
¡Durase en tu reposo
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos, a quien amo
sobre todo tesoro,
que todo lo visible es triste lloro.
¡Oh, suene de continuo,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!
En la Ascensión Arriba
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados
y los ahora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó volverán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura
que no les sea enojos?
Quién oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado
¿quién le pondrá ya freno?, ¿quién concierto
al fiero viento airado,
estando tú encubierto?
¿Qué norte guiará la nave al puerto?
Ay, nube envidiosa
aun de este breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dónde vas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!
Sin Título Arriba
Yo acuerdo revelaros un secreto
en un soneto, Inés, bella enemiga;
mas, por buen orden que yo en éste siga,
no podrá ser en el primer cuarteto.
Venidos al segundo, yo os prometo
que no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas estoy hecho, Inés, una hormiga,
que van fuera ocho versos del soneto.
Pues ved, Inés, qué ordena el duro hado,
que teniendo el soneto ya en la boca
y el orden de decirlo ya estudiado,
conté los versos todos y he hallado
que, por la cuenta que a un soneto toca,
ya este soneto, Inés, es acabado.
Sin Título Arriba
Mil veces callo que romper deseo
el cielo a gritos, y otras tantas tiento
dar mi lengua voz y movimiento,
que en silencio mortal yacer la veo.
Anda cual velocísimo correo
por dentro al alma el suelto pensamiento
con alto y de dolor lloroso acento,
casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.
No halla la memoria o la esperanza
rastro de imagen dulce y deleitable
con que la voluntad viva segura.
Cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,
muerte que tarda, llanto inconsolable,
desdén del cielo, error de la ventura.
Sin Título Arriba
En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto variar vida y destino,
tras tanto, de uno en otro desatino,
pensar todo apretar, nada cogiendo,
tras tanto acá y allá yendo y viniendo
cual sin aliento inútil peregrino,
¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino,
yo mismo de mi mal ministro siendo,
hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
del mundo es lo mejor que en él se esconde,
pues es la paga de él muerte y olvido,
y en un rincón vivir con la victoria
de sí, puesto el querer tan sólo adonde
es premio el mismo Dios de lo servido
Sin Título Arriba
¡Cuántas veces te me has engalanado,
clara y amiga noche; cuántas, llena
de oscuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!
Estrellas hay que saben mi cuidado
y que se han regalado con mi pena;
que, entre tanta beldad, la más ajena
de amor tiene su pecho enamorado.
Ellas saben amar, y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,
envuelto en los dobleces de tu manto.
Tú, con mil ojos, noche, mis querellas
oye y esconde, pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor envío.
Sin Título Arriba
Noche, que en tu amoroso y dulce olvido
escondes y entretienes los cuidados
del enemigo día y los pasados
trabajos recompensas al sentido.
Tú que de mi dolor me has conducido
a contemplarte y contemplar mis hados,
enemigos ahora conjurados
contra un hombre del cielo perseguido.
Así las claras lámparas del cielo
siempre te alumbren, y tu amiga frente
de beleño y ciprés tengas ceñida,
que no vierta su luz en este suelo
el claro sol mientras me quejo ausente
de mi pasión. Bien sabes tú mi vida.
Sin Título Arriba
El bermellón a manchas se mostraba
en el pardo y azul, con vario adorno
del blanco y jalde, realzado en torno
sobre Titán, que ya su ardor negaba.
La negra noche a más andar se entraba
del claro día oscuro desadorno,
cuando los ojos a una parte torno
de un alto bien dudoso que esperaba.
¡Gloria del mundo!, digo, y luego veo
de gloria el suelo, calle y alma llenas
de una luz que salió, que a Febo alcanza.
Alégrate de hoy más, dijo, Liseo,
que quien tan bien amó sufriendo penas,
sabrá estimar el bien de la esperanza.
Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla Arriba
—”¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla!
Porque ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!,
Roma triunfante en ánimo y nobleza.
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar de este sitio hoy ha dejado
