Juan Ortiz

¿Cuál es la estructura de un soneto?

¿Cuál es la estructura de un soneto?

El soneto es una de las formas más conocidas y veneradas de la poesía lírica, con siglos de historia y una profunda influencia en la literatura de todo el mundo. Esta estructura poética, que se originó en Italia durante el Renacimiento, se caracteriza por su complejidad formal y su capacidad para transmitir emociones en un espacio relativamente breve.

A lo largo de los años, el soneto ha sido utilizado por algunos de los poetas más destacados de este oficio, desde Petrarca hasta Shakespeare, conservando su popularidad. Estructuralmente, estas composiciones están constituidas por 14 versos de arte mayor de 11 sílabas cada uno. Se distribuyen en 4 estrofas de rima consonante, las dos primeras de 4 versos, y las restantes, de 3.

Contexto histórico del soneto

El soneto tiene sus raíces en Sicilia y fue popularizado por el poeta Petrarca en el siglo XIV. La palabra con la que se distingue proviene del francés antiguo «sonet», diminutivo de «son». Más tarde, esta fue adoptada por el provenzal «sonet» y el italiano «sonetto». Etimológicamente, su significado vendría a ser algo así como «pequeña canción» o «cancioncilla».

Aunque este tipo de composición se originó en Italia, contando con exponentes como el maestro Dante Alighieri, su estructura se adaptó y se extendió a lo largo de Europa, especialmente en España e Inglaterra. En estos países, autores como Garcilaso de la Vega y William Shakespeare lo utilizaron con gran mérito.

Características básicas de un soneto

El soneto clásico consta de 14 versos distribuidos en dos cuartetos —es decir, estrofas de cuatro versos de arte mayor— y dos tercetos —o sea, estrofas de tres versos de arte mayor—. Todas las subestructuras son endecasílabas, aunque el esquema de la rima puede variar. A continuación, explicaremos suscaracterísticas.

Cuartetos

Los ocho versos de los dos cuartetos iniciales de un soneto suelen presentar el tema principal del poema —en ellos se desarrolla la idea, el sentimiento del autor—.Dichos cuartetos tienen un esquema de rima que puede variar, pero el más común es ABBA ABBA.

Ejemplo

1 cuarteto del soneto XXIII (Garcilaso de la Vega)

«En tanto que de rosa y azucena

se muestra la color en vuestro gesto,

y que vuestro mirar ardiente, honesto,

enciende al corazón y lo refrena»

Tercetos

Los seis versos de los dos tercetos restantes suelen servir para la conclusión o reflexión final del poema. En esta parte, el poeta desarrolla un giro en la argumentación o expresa una resolución. El esquema rima de los tercetos puede variar más que el de los cuartetos, pero los más comunes son CDE CDE o CDC DCD.

Ejemplo

1 tercero de El invierno (Rubén Darío)

«Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;

Entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;

Voy a besar su rostro, rosado y halagüeño»

¿Cuál es la estructura de un soneto?

Para comprender este apartado, es necesario tener claras las partes que lo componen y ciertos conceptos. Estos son algunos de los términos que se asocian al soneto:

Versos de arte mayor

Se les llama de esta forma a los versos que tienen 9 o más sílabas métricas. Esto se identifica a través de letras mayúsculas en orden alfabético —por ejemplo: una estrofa «ABBA»—.

Respecto a esto último, es necesario tener presente que existe la figura del sonetillo italiano, el cual es un soneto de arte menor, más específicamente de versos octosílabos. Esta forma rima de la siguiente manera: abab abab cdc dcd.

Ejemplo de sonetillo:

Fragmento de «Otro Abel», por Juan Ortiz

«Me engrané, pues, y cedí

al ente condicionante

sin mesura. De mí di

lo que entrega un sabio amante,

mucho más allá del si

en la escala alta; un diamante

pulido era en todo: fui

Virgilio, también fui Dante.

Cumplí en la medida dada,

no se me halló falta alguna,

ni en la plegaria intrincada

sumergido en la laguna

—de espaldas, solo—, ni en cada

ruego al Dios bajo la luna».

Rima

Como se explicó en apartados anteriores, la rima en el soneto compagina las terminaciones de los versos a partir de la sílaba tónica. Un medio muy común para organizar las combinaciones de los versos son las letras del alfabeto en orden. Estas nos facilitan saber cuáles versos riman entres sí. Por ejemplo: una estrofa «ABBA» muestra que el primer verso debe combinar con el cuarto y el segundo con el tercero.

