Las FARC-EP, Segunda Marquetalia, rinden hoy un homenaje póstumo, con afecto guerrillero, al comandante Alfonso Cano, asesinado por el ejército hace 9 años, luego de un brutal bombardeo de la Fuerza Aérea contra su campamento, en Chirriaderos, área rural del municipio de Suárez en el Cauca.
Alfonso fue fusilado la noche del 4 de noviembre de 2011, por orden directa del presidente Juan Manuel Santos. “Yo dí la orden de eliminarlo, porque estábamos en guerra y seguimos en guerra”, reconoció en un acto electoral en Bogotá, el 13 de junio de 2014 ante la televisión y la radio, sacando pecho estúpidamente por ese crimen de lesa humanidad.
El comandante de las FARC-EP había sido capturado en combate, y se encontraba herido y desarmado bajo custodia de unidades del ejército, información que le fue transmitida inmediatamente al presidente de la república. Las noticias solo mencionaban el ataque aéreo y las operaciones terrestres, pero no sus resultados. Entre tanto Santos pensaba con sus generales qué hacer con el prisionero. Alfonso Cano era su interlocutor en el sueño de poner en marcha un proceso de paz para Colombia, pero pudo más la alevosía del insensato mandatario, que al imaginar que, un diálogo de Paz con Alfonso Cano vivo no tendría posibilidades de éxito, emitió la orden de fusilarlo. Perpetrado el crimen, bien entrada la noche, como experto manipulador de la prensa, difundió la noticia de la muerte en combate del comandante de las FARC.
No existe alma más rastrera, que la de ese expresidente. Alfonso, capturado en combate y ya indefenso, debió ser tratado conforme a los convenios internacionales que obligan al Estado colombiano.
El Protocolo II de 1977 adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, de obligada aplicación en los conflictos armados sin carácter internacional, señala en el artículo 4 que, quien haya dejado de participar en las hostilidades, tiene derecho a que se respete su persona, a ser tratado con humanidad en toda circunstancia, sin ninguna distinción de carácter desfavorable. Y expresamente se indica que queda prohibido ordenar que no haya supervivientes.
El artículo 145 del Código Penal colombiano, prohíbe los actos de barbarie, como la práctica de rematar heridos o enfermos. Se considera delito en dicha disposición, ordenar no dejar sobrevivientes, lo cual es considerado crimen de guerra en el Estatuto de la Corte Penal Internacional (artículo 8, numeral 2, literal I), que es norma que el Estado colombiano dice acatar, al tiempo que, como se observa, viola la prohibición del homicidio intencional. Por lo demás, ¿qué interpretación da, entonces, el régimen al literal VI, que indica que es un crimen privar deliberadamente a un prisionero de guerra de su derecho a ser juzgado legítima e imparcialmente?
Con frecuencia los voceros del régimen esgrimen la Constitución de 1991 para argumentar que estamos bajo las reglas de un Estado democrático, pero es evidente que más allá de la literalidad que expresa, por ejemplo en el artículo 11, que el derecho a la vida es inviolable y que no habrá pena de muerte, en la realidad se asesina a sangre fría, con premeditación y alevosía, lo cual hace vana para la inmensa mayoría de nuestros compatriotas, la suscripción que el Estado colombiano ha hecho de instrumentos como la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de 1969, que en su artículo 4 admite, sólo la pena de muerte en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito, subrayando que en ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos, ni comunes conexos.
Santos le dictó la pena de muerte a Alfonso Cano, sin existir en Colombia una ley que autorice la pena de muerte. ¿Por qué no condujo al prisionero a los tribunales en lugar de asesinarlo?