la gloria, donde vive eternamente”.
Esto oyó un valentón y dijo: —”Es cierto
cuanto dice voacé, seor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente”.
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Sin Título Arriba
Desta nube que ha tanto ya que llueve
por mis cansados ojos agua tanta,
desta que a cualquier sitio a cualquier planta
en abundancia a humedecer se atreve,
desta que el corazón hace de nieve
y con ardiente rayo le quebranta
y con viento inclemente que la espanta
amargas olas en mi alma mueve,
¿cuándo la lluvia larga e importuna,
el viento fiero, el fuego intolerable,
la helada nieve menguarán su fuerza?
Fin pues suele tener cualquier fortuna,
no suele ser el mal siempre durable,
sino en mí, que hasta el bien me le refuerza.
Sin Título Arriba
A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.
O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
“Sólo sé que no sé nada”,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.
No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?
No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.
Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más
otros por cartas de menos.
Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.
En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.
¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?
Todos andan bien vestidos
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.
Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,
y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.
Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.
Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.
Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.
Mirando estoy los sepulcros
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.
¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!
Fea pintan a la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.
Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.
Ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni pascuas dieron.
Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.
Sin Título Arriba
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
“Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía”!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
“Mañana le abriremos” respondía,
para lo mismo responder mañana!
Sin Título Arriba
Versos de amor, conceptos esparcidos,
engendrados del alma en mis cuidados,
partos de mis sentidos abrasados,
con más dolor que libertad nacidos;
expósitos al mundo en que, perdidos,
tan rotos anduvisteis y trocados,
que sólo donde fuisteis engendrados
fuérades por la sangre conocidos.
Pues que le hurtáis el laberinto a Creta,
a Dédalo los altos pensamientos,
la furia al mar, las llamas al abismo,
si aquel áspid hermoso no os aceta,
dejad la tierra, entretened los vientos:
descansaréis en vuestro centro mismo.
Sin Título Arriba
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no envidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
amantes, no toquéis, si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno.
Manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora
y sólo del Amor queda el veneno.
De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado Arriba
Descaminado, enfermo, peregrino,
en tenebrosa noche, con pie incierto
la confusión pisando del desierto,
voces en vano dio, pasos sin tino.
Repetido latir, si no vecino,
distinto oyó de can siempre despierto,
y en pastoral albergue mal cubierto
piedad halló, si no halló camino.
Salió el sol, y entre armiños escondida,
somnolienta beldad con dulce saña
salteó al no bien sano pasajero.
Pagará el hospedaje con la vida;
más le valiera error en la montaña
que morir de la suerte que yo muero.
De una dama que, quitándose una sortija, se picó con un alfiler Arriba
Prisión de nácar era articulado,
de mi firmeza un émulo luciente,
un diamante, ingeniosamente
en oro también él aprisionado.
Clori, pues, que su dedo apremiado
de metal, aun precioso, no consiente,
gallarda un día, sobre impaciente,
lo redimió del vínculo dorado.
Mas, ay, que insidioso latón breve
en los cristales de su bella mano
sacrílego divina sangre bebe:
púrpura ilustró menos indiano
marfil; envidiosa, sobre nieve
claveles deshojó la Aurora en vano.
Sin Título Arriba
Ándeme yo caliente,
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañana de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de plata y nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.
Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.
Represéntase la brevedad de lo que se vive Arriba
¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?
Aquí de los antaños que he vivido;
la Fortuna mis tiempos ha mordido,
las horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue, mañana no ha llegado,
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
Sin Título Arriba
Poderoso caballero
es don Dinero.
Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo;
que, pues doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nace en las Indias honrado
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y pues quien le trae al lado
es hermoso aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán y es como un oro,
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla,
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.
Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que con haberle hecho cuartos
no pierde su autoridad;
pero pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues las hace bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra,
mirad si es harto sagaz,
sus escudos en la paz
que rodelas en la guerra;
y pues al pobre lo entierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Reconocimiento de la vanidad del mundo Arriba
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salime al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa, vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
A una nariz Arriba
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mál narigado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
las doce tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.
A la rosa Arriba
Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo,
y ni valdrán las puntas de tu rama
ni púrpura hermosa
a detener un punto
la ejecución del hado presurosa?
El mismo cerco alado
que estoy viendo riente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas,
y oro de su cabello dio a tu frente,
¡oh fiel imagen suya peregrina!
Bañote de su color sangre divina
de la deidad que dieron las espumas,
¿y esto, purpúrea flor, esto no pudo
hacer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una hora,
róbate silencioso su ardimiento
el color y el aliento:
tienes aún no las alas abrasadas,
y ya vuelan al suelo desmayadas.
Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la Aurora
mustia tu nacimiento o muerte llora.
Sin Título Arriba
Camino de la muerte, en hora breve
apresura la edad los gustos míos,
y mis llorosas luces en dos ríos
lloran cuán tardos sus momentos mueve.
A tal exceso mi dolor se atreve,
rendido él mismo de sus mismos bríos.
¡Ay, venga el tiempo que en sus hombros fríos
la común madre mis despojos lleve!
Crece a medida de la edad la pena;
con ella el gusto del funesto empleo
que mi grave dolor, ¡oh suerte!, ordena.
Y tan ceñido al alma le poseo,
que, mientras más la vida le enajena,
siento crecer más fuerza a tal deseo.
Monólogo de Segismundo, de “La vida es sueño” Arriba
¡Ay mísero de mí, ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos,
dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer,
¿qué más os pude ofender
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma,
¿y teniendo yo más alma
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
gracias al docto pincel,
cuando atrevida y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto,
¿y yo con mejor instinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío,
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su ida,
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan suave,
exención tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
Sin Título Arriba
Huye del sol el sol, y se deshace
la vida a manos de la propia vida,
del tiempo que, a sus partos homicida,
en mies de siglos las edades pace.
Nace la vida, y con la vida nace
del cadáver la fábrica temida.
¿Qué teme, pues, el hombre en la partida,
si vivo estriba en lo que muerto yace?
Lo que pasó ya falta; lo futuro
aún no se vive, lo que está presente
no está, porque es su esencia el movimiento.
Lo que se ignora es sólo lo seguro
este mundo, república de viento,
que tiene por monarca un accidente.
Soneto CXLV A su retrato Arriba
(Procura desmentir los elogios que a un retrato de
la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión)