Estructura de un soneto

Métrica

Cada uno de los versos de un soneto debe ser endecasílabo, es decir: tiene que estar conformado por 11 sílabas métricas.

Estrofas

Dos cuartetos y dos tercetos.

Rima

ABBA – ABBA – CDC – CDC.

NOTA

Es necesario recordar que, en español, los sonetos pueden presentar variantes en la rima. Entre las más comunes se encuentran: CDE – CDE o CDE – DCE.

Sonetos polimétricos

Se refiere a sonetos con composiciones poéticas que mantienen una estructura métrica libre, ajustándose a los gustos del escritor. Rubén Darío fue muy conocido por hacer uso de ellos, y llegó a mostrarlos en varias ocasiones. Entre sus poemas de este estilo, destacan sus combinaciones de endecasílabos con heptasílabos.

Contenido y temáticas del soneto

A pesar de que el soneto tiene una estructura muy rigurosa, es un vehículo perfecto para la expresión de sentimientos humanos. Tradicionalmente, este se ha utilizado para expresar temas como el amor, la muerte, la belleza, el paso del tiempo y la reflexión filosófica.

La brecha entre los cuartetos y los tercetos a menudo sirve como un punto de giro, donde el tono o la dirección del poema puede cambiar.

La importancia del soneto en la literatura

Con el paso de los siglos, el soneto ha sido un medio clave para la expresión de pensamientos y emociones intensas. Su estructura precisa permite a los poetas organizar sus ideas de manera clara y ordenada, a la vez que la musicalidad de los versos endecasílabos crea una melodía cautivadora.

En la literatura española, poetas como Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo utilizaron el soneto para expresar la complejidad de toda la experiencia humana. En la literatura inglesa, autores como William Shakespeare elevaron el soneto a nuevas alturas, explorando la naturaleza y el conflicto entre el deseo y la razón.

Hoy en día, el soneto sigue siendo una forma popular entre poetas contemporáneos que buscan explorar temas clásicos o experimentar con sus estructuras.

Tres ejemplos de soneto de grandes autores

Al conde de Niebla (Lope de Vega)

El tierno niño, el nuevo Isaac cristiano

en el arena de Tarifa mira

el mejor padre, con piadosa ira

la lealtad y el amor luchando en vano;

alta la daga en la temida mano,

glorioso vence, intrépido la tira,

ciega el sol, nace Roma, amor suspira,

triunfa España, enmudece el africano.

Bajó la frente Italia, y de la suya

quitó a Torcato el lauro en oro y bronces,

porque ninguno ser Guzmán presuma.

Y la fama, principio de la tuya,

Guzmán el Bueno escribe, siendo entonces

la tinta sangre y el cuchillo pluma.

Soneto XXXV (Garcilaso de la Vega)

Mario, el ingrato amor, como testigo

de mi fe pura y de mi gran firmeza,

usando en mí su vil naturaleza,

que es hacer más ofensa al más amigo;

teniendo miedo que si escribo o digo

su condición, abato su grandeza;

no bastando su fuerza a mi crüeza

ha esforzado la mano a mi enemigo.

Y ansí, en la parte que la diestra mano

gobierna. y en aquella que declara

los conceptos del alma, fui herido.

Mas yo haré que aquesta ofensa cara

le cueste al ofensor, ya que estoy sano,

libre, desesperado y ofendido.

Soneto 3: Mira a tu espejo, y a tu rostro dile (William Shakespeare)

Versión en castellano

Dile al rostro que ves al mirarte al espejo,

que es tiempo para él, de que modele a otro,

pues si su fresco estado, ahora no renuevas,

le negarás al mundo y a una madre su gloria.

¿Dónde hay una hermosura, de vientre virginal,

que desdeñe el cultivo de tu acción marital?

¿O dónde existe el loco, que quiera ser la tumba,

del amor de sí mismo y evitar descendencia?

Espejo de tu madre, que sólo con mirarte

evoca el dulce abril, que hubo en su primavera.

Así, por las ventanas de tu edad podrás ver,

tu presente dorado, pese a tus mil arrugas.

Mas si vives tan solo, por no dejar recuerdo,

muere célibe y muera contigo tu figura.