Ese presidente reconoció que ordenó ejecutar extrajudicialmente a un prisionero de guerra herido, desarmado y fuera de combate. Fue una orden impartida de manera directa por quien era el Comandante Supremo de todas las fuerzas armadas y de policía. El artículo 189 de la Constitución confirma que el Presidente de la República como Jefe de Estado, Jefe del Gobierno y Suprema Autoridad Administrativa, es quien dirige la fuerza pública y dispone de ella como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de la República, siendo suya la potestad de dirigir las operaciones de guerra cuando lo estime conveniente. Y son estas las circunstancias de tiempo, modo y lugar, etc., que rodean la sustancia del hecho concreto del asesinato del comandante Alfonso Cano, en el que de manera plena aparece como responsable el Presidente Juan Manuel Santos, si consideramos la confesión de parte y la existencia de una cadena o línea de mando que supuestamente funciona de modo eficaz, de forma ejecutiva, de manera estudiada, metódica, consciente y vertical, sin obstrucción en la estructura jerárquica.
Exigimos que Juan Manuel Santos sea llamado a aportar verdad plena y exhaustiva sobre este caso ante la Jurisdicción Especial para la Paz, teniendo también en cuenta que se trata de un crimen de guerra sobre el cual se tendrán que recabar pruebas hasta hoy ocultas, desde el examen forense hasta los testigos y autores o participantes in situ, quiénes tomaron la decisión de ejecutarlo y quiénes dispararon contra Alfonso tras haberse informado previamente su captura y estado de indefensión al hallarse desarmado y herido.
El cadáver del jefe insurgente mostraba las marcas de pólvora en sus manos al tratar de evitar los disparos de sus verdugos uniformados.
El Premio Nobel de paz, no le alcanzará a Santos para encubrir este crimen de Estado, que es también un crimen de lesa humanidad.
POR REVISTA PUEBLOS/
El último número impreso de la revista Pueblos ha conseguido condensar en sus páginas la memoria de un proyecto de comunicación alternativa con más de veinte años de recorrido. Y lo ha hecho a través de artículos de gran calidad que promueven debates necesarios en los derechos humanos, la solidaridad internacionalista y la comunicación crítica. Como también a partir de ilustraciones que aúnan una gran belleza con un fuerte contenido político. En definitiva, el cierre de la revista impresa ha logrado crear una valiosa y bonita herramienta para la información, la formación y el debate. Por eso queríamos dar las gracias a las suscriptoras y suscriptores, las personas colaboradoras del Consejo Editorial, el Consejo de Redacción, ilustradoras, autoras y todas aquellas que lo han hecho posible.
Aunque la revista ha tenido una trayectoria larga, sus costes de edición no son ajenos a la crisis del papel y de las nuevas tecnologías de la información que sufre la prensa en general. En ese contexto, la supervivencia de este tipo de publicaciones resulta complicada. Las suscriptoras y suscriptores, las colaboraciones desinteresadas y el apoyo de algunas instituciones han sido claves para su continuidad hasta ahora. Sin embargo, no han sido suficientes para poder sostener la edición impresa. De ahí que el número 78 de la revista Pueblos haya sido una despedida tras un proceso de reflexión interna sobre la viabilidad de un medio internacionalista impreso de una organización como Paz con Dignidad. Pero queremos que sea un “hasta pronto”.
Porque seguimos apostando por una comunicación crítica a través de las web de Paz con Dignidad y el Observatorio de Multinacionales en América Latina, de sus redes sociales, de los libros, informes, videos, documentales, monográficos y cuadernos que vamos a seguir publicando, tanto de nuestra autoría como de autorías colectivas con otras organizaciones. También queremos seguir contribuyendo al debate colaborando con medios alternativos como La Marea y El Salto, donde participamos con espacios específicos de la organización. Y apostamos por nuevos formatos, como la televisión. Así, acaba de echar a andar el proyecto Tantaka TV , en alianza con Mugarik Gabe y Cubainformación. Seguimos en un proceso de reflexión sobre las herramientas comunicativas que creamos y en las que participamos con el fin de conservar el bagaje cosechado por Pueblos y las alianzas con las personas y colectivos con los que hemos colaborado hasta ahora.
