Cuatro exposiciones celebran en Amberes al artista, cuando se cumplen 75 años de su muerte
James Ensor en su estudio.
James Ensor nació el 13 de abril de 1860 en Ostende. Su madre, belga, y su padre, inglés, regentaban una tienda de souvenirs, entre los que abundaban conchas marinas, peces disecados, jarrones ornamentales y, sobre todo, máscaras de carnaval que desde muy pronto estimularon la imaginación del joven Ensor, convirtiéndose después en uno de los elementos clave de su pintura y en una herramienta con la que manifestar su posición crítica ante el mundo, especialmente el mundo burgués (al que paradójicamente acabaría perteneciendo, pues en 1929 recibió el título de barón). Su vida y su obra están íntimamente ligadas a su ciudad natal, en la que pintó sus obras maestras. También paso tiempo en Bruselas, durante sus años de formación en la Real Academia de Bellas Artes, y su nombre está vinculado a Amberes, donde a día de hoy se conserva la colección más importante y extensa de la obra de Ensor. La atesora el KMSKA, Museo Real de Bellas Artes de Amberes, que es también la sede del Ensor Research Project, el centro de estudios por excelencia en torno al este maestro flamenco.
Es precisamente en el KMSKA donde tiene lugar este otoño la principal exposición conmemorativa del Año Ensor en Amberes (la primera parte de este homenaje se desarrolló a principios de año en Ostende). Aunque comenzaremos por ella, esta no es la única muestra que celebra al artista en Amberes. El MoMU, el FOMU y el Museo Plantin-Moretus también le dedican grandes exposiciones que nos acercan al autor no solo desde la perspectiva de las bellas artes, sino también desde la de las artes aplicadas, como la moda y la fotografía, y nos muestran la forma en la que Ensor sigue inspirando a día de hoy a los creadores contemporáneos.
“Los sueños más salvajes de Ensor. Más allá del Impresionismo” es el título de la gran retrospectiva que hasta el 19 de enero presenta el KMSKA, en la que se nos ofrece una imagen exhaustiva del James Ensor más vanguardista. Se trata de una oportunidad excepcional de acercarnos a su pintura pero también de conocer mejor al creador detrás de la sátira y de las máscaras.
El recorrido por la exposición, que cuenta también con obras significativas de autores internacionales que le inspiraron y con los que quería medirse, como Manet, Monet, Munch o Goya, pone de manifiesto el carácter siempre innovador y experimental de Ensor, considerado hoy una figura indispensable para entender la aparición y el desarrollo del modernismo en el siglo XX.
Edouard Manet. Esquina de un café-concierto. The National Gallery / James Ensor. La comedora de ostras, 1882. KMSKA Amberes
Ya antes del cambio de siglo, su obra era conocida en los círculos literarios de Francia y después de 1900 artistas de vanguardia alemanes como Paul Klee, Emil Nolde, Erich Heckel o Stefan Zweig descubrieron en Ensor un pionero del lenguaje visual modernista. Pero hasta llegar ahí el de Ostende tuvo que descubrirse así mismo, liberando a la pintura del heroísmo romántico, las apariencias y el realismo banal de finales del siglo XX y marcando sus propias pautas, lo que le alejaba cada vez más del ideal clásico de belleza imperante entonces en Europa y del Impresionismo francés, estilo que habría querido introducir en su obra y del que desarrolló su propia versión entre los años 1880 y 1885. Entre las obras de Ensor vinculadas al Impresionismo se encuentra La comedora de ostras (1882), que el artista expuso en el Salón de los XX, en 1886, poniendo de relieve su condición de revolucionario al confrontarla con obras de Manet, Monet o Renoir. Quería demostrar que era el pintor vanguardista más importante del momento.
Un visitante de la exposción “Los sueños más salvajes de Ensor. Más allá del Impresionismo”, en el KMSKA de Amberes, ante la obra de Ensor Autorretrato con sombrero de flores.
James Ensor. Las tentaciones de San Antonio. The Art Institute of Chicago
James Ensor. Esqueletos calentándose, Museo de Arte Kimbell, Fort Worth, Texas
Decidido a seguir un camino propio, en 1887 Ensor pintó dos obras que resultarían clave en el inicio del nuevo rumbo que iba a emprender su arte: Adán y Eva expulsados del Paraíso (KMSKA) y La tentación de San Antonio (Art Institute of Chicago). A partir de este momento, cualquier contención quedaba definitivamente aparcada en el pasado y Ensor se lanzó a un nuevo mundo expresivo, en el que comenzarían a surgir las formas caprichosas y lo grotesco, dando rienda suelta a su prodigiosa imaginación. Estaba ya a solo un paso de consolidar su estilo, el más satírico y burlón. El del artista de las máscaras, los esqueletos y los contrastes entre lo jocoso y lo siniestro, lo sofisticado y lo salvaje.
James Ensor. Rue du Bon Secours, Bruselas, 1887, punta seca sobre tela de raso satin. Col
El MUSEO PLANTIN-MORETUS, por su parte, acoge “Ensor y sus estados de imaginación”, que se adentra en la producción gráfica del artista, en la que una vez más destaca su gusto por la experimentación.