Tres ejemplos de sonetos originales

«He sido un hombre con suerte», por Juan Ortiz

(Sonetos borgianos)

I

No he sido más que un hombre con gran suerte.

¿De qué hubiesen valido los talentos

que he desarrollado si los eventos

dados me hubieran llevado a la muerte?

Hay suerte, sí, yo diría que mucha.

No hay mérito aplaudible para mí

más que haberme plantado y decir «Sí»

a toda empresa hallada, a toda lucha.

Lo que cualquiera con gran suerte haría

si le hubiesen presentado tamaña

oportunidad: sin un hueso roto,

sin un tropiezo mayor al del día

a día… no faltó el café o la caña,

ni de una matriarca el amor devoto.

II

Suerte de las sales con sus orillas

de mitos legendarios, caracolas,

de gaviotas, alcatraces y de olas

para lavar los pies con sus semillas.

Un horizonte de irse cuando fuera,

cuando amargaran mucho los calvarios,

y se contaba igual con los rosarios

benditos de las viejas en su espera.

Espera de hijos al mar y su brega,

rezos de alzar los naufragios a flote,

de llamar al mejillón y al botuto,

oración del que todo de sí entrega,

voz que remienda, calma y achica el bote

y consuela el llanto de todo luto.

III

Suerte de recibirme pescador,

primeramente, en esa Isla inaudita

de la que tanto se canta y recita

donde quiera que habita el resplandor.

De haberme cultivado con la lanza,

el anzuelo, la atarraya y las redes,

y contar con aquel «Mijo, tú puedes»

de mi Gloria santa y su recia crianza.

Suerte, de no ser algún otro occiso

repentino en las esquinas oscuras

a puñaladas por la espalda herido…

breve luz de vivir lo que se quiso

y rozar levemente las alturas

antes de dormir el común olvido.

«Polimatía obligada», por Juan Ortiz

(Sonetos borgianos)

I

Confieso haberme dejado llevar

por esta extraña vida y sus azares,

que para poder sortear sus mares

pasé de un oficio a otro en el andar.

Sin embargo, previo a mi transmutar,

antes de mudarme entre los altares,

dejé sobre estos obras ejemplares

que abogaran por mi digno labrar.

No fui uno más del montón, no podía,

porque de mi obrar dependía el pan

para la casa, matar la agonía

del crujir de tripas; era otro Adán

dejado a la suerte del día a día,

y así es que he vivido: entre uno y otro afán.

II

Dichosos sean aquellos que insisten

siempre en un único vital camino,

lo que para mí dispuso el destino

fue distinto: ser de los que se visten

acorde al viento, de los que subsisten

según el hambre de turno; cansino

a veces, no lo niego, otras: divino;

no obstante, nunca fui de los que embisten,

de los que destruyen para brillar,

mi andar fue cónsono con los servicios,

con la máxima norma de entregar

lo mejor de mí; ajeno fui a los vicios,

salvo, irremediablemente, al amar:

su amplio cielo y abismales precipicios.

III

Apenas ayer recitaba Lauro,

Albéniz, Bach, Tárrega, Díaz, Riera,

y anteayer era una diestra fiera

con los metales nobles, un centauro.

No pasó mucho y ya era un Minotauro

mirando arder la negra tinta hoguera

en un laberinto en verso y salmuera

bajo las exequias del signo tauro.

Más atrás en los años, un caballo

sobre un paisaje en guerra claroscuro,

y aunque a veces retorno, ya no me hallo,

no me es viable regresar pleno, puro,

no me lo permite la pinza, el callo,

la letra, la vida, el próximo muro.

«Dimorfismo», por Juan Ortiz

(Soneto borgiano)

Muchas veces me senté junto a Judas,

otras tantas, yo fui quien vendió a Cristo,

y aunque mi accionar no fue de previsto,

quiebra al alma conocerse, sin dudas,

y el entender ciertas verdades crudas:

que se es Caín y Abel en un cuerpo listo

para lo terrible. Y pese a que visto

mi suerte, algunas partes van desnudas:

el horror de confiar en el igual

por verme dentro del otro yo mismo,

y esperar el bien sabiendo del mal

y su dilatado protagonismo

en la historia de esta estirpe de sal

de escaso acceso al cielo y de amplio abismo.


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