Nos seguimos encontrando en las calles, en las redes, en los movimientos sociales, en nuevas publicaciones y proyectos comunicativos. ¡Hasta pronto!
Discurso de Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, en la ceremonia de apertura de la 39º Conferencia de Apoyo y Solidaridad con el Pueblo Saharaui celebrada en Madrid el 14 y 15 de noviembre de 2014
Un Mercado Común Asiático basado en el ‘libre comercio’ y con un contenido neoliberal que poco tiene que envidiar al europeo
Por TeleSur/
Un nuevo tratado comercial que supone un tercio de la economía global, con países que suman un 31% de la población mundial y un mercado de unos 2.300 millones de personas. El impulsor y mayor beneficiario del acuerdo ha sido China. El acuerdo supone un golpe más a la ya de por sí deshinchada hegemonía económica de EEUU. Sin embargo, es un acuerdo basado en el ‘libre comercio’ y con un contenido neoliberal que poco tiene que envidiar al europeo o al americano.
15 presidentes de países de Asia-Pacífico firmaron virtualmente este domingo la creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), el mayor tratado de libre comercio del mundo, con China a la cabeza.
La RCEP es fruto de ocho años de negociaciones entre los miembros de la Asean (Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam) y seis naciones con los que el bloque regional tiene acuerdos de libre comercio (Australia, Corea del Sur, China, Japón, Nueva Zelanda y la India, aunque esta última anunció en noviembre de 2019 que no lo firmaría por el momento).
El tratado supone un tercio de la economía global y un mercado de unos 2.300 millones de personas.
La RCPE rebajará los aranceles hasta el 90 por ciento y aborda asuntos como la economía digital, las inversiones y la propiedad intelectual, aunque no contiene regulaciones sobre los derechos laborales y el medio ambiente.
El primer ministro de China, Li Kequiang, citado por Xinhua, destacó que «la firma de RCEP no solo es un logro histórico de la cooperación regional de Asia Oriental, sino también una victoria del multilateralismo y el libre comercio», agregó.
El primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, calificó el RCEP como «un gran paso adelante para el mundo, en un momento en que el multilateralismo está perdiendo terreno y el crecimiento global se está desacelerando».
Algunos expertos estiman que el tratado permitirá activar la economía y acelerar la recuperación tras el impacto de la pandemia en los países de la región.
Ong ‘s han criticado la RCEP por dar prioridad a los intereses de las multinacionales y desproteger a los pequeños productores, principalmente en el sector agrícola.
Firmado Olivier Herrera Marín/
Comunicado de POETAP (Poetas de la Tierra y Amigos de la Poesía)/
Tras la destitución de su legítimo presidente Martin Vizcarra por el congreso de diputados, el 9 de noviembre de 2020. Las manifestaciones multitudinarias de oposición al nuevo gobierno, los muertos y heridos por armas de fuego a causa del desproporcionado y brutal uso de la violencia ejercida por la policía. Y la demisión del nuevo presidente interino, Manuel Merino. Constatamos que independientemente de la veracidad o falsedad de las acusaciones de corrupción vertidas contra Martín Vizcarra. El Congreso en pleno actuó muy a la ligera y sin prever las consecuencias directas e inmediatas que iba a tener la destitución de Vizcarra y el nombramiento interino de Merino, para la sociedad civil, y para la independencia del Tribunal Constitucional en Perú y en todo Estado de derecho.
Todo estado, tiene el deber de garantizar el orden público, y más en un periodo de transición política, pero ante las manifestaciones pacíficas de sus ciudadanos, derecho inviolable en todo régimen político que se precie de ser formal y realmente democrático, y no un remedo vergonzoso de la dictadura encubierta del poder de la elite económica dominante. Que se quita la careta y se desautoriza todo gobierno que alienta o permite reprimir y disolver las manifestaciones de sus ciudadanos con esa inusitada violencia a plomo, sangre y fuego.
