Mariola Díaz-Cano Arévalo
Nuria Quintana nació en Madrid en 1995, pero se mudó junto a su familia a Galicia, donde transcurrió su infancia. Se licenció en Comunicación Audiovisual y Administración y Dirección de Empresas en Madrid y es una apasionada de la fotografía y la escritura. Su primera novela fue La casa de las magnolias, a la que le ha seguido El jardín de Olavide. En esta entrevista nos habla de ella y de muchos otros temas. Le agradezco mucho su amabilidad y tiempo.
Nuria Quintana — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu última novela se titula El jardín de Olavide. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde te vino la inspiración?
NURIA QUINTANA: Con el Madrid histórico como telón de fondo, conocemos a un grupo de jóvenes amigas que trata de encontrar su lugar en una sociedad que silencia su voz. Úrsula, su maestra de música, celebra reuniones secretas en su academia en las que pueden permitirse hablar con libertad y donde les enseña la importancia del conocimiento.
El escenario principal de la trama del pasado es el jardín de El Capricho, donde me inspiré para crear gran parte de esta historia. Es un jardín hermético, con simbología masónica y relacionada con el Camino de Santiago. Esconde un gran mensaje entre sus muros y enigmáticas construcciones, que aparecen con fidelidad en la novela. A lo largo de la historia, he jugado a interpretar este mensaje libremente.
Por otro lado, en el presente, aparece una antigua fotografía que cambia la historia familiar de Josefina, Julia y Candela, tres mujeres a través de quienes exploro los cambios generacionales y los patrones heredados —conductas y creencias que, en ocasiones, es necesario liberar—. A raíz de la fotografía también se descubre un misterio familiar: un bebé ha desaparecido de una casa señorial del Madrid de la época sin dejar rastro. Será Julia quien emprenderá un viaje hacia el pasado en busca de respuestas y, también, de perdón. Perdón hacia sí misma y hacia sus antepasadas.
Primeras lecturas
- AL: ¿Puedes recordar alguna de tus primeras lecturas? ¿Y lo primero que escribiste?
NQ: Afortunadamente, crecí en una casa repleta de libros y empecé a leer a una edad muy temprana. Tengo grabada la época en la que descubrí a Roald Dahl, me sentí fascinada por la magia de sus historias, donde aparentemente nada es real y, al mismo tiempo, todo es posible. Fue precisamente uno de sus títulos, Las brujas, el que me inspiró para escribir lo que por aquel entonces llamé mi primera novela, pero que en realidad no eran más de doce folios. Tenía 12 años y aún recuerdo la emoción que sentía a medida que las palabras iban tomando forma y construyendo el relato, la electricidad que me impulsaba a seguir mientras tecleaba en el ordenador, deseosa por ver mi primera historia concluida.
Autores y personajes
- AL: ¿Un autor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
NQ: Podría nombrar muchos y todos y cada uno de ellos serían imprescindibles, porque al final la voz narrativa se forja con cientos de historias que hemos leído —y habitado—. Si he de escoger, nombraría a Javier Cercas, Cristina López Barrio, Khaled Hosseini, Kate Morton, Amy Tan. Y, retrocediendo en el tiempo, Agatha Christie, Oscar Wilde y Jane Austen.
- AL: ¿Qué personaje te hubiera gustado conocer y crear?
NQ: Uno de los personajes que más me ha fascinado últimamente es Agnes, de Hamnet, escrita por Maggie O’Farrell. Está maravillosamente construida, es una mujer libre, enigmática, que sostiene una profunda relación con la naturaleza. Agnes es capaz de ver lo que los demás ignoran, de intuir el miedo, las preocupaciones, el fin último de los actos de la gente. Nada a contracorriente y toma sus propias decisiones sin esperar la aprobación de nadie. A lo largo de la novela sufre y afronta el dolor con dignidad, lo atraviesa sin rehusarlo. Es un espíritu rebelde y salvaje encerrado en el cuerpo de una mujer independiente, trabajadora y bondadosa.