Cuando Ensor decide probar con el grabado tiene ya 26 años y se encuentra en el apogeo de su carrera. Pronto descubre las infinitas posibilidades que el medio le ofrece, aprende los entresijos de este nuevo arte para él y experimenta con materiales y técnicas, convirtiendo cada grabado en una obra de arte única. Ensor coloreaba los grabados a mano con lápiz, tiza o acuarela, haciendo surgir detalles inesperados en cada obra. La exposición reúne por primera vez los resultados más sobresalientes de esos experimentos y muestra dibujos preparatorios, planchas de cobre y grabados en varios estampados.
James Ensor. Arriba: Orgullo, 1904, aguafuerte y acuarela. Colección Ciudad de Amberes, Museo Plantin-Moretus. Abajo: Orgullo, 1904, aguafuerte y acuarela. Colección P.F. (versión coloreada)
Cindy Sherman. Untitled #414, 2003 © Cindy Sherman. Cortesía de la artista y Hauser & Wirth
Se suma también a este homenaje a James Ensor el FOMU – PHOTO MUSEUM Amberes, donde podemos ver la primera gran exposición individual de Cindy Sherman (New Jersey, 1954) que se realiza en Bélgica. Una potente muestra que reúne más de 100 obras fechadas desde la década de 1970 hasta la actualidad.
Al igual que Ensor, Sherman es conocida por expresar su visión critica de las convenciones a través de disfraces y caracterizaciones. Para crear sus fotografías, asume múltiples papeles de fotógrafa, modelo, maquilladora, peluquera y estilista, llegando a alterar ligeramente su físico para crear intrigantes cuadros y personajes. Así consigue exagerar los estereotipos hasta dimensiones absurdas e incluso grotescas para poner de manifiesto las rígidas concepciones del género, la belleza y el envejecimiento.
Repartida en varias plantas, la muestra presenta algunas de sus primeras obras (1975-1980), como las fotografías experimentales de sus años de estudiante y su icónica serie Fotogramas de películas sin título, que la llevó a la fama internacional a finales de la década de 1970. Por otro lado, la exposición pofundiza en la fascinación de Sherman por la moda y el nexo entre su trabajo independiente y los encargos de la industria de la moda para firmas como Comme des Garçons, John Galliano y Balenciaga, y de revistas de moda como Vogue, Interview y Harper’s Bazaar.
En su trabajo, Sherman, que nunca considera sus imágenes como autorretratos, no indaga en su interior sino que actúa como un espejo de los estereotipos de la sociedad y los ideales de belleza establecidos. Con ello no pretende imponer ninguna verdad y deja abierta la interpretación a la mirada de cada espectador. Es por eso que nunca pone títulos a sus obras, ya que todo el significado reside en la imagen.
Exposición de Cindy Sherman en el FOMU de Amberes. Ensor2024
Editorial publicado en i-D Magazine, 1996: modelo: Kate Moss, maquillaje: Linda Cantello, peluquería: Julien d’Ys, © Paolo Roversi / Art+Commerce
Por último, el MOMU, MUSEO DE LA MODA, celebra al pintor con la exposición multimedia “Las mascaradas, el maquillaje y Ensor”, que permite disfrutar de varias obras de Ensor junto al trabajos de artistas del maquillaje, estilistas del cabello y fotógrafos contemporáneos a los que el Museo ha invitado para establecer un diálogo entre sus creaciones y algunos de los temas habituales en la obra de Ensor, como la mascarada, lo grotesco, la seducción o el engaño.
Se considera a Ensor un observador crítico del mundo y de la gente que le rodeaba, capaz de reconocer sus inseguridades y su vanidad. A partir de 1888 el artista pintó máscaras, ropa y accesorios como instrumentos para desenmascarar: una forma de revelar la verdadera naturaleza y los sentimientos ocultos de sus figuras enmascaradas, de desnudar su hipocresía, engaño, oportunismo.
James Ensor utilizó lo grotesco para desafiar las normas sociales y las convenciones estéticas de su época. Un cuerpo grotesco se desvía del cuerpo “normativo” definido por la simetría, la proporcionalidad y el orden. A partir de la década de 1990, los diseñadores de vanguardia también empezaron a buscar en el canon grotesco para subvertir la fachada perfecta de la moda, y empezaron a experimentar con el potencial subversivo del maquillaje, las prótesis y las manipulaciones de la imagen.
James Ensor. Retrato de Augusta Boogaerts o La Sirena, c. 1930. Colección privada. /James Ensor. El asombro de la máscara de Wouse, 1889. Colección KMSKA.
Cyndia Harvey & Christian Lacroix. Señorita Havisham en la mascarada. Exposición “Make-up & Ensor at MoMu” , MoMU Amberes, 2024, © MoMu Antwerp, Photo: Stany Dederen
El enfoque multidisciplinar en torno a James Ensor que proporcionan estas exposiciones tiene mucho que ver con lo que fue su diversísima actividad artística. Ensor era, desde luego y principalmente, un artista visual, pero fue también un virtuoso musical y un maestro del lenguaje, amante de las palabras. Toda su carrera artística está marcada por una constante búsqueda de nuevos temas, géneros, técnicas y materiales con los que experimentar e innovar.
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