Ante la extrema gravedad de lo acaecido hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía de Perú, a todas sus organizaciones sociales, cívicas y políticas, a todos los diputados de los partidos presentes en el Congreso, y demás mandatarios, así como a la policía, y el conjunto de fuerzas armadas, a mantener la calma, la templanza y el dialogo, y no caer en ninguna provocación, asegurando el mantenimiento del orden público sin cometer ningún abuso del poder institucional y arbitrario del estado. Y convocar de inmediato o en el plazo más breve posible a elecciones a cortes para que el voto soberano del pueblo decida en las urnas, lo que mejor estime para Perú y sus históricos y dignos pueblos, sin ninguna presión ni injerencia en sus asuntos internos, de ninguna potencia económica y/o política extrajera, sea está cual sea.
Hijo, amarás el mar y la tierra sobre todas las cosas/
Defenderás el paisaje natural y la naturaleza salvaje/
Respetarás la vida de los árboles y de los animales./
Madrugada del 4 de noviembre de 2020/
Pese a la tormenta perfecta, que se está forjando en USA contra el clima y la salud de nuestro azul y único planeta, la diversidad de todas sus especies y seres vivos, y la supervivencia de la humanidad. No bajaremos los brazos ni tiraremos la toalla dándonos por vencidos, dice el dicho cierto, mientras hay vida hay esperanza. Y si la mala bestia de Trump es hoy el enemigo nº 1 y el mayor peligro de USA y de la Madre Tierra, Trump, no es Dios ni el ombligo ni fin del mundo por más que él lo diga.
Lo de Trump, y sus seguidores de la USA más inculta y profunda, es realmente una cuestión clínica y socialmente aterradora por la extensión y poder de los zombis y demás caníbales devoradores de los suyos, los semejantes y los diferentes, que siguen sordos y ciegos las órdenes del nuevo Atila. La peor pesadilla para todos los demócratas, humanistas y ecologistas de los EEUU, de la EU, y de todo el mundo hoy habitado y aún habitable
El dilema que se nos presenta no es nada fácil, para quienes sabemos que el resultado de las elecciones tal y como están apuntando nos sitúa en una encrucijada diabólica entre lo más malo que nos podía ocurrir, y lo peor, que podría aún venir, sí un presidente endiosado que no piensa aceptar ningún resultado adverso a sus intereses, se dispone a emular a Nerón antes de abandonar la Casa Blanca.
Trump, intenta arrastrarnos a la caída al abismo sin fondo, camino del infierno, o al caos generalizado, de la primera potencia económica y política, técnico científica y militar, que se halla dividida en dos bloques enfrentados, casi iguales e irreconciliables, armados hasta los dientes. Y que Trump se prepara a sacar a las calles y plazas del imperio, que son suyas, para imponer su fuerza de Jefe de los cuatreros y pistoleros made in USA con un revólver y Winchester en cada mano, si él termina perdiendo las elecciones por puntos, con los 100.000.000 de votos, por correo, que parecen favorables a Biden.
Trump, nos enfrentaría en un escenario prebélico con una violencia generalizada, y antes nunca vista, a otra guerra civil en USA (ignoramos cual podría su intensidad y consecuencias) haciendo retroceder él, 160 años, las manecillas del reloj de la historia, a los tiempos de la Guerra de Secesión.
Elecciones USA Madrugada del 5 de noviembre de 2020
Biden va ganando por puntos y parece ser que tiene todas las papeletas necesarias del voto por correo para ganar las elecciones. El problema será la reacción intempestiva y furibunda de ese maldito energúmeno, falócrata y misógino, dicho sea con suavidad, por no mentar a quién no procede ni escribir todo lo que yo siento ante la visión vomitiva de esa repugnante bestia, sucia e infrahumana que se ve muy alto, rubio y guapo, se ve el DIOS de USA cuando es tan solo…
La situación en USA ha dado un vuelco, Biden ha tomado la delantera en las urnas, pero aún nos queda camino por hacer y está plagado de trampas mortales. Trump, pésimo perdedor, va a jugar sus cartas a vida o muerte, que sabe lo que le espera cuando salga del despacho oval y abandone la inexpugnable fortaleza de la Casa Blanca. Trump, alias, el sucio, no se parará ante nada ni ante nadie, y mentira compulsivamente sin ninguna vergüenza ni decoro pensando en sí mismo y sin el mínimo pensamiento de Gratitud y de AMOR por USA ni por la vida y la suerte de todos los millones de ciudadanos que le han apoyado y votado siguiéndole como ovejitas en su carrera suicida hacia las ciénagas de Florida, hoy, plagadas de las grandes serpientes pitón de Birmania que están acabando con los caimanes autóctonos.
