Mariola Díaz-Cano Arévalo

Vladimír Holan poemas

Vladimír Holan fue un poeta checo nacido en Praga el 16 de septiembre de 1905. Está considerado uno de los autores más importantes del siglo XX en su país. Para conmemorar ese nuevo aniversario de su nacimiento seleccionamos algunos poemas destacados (y breves) de su obra.

Vladimír Holan

Su vida estuvo muy ligada a los oscuros acontecimientos de su época, ya que se crio en un país que no estaba reconocido internacionalmente y vivió la Segunda Guerra Mundial y la posterior ocupación soviética. Estas experiencias marcaron su obra, en la que sobresale el tono sombrío y la melancolía.

Usó un lenguaje rico en imágenes y metáforas y exploró principalmente los temas existenciales, entre los que destacan la soledad, la angustia y la búsqueda de sentido vital en un mundo en guerra. Sufrió también la censura del régimen comunista tras el final del conflicto mundial, pero su reputación aumentó en la clandestinidad y, después de la caída del comunismo, lo redescubrieron y reconocieron como uno de los grandes poetas de su generación.

Entre sus obras están Una noche con Hamlet, En el último trance o Abismo de abismo, su último libro póstumo.

Vladimír Holan — Selección de poemas

Hay

Hay destinos
donde lo que carece de temblor no es sólido.

Hay amores
en los que el mundo no te basta, falta un pasito.

Hay placeres
en los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado.

Hay momentos de mutismo
en que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es sólo
cuestión de sexo.

Hay cabellos teñidos por un meteoro
donde es el diablo quien hace la raya.

Hay soledades
en las que miras sólo con un ojo y miras sólo sal.

Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.

Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.

Hay silencios
que debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!

Eva

Fue cuando el vino nuevo… El otoño
había tejido ya el mimbre en torno a las botellas,
y la serpiente, no encima de la piedra, sino debajo del brezo,
yacía sobre el vientre cubriéndose con su dorso.

«La belleza destruye el amor, el amor la belleza», me dijo
y del mismo modo que antaño se sacrificaba a las diosas de
aquí y allá
un número impar de víctimas,
ella pensaba entonces nada más en sí misma,
imaginando con indiferencia
la eternidad sin inmortalidad…

Era tan hermosa que si alguien me hubiera preguntado
por dónde había ido con ella, no hubiera, sin duda, hablado
de paisajes
(a no ser que sintiera la impotencia de las palabras
y que sólo hiciera posible deletrear el silencio
la lluvia que cae en los presidios).
Era tan hermosa que quise
vivir de nuevo, pero de un modo distinto.
Era tan hermosa que en el fondo de mi delirante amor
me esperaba todavía íntegra toda la locura…

Noche de insomnio

Estaba solo, completamente solo,
incluso el sueño nocturno me había abandonado…
De pronto me pareció oír no unas palabras sino unos sonidos,
unos sonidos siempre en tres suspiros
Como viento y harina…
«¿Qué puede ser eso? ¡No hay tiempo que perder!»,
mascullé, y enderezándome el cabello con un trago de vino
me puse en pie y, desnudo, palpé en la oscuridad
y un momento después la negra fiebre de mi mano
abría el armario… En su interior las polillas agitaban los trajes…
Soy más mortal que mi cuerpo…

Otoño III

Campo sobre cuatro surcos… Lindero… Prado… Estanque…
Zorzales en las serbas…
Una araña teje de nuevo una malla hilada…

Ameno día, expulsado de la razón
al corazón del otoño… El viento se ha empurpurado…
La columna de mosquitos lleva el busto de la danza…

Dolor y pena, recuerdos y añoranzas…
¿Quisieras ser de nuevo joven, vivirlo todo de nuevo?
Por las sombras próximas y lejanas se puede oír,
cómo en el pueblo cubren el osario con una chapa ..

Pesadumbre

Que según dicen la pena es muda…
Y sin embargo, la mayoría, incluso los taciturnos,
anhelan confesarse, quejarse, anhelan rezongar.
Les prestaste oído, sufriste con ellos,
pero con el fin de venerar también siempre el secreto:
buscaste la inspiración súbita
que suele ser precisa, nunca del todo explícita…

Fiel, no podías ser personal…
Sin embargo tampoco revelaste nunca
los sentimientos de aquellos que al respecto callaron…

Un día por la mañana

Un día por la mañana, al abrir la puerta,
encontraste en el umbral los zapatos de baile.
Era para besarlos y tú lo hiciste enseguida
y volviste a sentir alegría después de tantos años,
todas las lágrimas largo tiempo contenidas
ascendieron a tu risa.
Luego te reíste y desde el alma rompiste a cantar
con la tranquilidad de la juventud…
No preguntaste qué hermosa
dejó los zapatos en el umbral.
Nunca lo averiguaste
y, sin embargo, de aquel feliz momento
aún vives con frecuencia…

Fuente: A media voz


Ir a la fuente en actualidadliteratura.com