Mito de Apolo y Dafne

Pocas historias mitológicas han dado lugar a representaciones más bellas que las del mito de Apolo y Dafne: la persecución amorosa del dios Apolo y el rechazo de la ninfa Dafne.

Apolo es uno de los dioses más importantes de la mitología griega, por lo que la difusión de este mito es aún mayor. Dafne fue una de sus pretensiones amorosas, un amor o desamor no consumado y que dio origen al símbolo de la victoria por la corona de laurel. A continuación hablaremos más sobre el mito de Apolo y Dafne.

El mito de Apolo y Dafne

Contextualizando el mito

El mito de Apolo y Dafne pertenece a la mitología griega. Es una historia de amor no correspondida que termina en transformación, en una metamorfosis que recoge un elemento archiconocido: la corona de laurel.

Dafne era una ninfa dríade, una ninfa de los árboles, que encontraba en el bosque su sentido de ser; su nombre significa «laurel». Por su parte, Apolo es uno de los dioses más importantes de la mitología griega; es uno de los dioses olímpicos. Hijo de Zeus y Leto, hermano gemelo de Artemisa, se le ha relacionado con las artes y la música, el arco y la flecha. También es dios de la muerte súbita y de las plagas y enfermedades, lo que no le impide ser dios de la belleza y la perfección. En definitiva, Apolo es quizás el dios griego más importante tras su padre Zeus; y esto, sumado a sus múltiples características, le ha llevado a poseer multitud de templos en su honor.

La conversión de Dafne en laurel dio como resultado un árbol sagrado y eterno, siempre verde, con el que coronar con sus hojas a los héroes victoriosos de los Juegos Olímpicos. La corona de laurel quedaría representada para siempre como símbolo de triunfo y magnanimidad.

Hojas de laurel

El mito de Apolo y Dafne

Eros, dios del amor, sintiéndose ofendido por Apolo, decidió acertar con una flecha de oro al dios, lo que provocaría un amor irrefrenable al ver a Dafne. En cambio, Eros apuntó con una flecha de hierro a la ninfa, que provocaría su rechazo. A partir de aquí se produce una ardiente persecución por parte de Apolo hacia Dafne, aunque no correspondida.

Dafne era una ninfa dríade, de los árboles, y que ya había protagonizado otros rechazos anteriormente porque se negaba a desposar a ningún pretendiente. Ella siempre había sentido interés por la caza, la vida libre en el bosque y no deseaba casarse. Así se lo había hecho saber a su padre, Ladón (un dios fluvial). Sin embargo, él dudaba de que su hija pudiera rehuir siempre a sus pretendientes, ya que destacaba por su belleza.

Apolo, hijo de Zeus y hermano gemelo de Artemisa, obsesionado por casarse con Dafne, persiguió durante un tiempo a la ninfa dríade, asediando todos sus movimientos. Pero Dafne siempre lo despreció y durante un tiempo logró mantenerlo apartado. Pero cuando los dioses observaron los infructuosos intentos de Apolo por darle alcance, intercedieron por él. Fue entonces cuando Dafne, desesperada, pidió a su padre y a su madre, la diosa Gea, que la ayudaran. Se apiadaron y la transformaron en laurel, en un arbusto del bosque.

Apolo solo consiguió abrazar un montón de ramas. Prometió, no obstante, amarla para siempre y resolvió coronar a los héroes y campeones de los Juegos Olímpicos con una corona de laurel.

Significado del mito

En el mito se pueden apreciar sendos comportamientos contrarios. Hay una oposición muy fuerte entre el dios y la ninfa: por una parte, él arde de pasión y desea atraparla y poseerla; ella en cambio se mantiene distante, en su aborrecimiento huye de él hasta las últimas consecuencias. Además de la evidente diferencia entre la lascivia masculina y el virtuosismo femenino, también se aprecia una rebeldía en Dafne que la hace destacar entre otros caracteres femeninos. Dafne no desea contraer matrimonio, ni con Apolo, ni con ningún otro hombre. Ella desea ser libre, fuera de la sumisión masculin; lo que le atrae es la caza y la vida en el bosque. Acepta con resignación su transformación en laurel con tal de no caer en las manos indeseadas de Apolo. Se mantiene virgen y libre de imposición, con ayuda de su padre.

Acrópolis y Partenon

Representaciones del mito

La representación artística más célebre del mito de Apolo y Dafne quizá sea la que esculpió Gian Lorenzo Bernini en el siglo XVII. Es una obra barroca que por su belleza y por la importancia que tiene dentro de la Historia del Arte es de obligada visita si tienes la oportunidad de conocer la Galería Borghese de Roma. Bernini la creó en mármol entre 1622 y 1625 con una altura mayor a los dos metros. Recoge el momento exacto en que Dafne se está empezando a transformar en arbusto, justo cuando Apolo le da alcanza y la rodea la cintura. También queda registrada la sorpresa de Dafne en su transformación, así como el miedo y la repulsa que le provoca ser atrapada por Apolo.

En literatura, el poema de Ovidio Las metamorfosis recoge también el mito y el propio Petrarca se hizo eco de esta historia porque hizo una analogía entre su amada y Dafne. Igualmente, Dafne ha sido objeto de mención en multitud de obras artísticas. Por ejemplo, famosas son también las óperas de Richard Strauss y Francesco Cavalli. En pintura encontramos en el siglo XV el cuadro Apolo y Dafne de Piero Pollaiuolo, y en el XVII la representación Apolo persiguiendo a Dafne de Theodoor van Thulden.