Trump, sabe que está perdido y lo perderá todo, aunque escape por los desagües de la Casa Blanca para intentar escapar sus podridos huesos de la cárcel; por ladrón de guante blanco o estafador, perjuro y mafioso, y asociación criminal para delinquir y evadir impuestos, pero haga lo que haga, ni el Tribunal Supremo le va a poder salvar, y ya siente que él va a terminar como termino Al Capone
Elecciones USA Madrugada del 7 de noviembre de 2020
El resultado está ya clarísimo, Pierde Trump y GANA el PLANETA, sin que le podamos dar por ello, ningún cheque en blanco a Biden, Él, no deja de ser la otra cara de la misma moneda, el dólar, que siendo, eso sí, mucho más lucida, culta y amable, y mil veces preferible, no deja de ser la faz de un fidedigno defensor y máximo portavoz del Imperio USA, y de su intocable sistema político-jurídico-económico-militar; supremacista, clasista, colonialista, depredador de todas las especies vivas e hijos dilectos de la Madre Tierra. Pero al menos Biden, sabe que no puede seguir la suicida carrera extractiva auto destructiva de la Tierra, y tiene que tomarse muy en serio el cambio climático y sus terribles consecuencias para la salud del Planeta y la pervivencia de la humanidad. Sabe que tendrá que volver al Acuerdo de París Sobre el Clima y escuchar y respetar ¡Sí o Sí¡ A la comunidad científica y a las organizaciones cívicas y partidos conservacionistas y ecologistas.
Igualmente causa estupefacción y sonrojo el interminable recuento y la tensa espera para poder oficialmente el resultado de las elecciones presidenciales en la primera potencia mundial que nada bueno dice de su falta de medios técnicos y de recursos humanos para anunciar lo que cualquier país y sistema político del mundo está en condiciones de anunciar a las pocas horas del cierre de las urnas y los colegios electorales.
Pero hay que ser positivos y del mal, al votar, saber distinguir y elegir siempre el menor. Para sobrevivir y seguir viendo un rayo de luz al final del túnel. Trump, acabado y amortizado para su partido, es un zombi, y tendremos paciencia y guardaremos la calma, toda la necesaria y más, ante las salidas pueriles e intempestivas de un pésimo perdedor, la demencia incendiaria de un Trump desnortado e imprevisible, que se aferra a su silla del Despacho Oval, se enroca y revuelve en el uso y abuso del poder. Un Trump, que anda con una mueca desconocida de triunfalista cariacontecido, abatido y cabizbajo con la mirada ida y la boca desencajada por la rabia. A Trump, solo le quedará twitter, al abandonarle los republicanos con cierto pudor que no están tan ciegos y sordos, ven como el gurú pierde los papeles y la razón, y solo busca morir matando, arrastrando consigo a cuantos le sigan en su propio descenso al infierno de Dante.