Este que ves engaño colorido
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido.
Éste en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado,
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Soneto a una rosa En que da moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes Arriba
Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida,
de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!
Arguye de inconsecuente el gusto y la censura de los hombres, que en las mujeres acusan lo que causan Arriba
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone coco
y luego le tiene miedo.
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal,
burlándoos si os quieren bien.
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga,
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Ciencia de los cortesanos de este siglo Arriba
Bañarse con harina la melena,
ir enseñando a todos la camisa,
espada que no asuste y que dé risa,
su anillo, su reloj y su cadena;
hablar a todos con la faz serena,
besar los pies a misa doña Luisa,
y asistir como cosa muy precisa
al pésame, al placer y enhorabuena;
estar enamorado de sí mismo,
mascullar una arieta en italiano,
y bailar en francés tuerto o derecho.
Con esto y olvidar el catecismo
cátate hecho y derecho cortesano,
mas llevarate el diablo dicho y hecho
Un caballerito de estos tiempos Arriba
Levántome a las mil, como quien soy;
me lavo. Que me vengan a afeitar.
Traigan el chocolate, y a peinar.
Un libro… Ya leí; basta por hoy.
Si me buscan, que digan que no estoy.
Polvos… Venga el vestido verdemar…
¿Si estará ya la misa en el altar?
¿Han puesto la berlina? Pues me voy.
Hice ya tres visitas. A comer…
Traigan barajas. Ya jugué. Perdí…
Pongan el tiro; al campo, y a correr…
Ya doña Eulalia esperará por mí…
Dio la una. A cenar, y a recoger…
–¿Y es éste un racional? –Dicen que sí.
Al pintor que me ha de retratar Arriba
Discípulo de Apeles,
si tu pincel hermoso
empleas por capricho
en este feo rostro,
no me pongas ceñudo,
con iracundos ojos,
en la diestra el estoque
de Toledo famoso,
y en la siniestra el freno
de algún bélico monstruo,
ardiente como el rayo,
ligero como el soplo;
ni en el pecho la insignia
que en los siglos gloriosos
alentaba a los nuestros,
aterraba a los moros;
ni cubras este cuerpo
con militar adorno,
metal de nuestras Indias,
color azul y rojo;
ni tampoco me pongas,
con vanidad de docto,
entre libros y planos,
entre mapas y globos.
Reserva esta pintura
para los nobles locos
que honores solicitan
en los siglos remotos;
a mí, que sólo aspiro
a vivir con reposo
de nuestra frágil vida
estos instantes cortos,
la quietud de mi pecho
representa en mi rostro,
la alegría en la frente,
en mis labios el gozo.
Cíñeme la cabeza
con tomillo oloroso,
con amoroso mirto,
con pámpano beodo;
el cabello esparcido,
cubriéndome los hombros,
y descubierto al aire
el pecho bondadoso;
en esta diestra un vaso
muy grande, y lleno todo
de jerezano néctar
o de manchego mosto;
en la siniestra un tirso,
que es bacanal adorno,
y en postura de baile
el cuerpo chico y gordo;
o bien junto a mi Filis,
con semblante amoroso,
y en cadenas floridas
prisionero dichoso.
Retrátame, te pido,
de este sencillo modo,
y no de otra manera,
si tu pincel hermoso
empleas, por capricho,
en este feo rostro.
El otoño Arriba
Al bosque y al jardín el crudo aliento
del otoño robó la verde pompa,
y la arrastra marchita en remolinos
por el árido suelo.
Los árboles y arbustos erizados,
yertos extienden las desnudas ramas,
y toman el aspecto pavoroso
de helados esqueletos.
Huyen de ellos las aves asombradas,
que en torno revolaban bulliciosas,
y entre las frescas hojas escondidas
cantaban sus amores.
¿Son, ¡ay!, los mismos árboles que ha poco
del sol burlaban el ardor severo,
y entre apacibles auras se mecían
hermosos y lozanos?
Pasó su juventud fugaz y breve,
pasó su juventud y, envejecidos,
no pueden sostener las ricas galas
que les dio primavera.
Y pronto en su lugar el crudo invierno
les dará nieve rígida en ornato,
y el jugo que es la sangre de sus venas,
hielo será de muerte,
A nosotros los míseros mortales,
a nosotros también nos arrebata
la juventud gallarda y venturosa
del tiempo la carrera,
y nos despoja con su mano dura,
al llegar nuestro otoño, de los dones
de nuestra primavera, y nos desnuda
de sus hermosas galas,
y huyen de nuestra mente apresurados
los alegres y dulces pensamientos,
que en nuestros corazones anidaban
y nuestras dichas eran,
y luego la vejez de nieve cubre
nuestras frentes marchitas, y de hielo
nuestros áridos miembros, y en las venas
se nos cuaja la sangre.
Mas, ¡ay!, qué diferencia, cielo santo,
entre esas plantas que caducas creo,
y el hombre desdichado y miserable.
¡Oh Dios, qué diferencia!
Los huracanes pasarán de otoño,
y pasarán las nieves del invierno,
y al tornar apacible primavera
risueña y productora,
los que miro desnudos esqueletos
brotarán de sí mismos nueva vida,
renacerán en juventud lozana,
vestirán nueva pompa,
y tornarán las bulliciosas aves
a revolar en torno, y a esconderse
entre sus frescas hojas, derramando
deliciosos gorjeos.
Pero a nosotros míseros humanos,
¿quién nuestra juventud, quién nos devuelve
sus ilusiones y sus ricas galas?
Por siempre las perdimos.
¿Quién nos libra del peso de la nieve
que nuestros miembros débiles abruma?
¿De la horrenda vejez quién nos liberta?
La mano de la muerte.
Canción del pirata Arriba
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul.
Y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

“Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza
ni a sujetar tu valor.
“Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

“Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
“Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

“A la voz de ‘¡barco viene!’
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
“En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

“Sentenciado estoy a muerte.
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
“Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo
sacudí.

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

“Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
“Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar”.

Rima XVII Arriba
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado…
¡Hoy creo en Dios!
Rima VII Arriba
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!
A don Bartolomé Gallardete Soneto de un su amigo estante en la corte de S. M. Arriba
Caco, cuco, faquín, bibliopirata,
tenaza de los libros, chuzo, púa;
de papeles, aparte lo ganzúa,
hurón, carcoma, polilleja, rata.
Uñilargo, garduño, garrapata;
para sacar los libros cabria, grúa,
Argel de bibliotecas, gran falúa
armada en corso, haciendo cala y cata.
Empapas un archivo en la bragueta,
un Simancas te cabe en el bolsillo,
te pones por corbata una maleta
con tal que encierre libros, ¡so gran pillo!,
y al fin te beberás como una sopa,
llenas de libros, África y Europa.
Sin Título Arriba
Busca y anhela el sosiego…,
mas, ¿quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto,
dormido vuelve a soñar;
que hoy como ayer y mañana
cual hoy en su eterno afán
de hallar el bien que ambiciona
–cuando sólo encuentra el mal–
siempre a soñar condenado,
nunca puede sosegar.
Sin Título Arriba
Dicen que no hablan las plantas ni las fuentes ni los pájaros
ni el onda con sus rumores ni con su brillo los astros.
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
de mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
¡Astros y fuentes y flores!, no murmuréis de mis sueños.
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
Sin Título Arriba
El siglo diecinueve
nació cabeza abajo
y el corazón se le saltó del pecho
y, resbalando, le cayó en el cráneo.
Y por esta razón, sólo por ésta,
los hijos de este siglo caminamos
llevando el corazón en la cabeza.
El sauce y el ciprés Arriba
Cuando a las puertas de la noche umbría,
dejando el prado y la floresta amena,
la tarde, melancólica y serena,
su misterioso manto recogía,
un macilento sauce se mecía
por dar alivio a su constante pena
y en voz suave y de suspiros llena
al son del viento murmurar se oía:
“Triste nací…, mas en el mundo moran
seres felices que el penoso duelo
y el llanto oculto y la tristeza ignoran”.
Dijo, y sus ramas esparció en el suelo.
“¡Dichosos, ¡ay!, los que en la tierra lloran!”,
le contestó un ciprés, mirando al cielo.
ELEGÍA INTERRUMPIDA (O.Paz) Arriba
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Oigo el bastón que duda en un peldaño,
el cuerpo que se afianza en un suspiro,
la puerta que se abre, el muerto que entra.
De una puerta a morir hay poco espacio
y apenas queda tiempo de sentarse,
alzar la cara, ver la hora
y enterarse: las ocho y cuarto.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
La que murió noche tras noche
y era una larga despedida,
un tren que nunca parte, su agonía.
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse…
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Al que se fue por unas horas
y nadie sabe en qué silencio entró.
De sobremesa, cada noche,
la pausa sin color que da al vacío
o la frase sin fin que cuelga a medias
del hilo de la araña del silencio
abren un corredor para el que vuelve:
suenan sus pasos, sube, se detiene…
Y alguien entre nosotros se levanta
y cierra bien la puerta.
Pero él, allá del otro lado, insiste.
Acecha en cada hueco, en los repliegues,
vaga entre los bostezos, las afueras.
Aunque cerremos puertas, él insiste.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros perdidos en mi frente, rostros
sin ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco en ellos acaso mi secreto,
el dios de sangre que mi sangre mueve,
el dios de yelo, el dios que me devora?
Su silencio es espejo de mi vida,
en mi vida su muerte se prolonga:
soy el error final de sus errores.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa.
El pensamiento disipado, el acto
disipado, los nombres esparcidos
(lagunas, zonas nulas, hoyos
que escarba terca la memoria),
la dispersión de los encuentros,
el yo, su guiño abstracto, compartido
siempre por otro (el mismo) yo, las iras,
el deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada, las lentas erosiones,
la espera, el miedo, el acto
y su reverso: en mí se obstinan,
piden comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber el agua que les fue negada.
Pero no hay agua ya, todo está seco,
no sabe el pan, la fruta amarga,
amor domesticado, masticado,
en jaulas de barrotes invisibles
mono onanista y perra amaestrada,
lo que devoras te devora,
tu víctima también es tu verdugo.
Montón de días muertos, arrugados
periódicos, y noches descorchadas
y amaneceres, corbata, nudo corredizo:
“saluda al sol, araña, no seas rencorosa…”

Es un desierto circular el mundo,
el cielo está cerrado y el infierno vacío