Mariola Díaz-Cano Arévalo

Wislawa Szymborska

Wislawa Szymborka fue una escritora, ensayista y poeta polaca que ganó el premio Nobel en 1996 y hoy se cumple un nuevo aniversario de su nacimiento en 1923. Para recordarla o descubrirla traemos una selección de poemas de su obra.

Wislawa Szymborka

Nacida en Prowent, cuando tenía un año su familia se mudó a Toruń y posteriormente se establecieron en Cracovia, donde residió hasta su muerte en 2012. Allí vivió la Segunda Guerra Mundial mientras trataba de educarse en clases clandestinas y sufría los horrores del nazismo en primera persona. Trabajó como empleada de ferrocarril y estuvo a punto de ser deportada a Alemania, pero consiguió librarse. A la vez también trabajó como ilustradora y dio sus primeros pasos en la escritura.

Cuando acabó la guerra empezó a estudiar literatura polaca y cursó Sociología en la Universidad Jagellónica de Cracovia. Entonces conoció al poeta Czesław Miłosz, que le influyó mucho en su carrera. También conoció a Adam Wlodek, que se convirtió en su marido en 1948, año en el que también abandonó sus estudios sin haber obtenido el título y por problemas económicos.

Wislawa Szymborka — características de su obra

Publicó su primer poemario en 1952, que tituló Por eso vivimos. En él y en su siguiente obra, Preguntas hechas a una misma, mostró un primer compromiso político con el llamado «realismo socialista», pero luego se desencantó del comunismo. No obstante, siguió siendo de izquierdas, aunque simpatizó con grupos disidentes y se atrevió atacar directamente a Stalin en su obra Llamada al Yeti.

Desde los años cincuenta a primeros de los ochenta escribió reseñas literarias en la revista Życie Literackie (Vida literaria). Luego fue editora de NaGlos, tradujo literatura francesa al polaco y escribió ensayos, pero no dejó la poesía.

Su estilo se caracteriza por el uso de versos cortos y un léxico directo y sin metáforas. Y entre los temas más habituales que trata están la guerra y el terrorismo, la espontaneidad, lo excepcional o lo efímero. Todo con un punto original y reflexivo, donde no faltan la ironía ni la paradoja, y que le valió ser reconocida como una prestigiosa poeta.

Algunos títulos de su obra son Sal, Mil alegrías, un encanto, Si acaso, Gente en el puente, Fin y principio, De la muerte sin exagerar, Instante, Dos puntos y Aquí.

Ganó varios premios como el Ciudad de Cracovia de Literatura, el Premio del Ministerio de Cultura de Polonia, el Goethe, el Herder y el más importante, el Nobel de Literatura en 1996. Falleció en 2012, con 88 años, después de haber dejado compuestos los poemas del que fue su último trabajo, Hasta aquí, publicado póstumamente en 2014.

Wislawa Szymborka — Selección de poemas

Reciprocidad

Hay catálogos de catálogos.
Hay poemas sobre poemas.
Hay obras sobre actores representadas por actores.
Cartas motivadas por cartas.
Palabras que sirven para explicar palabras.
Cerebros ocupados en estudiar el cerebro.
Hay tristezas contagiosas al igual que la risa.
Hay papeles que provienen de legajos de papeles.
Miradas vistas.
Casos declinados por caso.
Grandes ríos con gran participación de otros pequeños.
Bosques hasta sus bordes desbordados de bosque.
Máquinas destinadas a construir máquinas.
Sueños que de repente nos arrancan el sueño.
Salud necesaria para recuperar la salud.
Escaleras tan hacia abajo como hacia arriba.
Gafas para buscar gafas.
Inspiración y espiración de la respiración.
Y ojalá de vez en cuando
odio al odio.
Porque a fin de cuentas
lo que hay es ignorancia de la ignorancia
y manos ocupadas en lavarse las manos.

La alegría de escribir

¿Hacia dónde corre por el bosque escrito la cierva escrita?
¿A saciar su sed a orillas del agua escrita
que le calcará el hocico cual hoja de papel carbón?
¿Por qué alza la cabeza?, ¿ha oído algo?
Sobre sus cuatro patas, prestadas por la realidad,
levanta la oreja bajo mis dedos.
Silencio —palabra que cruje en el papel
y separa las ramas que brotan de la palabra «bosque».
A punto de saltar sobre la página en blanco acechan
letras que acaso no congenien,
frases tan insistentes
que consumarán la invasión.

Una gota de tinta contiene una sólida reserva
de cazadores, apuntando con un ojo ya cerrado,
preparados para el descenso por la pluma empinada,
para cercar la cierva y llevarse el fusil a la cara.

Olvidan que esto, lo de aquí, no es la vida.
Aquí, negro sobre blanco, rigen otras leyes.
Un abrir y cerrar de ojos durará cuanto yo quiera,
se dejará fraccionar en eternidades minúsculas
llenas de balas detenidas en pleno vuelo.

Nada sucederá si yo no lo ordeno.
Contra mi voluntad no caerá la hoja,
ni una brizna se inclinará bajo la pezuña del punto final.

¿Existe, pues, un mundo
cuyo destino regento con absoluta soberanía?
¿Un tiempo que retengo con cadenas de signos?
¿Un vivir que no cesa si éste es mi deseo?

Alegría de escribir.
Poder de eternizar.
Venganza de una mano mortal.


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