Olivier Herrera Marín
Presidente de POETAP (Poetas de la Tierra y Amigos de la Poesía)
En las elecciones norteamericanas ha sucedido lo previsible, no lo que nos contaron que iba a suceder./
BBC y The Guardian otorgaban ocho puntos de diferencia al candidato demócrata Joe Biden, situando al actual presidente Trump con un 43 o 44 por ciento de los votos y al aspirante Biden con un 51 o 52 por ciento de los sufragios, basándose en un rastreo de múltiples encuestas de medios estadounidenses. La realidad es que tras las doce primeras horas de conteo los dos candidatos están igualados, lo cual, nos guste o no, es ya una victoria moral para un Trump a quien todos daban como un perdedor seguro. Aunque unas elecciones se basan, o se deberían basar, en un resultado firme que tenga en cuenta hasta el último voto emitido, Trump ha aprovechado esta sorpresa para proclamarse ganador de las elecciones y denunciar fraude electoral.
Primeros datos que nos llevan a una serie de reflexiones incómodas, esas que los expertos rodeados de gráficas parecen no querer tener en cuenta. Si tras doce horas aún no somos capaces de proclamar un ganador claro parece obvio afirmar que el sistema de conteo de votos en Estados Unidos es como poco mejorable. Aunque estos comicios tenían el plus del coronavirus, lo que ha provocado un gran aumento del voto por correo o depositado anticipadamente, no parece de recibo que el que se sitúa como uno de los países más desarrollados del mundo sea incapaz de ofrecer un resultado cristalino tras medio día de recuento. Aunque el sistema electoral estadounidense es federal, cada Estado tiene sus especificidades, se repite este hecho inusual elección tras elección, a diferencia de países comparables que ofrecen sus resultados unas pocas horas después de terminados los comicios. Un sector público depauperado, salvo en lo militar, es incapaz de ofrecer un sistema electoral rápido y fiable. Que se lo pregunten a Al Gore.
Pero las encuestas, los analistas y los estudios que anticipaban una cómoda victoria para Biden, ¿por qué han vuelto a fallar como ya sucedió en 2016? Por la sencilla razón de que la mayoría de medios de comunicación, que son quien encargan los sondeos, retuercen tanto el análisis político que son incapaces de ofrecer luego una foto clara de algo tan concreto como un resultado electoral. Lo cierto es que se produce un fenómeno de espiral, tanto en la información como en el análisis, que arrastra al silencio o la intrascendencia a quien se atreve a dar una visión diferente de lo que sucede. Biden parece haber obtenido un mejor resultado que Hillary Clinton en 2016, pero ni de lejos lo suficientemente bueno para haber ganado las elecciones como se anticipaba.
Esto no debería ser ninguna sorpresa cuando representa exactamente lo mismo que Clinton: el establishment demócrata. La gente puede votar contra Trump, pero pocos lo hacen por un candidato que lleva toda su vida en política, habiendo sido vicepresidente con Obama, posicionándose al lado del orden económico establecido sin fisuras. ¿Cómo reconocer lo obvio cuando la mayoría de grandes medios se pueden situar en el mismo epígrafe sistémico? Cuando Biden competía en las primarias de su partido, el aparato mediático afín a los demócratas machacó a su rival Bernie Sanders, un socialdemócrata calificado de comunista, una táctica más propia del trumpismo que de los liberals. ¿Ya no nos acordamos de las revelaciones del New York Times que en el momento justo torció la historia para vincular a Sanders con la URSS, simplemente por haber establecido relaciones de amistad en su época de alcalde con alguna ciudad soviética? Si te empleas de esta forma para defender al candidato de las élites demócratas luego no puedes explicar este resultado, hablando de sorpresa, por no expresar tu propia incapacidad ideológica.
Biden, probablemente, sea el ganador de estas elecciones por un resultado mínimo que no hubiera sido tal, de nuevo probablemente, sin la pandemia mediante. La propuesta demócrata, hundida desde que Clinton se impuso a Sanders en unas cuestionables primarias, arrastrada de nuevo con la elección de Biden, no ilusiona ni convence, pero muchos norteamericanos han percibido un hecho cierto: Trump es un peligro para la democracia y la convivencia, aún más que el peligro que supone para esa democracia el aparato demócrata, que tan sólo quiere llevarla a donde ha estado siempre, al lado de un capitalismo agresor y rapaz, con ellos mismos y con los demás países del planeta. La pregunta incómoda es la siguiente: ¿por qué entonces millones de norteamericanos han vuelto a confiar en Trump, tras cuatro años muy cuestionables, tras una gestión sanitaria de la covid desastrosa, tras situar el país al borde de la ruptura?