No sé qué me habría gustado más, si crearla o poder conocerla.
Costumbres y géneros
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
NQ: Antes de empezar a escribir me gusta prepararme una taza de té y las primeras frases siempre las escribo en papel. Esto me ayuda a entrar en la historia, a trasladarme a la época sobre la que estoy escribiendo y a acercarme a mis personajes. Gracias al papel voy desligándome de la realidad, porque lo más difícil es abandonar la rutina, las preocupaciones diarias, y meterte de lleno en el mundo de la creación.
Con respecto a la lectura, necesito silencio, de lo contrario me cuesta mucho alcanzar la concentración que busco cuando abro un libro.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
NQ: Siempre escribo por las mañanas. Me levanto, preparo una taza de té y me siento delante de mi escritorio. Necesito el silencio y la familiaridad de mi cuarto para dar vida a las historias, es el único lugar en el que puedo estar escribiendo durante horas sin perder la concentración. En mi día a día siempre llevo una libreta en el bolso para tomar anotaciones, especialmente cuando viajo o visito museos y exposiciones. Nunca se sabe dónde puede surgir la inspiración.
- AL: ¿Qué otros géneros te gustan?
NQ: El ensayo, la crítica, la comedia. De este último género disfruto especialmente con las situaciones absurdas y ridículas que ponen de manifiesto verdades universales, utilizando el humor con inteligencia.
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
NQ: Ahora mismo estoy leyendo El camino, de Miguel Delibes. Es una novela costumbrista que refleja la realidad de los años 50 en España, pero en realidad, lo significativo de la historia es que podría estar escrita en cualquier época porque aborda temas atemporales. Miguel Delibes consigue hacerlo con ternura, a través de la inocente mirada de un niño y de los habitantes de su pueblo.
Nueva novela
Estoy escribiendo mi tercera novela, que se titulará El recuerdo del bosque. El escenario del pasado, un Delibes rodeado de montañas en el que cada vez quedan menos habitantes, me ha permitido explorar a través de una de las últimas familias la íntima relación que se establece entre las personas y la naturaleza en los lugares aislados. A lo largo de varias generaciones acompañaremos a esa familia mientras los cambios sacuden sus vidas y alteran el equilibrio alcanzado en el bosque, en el que por primera vez ya no tienen un futuro garantizado. La duda entre partir o permanecer, entre abandonar el lugar en el que han crecido, el único que conocen, o quedarse, sabiendo que llegará un día en el que estarán solos, será el principal desencadenante del pasado.
En la línea temporal del presente la novela empieza con la aparición de unos túneles que no figuraban en los mapas de una antigua finca olvidada. Este hallazgo reabrirá el suceso sin resolver que tuvo lugar en la finca en la víspera de Navidad de 1935: unos asaltantes llegaron hasta el palacio y dejaron gravemente herida a su propietaria. Nunca encontraron a los culpables, pero setenta años más tarde, la aparición de las galerías y de un antiguo medallón con un retrato en su interior, lo cambiará todo.
Panorama actual
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
NQ: Los datos dicen que los jóvenes en España cada vez leen más y eso, sin duda, es un mensaje de esperanza. Los libros constituyen una fuente de conocimiento, como dice Cristina López Barrio en una de sus novelas «son la memoria del mundo», y además nos ayudan a comprender la realidad, a desentrañar las complejidades del alma humana. Leer es necesario por muchos motivos y, desde mi propia experiencia, creo que cuanto antes se adquiere el hábito, más duradero es.
- AL: ¿Qué tal llevas el momento actual que vivimos?
NQ: Últimamente soy incapaz de leer las noticias de lo que pasa en el mundo sin sentir decepción, rabia e impotencia, todo al mismo tiempo. Creía que caminábamos hacia una época más abierta y consciente, pero cada vez que estalla un nuevo conflicto me replanteo si realmente estamos avanzando en la dirección correcta. Es inevitable preguntarse si alguna vez los humanos aprenderemos de los errores y horrores del pasado para no volver a cometerlos.