Juan Ortiz
Las Meditaciones, Pensamientos o A sí mismo —por su traducción del griego Τὰ εἰς ἑαυτόν, Tà eis heautón, lo que significa, literalmente, Cosas para sí mismo— es una obra literaria constituida por una serie de reflexiones que fueron escritas por el emperador y filósofo romano Marco Aurelio. Según los registros, fue redactada entre los años 170 y 180 y, aparentemente, no cuenta con cronología.
Este ensayo estoico cuenta con doce tomos, y, de hecho, es único en su género. Por otro lado, su contenido parece recorrer los últimos años de la vida de Marco Aurelio, sobre todo en cuanto a su forma de pensar y actuar en solitario, cuando podía reflexionar. Muchas de estas reflexiones se mantienen vigentes hasta el día de hoy, lo que habla de su relevancia y la sapiencia de su autor.
Sinopsis de Las Meditaciones de Marco Aurelio
Las cavilaciones de una vida: la propia y la de los demás
Marco Aurelio fue un hombre que tuvo muchos maestros, no solo los que tenían el deber de enseñarle, sino de los que él mismo decidió aprender. En sus pensamientos, pequeños párrafos enumerados que escribía en esos momentos de vigilia solitaria, les dedicó a sus formadores un agradecimiento por lo que había podido absorber de cada uno de ellos. Al menos, eso es lo que corresponde al Libro 1.
A partir del Libro 2, el autor se dedica a escribir anotaciones autobiográficas y sentencias para sí mismo. Se sabe que ningún otro personaje del mundo antiguo les ha regalado a sus lectores un testimonio tan honesto, profundo y personalmente filosófico como este emperador, quien tuvo que vestir la coraza y la púrpura del guerrero frente a un vasto imperio que se veía amenazado.
La búsqueda de la excelencia
Por el contexto tan complejo en el que se hallaba Roma en los tiempos de Marco Aurelio, este no podía ilusionarse con instituir una república como la de Platón. Sin embargo, sus propios textos, y lo que otros autores han escrito sobre él, indican que siempre intentó comportarse como un filósofo estoico y un digno ciudadano de la Ciudad eterna, y lo consiguió, trascendiendo como un ícono.
Así se puede apreciar en su extraño diario, donde plasmó sus incertidumbres, recuerdos agradecidos de sus maestros y amigos, los consejos que solía repetirse a sí mismo, su desesperanza, sus momentos de goce y el amor hacia su patria. Gracias a todo ello, Marco Aurelio consiguió escribir una de las obras más perfectas con respecto a lo que debe ser la gerencia de un Estado.
Contenido de Las Meditaciones de Marco Aurelio
Desde el capítulo XII, el libro contiene reflexiones sobre la condición humana, el universo, la vida, la muerte, la fortuna, la creación, la mortalidad y los valores en los que las personas deben o deberían inspirarse. De esta forma, el autor parece ensimismarse y asumir una narración melancólica, aceptando el imperio romano y su gerencia sobre él como un deber insatisfactorio y triste.
El emperador retoma la postura estoica desde un punto de vista de la importancia del hombre con respecto a los dioses, así como la superficialidad de las representaciones humanas. Marco Aurelio daba la impresión de adecuarse a las potencias supremas que gobiernan el mundo en su rol de sabio y filósofo, incluso cuando tiende a huir del mundo y la naturaleza material de la vida.
El “no sentido” de la existencia
Después de pensar durante mucho tiempo, y ante la inevitable posibilidad de que el mundo no tenga ningún sentido, el sabio no tiene más remedio que volver sobre sus propios pasos y otorgarle un valor más significativo a su existencia individual. Al igual que Séneca, Marco Aurelio pensaba que el alma está separada del cuerpo, y está compuesta por espíritu, pneuma, soplo vital e intelecto.
Fue esta resolución la que definió su reinado del imperio romano. Marco Aurelio cumplió su función como regente con estoicismo, pero, al mismo tiempo, sentía la inutilidad y la falta de sentido que tienden a mantener la irracionalidad del ser humano, lo que solo entorpece sus acciones en pos de la evolución y la iluminación del alma, creando un ciclo de frustración difícil de quebrantar.
Aparición de Las Meditaciones de Marco Aurelio en tierras ibéricas
En 1528, en Sevilla, se imprimió el Libro áureo de Marco Aurelio, el cual despertó la admiración y el interés del público por el emperador romano. Este volumen fue escrito por Antonio de Guevara, el cual, posteriormente, lo amplió en Relox de príncipes al año siguiente.
La novela contó con 58 ediciones traducidas a varias lenguas, llegando a toda Europa. Pese a su falta de datos historiográficos y su evidente recurrencia a la imaginación del eclesiástico español, el libro gozó de un sorprendente éxito. Es en ese contexto de apogeo de la figura del emperador que aparecen Las Meditaciones de Marco Aurelio.
5 de las mejores meditaciones de Marco Aurelio: Libro 1
- “De mi madre: el respeto a los dioses, la generosidad y la abstención no sólo de obrar mal, sino incluso de incurrir en semejante pensamiento; más todavía, la frugalidad en el régimen de vida y el alejamiento del modo de vivir propio de los ricos”;
- “De mi bisabuelo: el no haber frecuentado las escuelas públicas y haberme servido de buenos maestros en casa, y el haber comprendido que, para tales fines, es preciso gastar con largueza”;
- “De mi preceptor: el no haber sido de la facción de los Verdes ni de los Azules, ni partidario de los parinularios ni de los escutarios; el soportar las fatigas y tener pocas necesidades; el trabajo con esfuerzo personal y la abstención de excesivas tareas, y la desfavorable acogida a la calumnia”;
- “De Frontón: el haberme detenido a pensar cómo es la envidia, la astucia y la hipocresía propia del tirano, y que, en general, los que entre nosotros son llamados «eupátridas», son, en cierto modo, incapaces de afecto”;
- “De Catulo: el no dar poca importancia a la queja de un amigo, aunque casualmente fuera infundada, sino intentar consolidar la relación habitual; el elogio cordial a los maestros, como se recuerda que lo hacían Domicio y Atenódoto; el amor verdadero por los hijos”.