Incluso contando el incidente de Irán, la presidencia Trump ha sido la menos belicosa con respecto a países extranjeros. Trump ha salvado muchos puestos de trabajo, a un coste gigantesco, de un millón de dólares por empleo, al iniciar su guerra comercial con China, teniendo los mejores datos de empleo, aún a costa de la precariedad, de las últimas décadas. Además Trump sigue teniendo el apoyo de determinadas élites que se vieron enormemente perjudicadas por la globalización, las productoras, frente a las tecnológicas y financieras. No se equivoquen, en mi opinión, Trump, por lo que les expondré a continuación, es un peligro civilizatorio, lo cual no implica que tras la gigantesca incertidumbre de esta pasada década, haya millones de personas, en un espacio enormemente transversal, a las que les da completamente igual ese peligro. «Quiero seguridad vital y me da igual el resto», es su máxima, una injusta y peligrosa, pero desde luego nada sorpresiva ni descabellada. La época de estable caos neoliberal, donde lo único que importaba era elegir el banco que nos diera el mejor crédito, se ha terminado para siempre. Ahora queremos saber qué va a ser de nuestra vida, ansiamos la certeza por encima de la democracia. Y eso parece que tampoco conviene señalarlo.
El proyecto de Trump tampoco es sorpresivo ni nuevo. Entronca con una rama capitalista que asume que la democracia no es que sea una molestia necesaria, sino un hecho que se puede retorcer, incluso eliminar, en demérito de un autoritarismo basado en el espectáculo, la comunicación sesgada, la creación de enemigos internos artificiales, la polarización permanente e incluso conducida a un tipo de electoralismo censitario, escasamente representativo y con su resultado pautado de antemano. Lo mismo que el proyecto neoliberal, vaya, pero en vez de mediante seducción, marketing e ideología aspiracional, con miedo al vecino. Trump, y esto es especialmente incómodo de escribir, no ha surgido de la nada, sino del propio proyecto neoliberal, uno que socavó la economía productiva y, por tanto, rompió la base material para el sistema político derivado del capitalismo, la democracia liberal. Si no somos potencialmente iguales en lo vital, al menos en esa oportunidad teórica que proclamaban los fordistas, difícilmente podremos ser iguales en nuestra acción ciudadana. Hemos pasado del ascensor social a la trinchera social y lo hemos hecho desde que Thatcher y Reagan aparecieron en escena. Justo en esta época, los ochenta, fue cuando Trump amasó su fortuna especulando con el suelo en la Nueva York quebrada por la trampa de la deuda.
Aunque Trump pierda estas elecciones no será sencillo coser a la sociedad estadounidense. En ese sentido, Trump ha conseguido uno de sus objetivos o, mejor dicho, todo el entramado de intereses que le auparon, que le hicieron pasar de ser un millonario showman a una figura de esperanza política. Como lo leen, esperanza, justo esa que predicó Obama y que dejó no a medio camino, sino sepultada en un proyecto que distaba mucho entre su realidad y los principios que decían impulsarlo. El individualismo extremo, el racismo y el odio al adversario ideológico, ya enemigo, existía en diferentes grados en la sociedad norteamericana antes de la llegada de Trump. Ahora es una moneda de cambio habitual en muchos de sus habitantes que, dicho sea de paso, no se perciben como peligrosos ultraderechistas, sino simplemente como buenos americanos que no quieren que las élites, siempre en abstracto, les quiten lo que es suyo. Y para ello votan, precisamente, a un multimillonario. Si te has cargado, con un martillo neumático moral, la percepción política de clase durante décadas, no te lleves las manos a la cabeza cuando el miedo se exprese a través de estas bárbaras contradicciones.