Cómo la desinformación trata de provocar la violencia racista, por Miquel Ramos

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Susana Cruz

NOMBRE: Susana
APELLIDOS: Cruz Calvache
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1992
PROFESIÓN: Artista
 
 
 
 
 
Tras el descanso de este verano vuelve a sus pantallas la sección Fichados, que estrenamos hace ya diez años y que alcanzará, seguramente antes de que acabe este, la cifra de cuatrocientos artistas y comisarios a los que seguir los pasos. La temporada la abrimos de la mano de Susana Cruz, cuya andadura expositiva es reciente -viene mostrando su obra desde hace tres años-, aunque sus inquietudes artísticas vengan de mucho tiempo atrás.
Ha presentado exhibiciones individuales en las galerías Espacio Cómplices y Sara Caso, y en el Hotel Akeah de Madrid, y colectivas en el Espacio MAdos y la Galería Gaudí, de nuevo en la capital, además de participar el año pasado en la feria FESTIARTE marbellí, representada por la Galería Gaudí.
Nos ha contado Cruz Calvache que pinta desde siempre y que, aunque su formación no tenga relación estricta con el arte, cursar el Erasmus en Italia revivió en ella esos intereses, que terminaría cultivando tiempo después. Es la primera artista que nos habla de Italia como punto de partida (probablemente entre el resto haya habido olvidos); no es ya la primera en recordar profesores decisivos. Y el confinamiento también ha tenido un papel en su trayectoria: Desde siempre he pintado, no recuerdo cuándo empecé, pero sí cómo: empecé con lápiz y bolis de colores en casa, en el colegio, siempre que podía. Luego me pasé al carboncillo, técnica que estuve practicando durante muchísimos años, experimentando sola. Tuve pinceles de acuarela y acrílico, pero fueros dos técnicas que, a pesar de encantarme visualmente, no me llenaban.
En la primera comunión me regalaron un maletín de óleo y un caballete. Ahí fue cuando me enamoré del óleo, eso sí, siempre compaginándolo con el carboncillo. Ensayaba en mis ratos después del colegio. Mis padres, al ver esa ilusión, me apuntaron a clases de pintura los viernes por la tarde. Cambiaba el típico día de fiestas con los compañeros de clase por ratos pintando. Estuve unos años disfrutando del arte, las risas y el ambiente de la clase: una profesora de lo más única, un perrito sin una pierna y cuatro chicas increíbles, cada una con sus peculiaridades. No eran clases como uno se las imagina, simplemente pintábamos con buena música de fondo a nuestro aire; la profesora nos dejaba fluir a cada una.
A los 16 años dejé las clases por los estudios; la ESO, bachillerato y la universidad me hicieron disminuir muchísimo el tiempo que dedicaba a pintar, pasé incluso años sin tocar un pincel. Estudié en la Universidad Politécnica de Madrid Ingeniería de Materiales y posteriormente un Máster en Consultoría de Negocio; me fui de erasmus a Italia y ahí retomé mi pasión por el arte, ese viaje me hizo revivir todo aquello que sentía cuando me ponía a crear. Había arte en cada recoveco de Turín y aquí es de donde posteriormente rescataría mi gran fuente de inspiración.
Más tarde empecé a trabajar y me adentré en el bucle de la vida laboral y la velocidad de la sociedad. No paraba a pensar qué era lo que realmente me hacía sentir plena y sobre todo ser yo misma. Ahora me doy cuenta de que estaba en “modo robot”. Así pasaron varios años hasta que dejé un trabajo por el estrés que me suponía el no sentirme fiel a mis pensamientos y hacer más de diez horas de jornada laboral en una oficina.
A las pocas semanas llegó la pandemia y, al no tener empleo, tenía todo el tiempo del mundo para aquello que había abandonado años atrás: frenar, enfocarme y reflexionar. Tomarme la vida de una manera lenta, como si el tiempo no pasase. Abrí mi Instagram actual y empecé a compartir los pequeños dibujos que pintaba en papel. Pedí por internet un lienzo, bajé al trastero a rescatar mi maletín de pintura y el óleo me volvió a enganchar. En este momento fue cuando me di cuenta que no lo volvería a dejar.
Pasó la pandemia y era hora de volver a la realidad. Encontré trabajo y me independicé, lo compaginaba siempre con la pintura e hice de mi casa mi estudio, conviviendo en un mismo espacio de 30 metros vida personal, laboral y pasión por el arte.
Susana Cruz. Cloto
Italia, como dijimos, tuvo que ver con que regresara Susana a la pintura y también está muy presente en sus temas; las esculturas que pudo contemplar, el Renacimiento y el Barroco, son fuentes de buena parte de su trabajo, con el que desea suscitar en el espectador sensaciones placenteras: Comencé a definir mi estilo gracias a la etapa en la que viví en Italia. Las esculturas tomadas como modelo no las elegí al azar: despertaban en mí algo especial y conseguían que viera reflejado en ellas todo lo que quería transmitir. Un medio para liberar mis emociones. Y aunque todas narran historias de la mitología clásica tan preciosas como trágicas, en mis lienzos cobran un significado totalmente diferente… sin perder su esencia.
Actualmente, mi obra se inspira en la pintura del Barroco y la pasión por el uso dramático del claroscuro, llevada a un terreno más personal con lo aprendido en mis obras anteriores, sin abandonar mi personalidad. Movimiento, telas, transparencias y rostros reflejan la parte más humana y la divina. Admiro la pintura de Caravaggio, Rembrandt, Da Vinci, Miguel Ángel, Botticelli, entre muchos otros, de los que destacaría también a Joaquín Sorolla.
Mis óleos están íntimamente ligados a mis sentimientos, susurran mis vivencias. El arte para mí es frenar, disfrutar del proceso, escapar del mundo de la inmediatez y estar en el presente disfrutando cada pincelada. Reflejar lo bueno y soltar lo malo, dándole un enfoque bello.
Me gusta dar esa dosis de optimismo, que el espectador vea en mi obra situaciones que le hagan reflexionar acerca de la pasión y la tranquilidad de la vida, una ventana en la que, al igual que yo he reflejado mi historia mediante esculturas o mujeres, él vea la suya y sonría por dentro al recordarla.
Comencé a definir mi estilo gracias a la etapa en la que viví en Italia. Las esculturas tomadas como modelo no las elegí al azar.
Susana Cruz. Ocaso
Susana Cruz. Éxtasis
Como ya nos ha avanzado Susana, su terreno es el de la pintura y, fundamentalmente, el del óleo: La técnica que trabajo es el óleo sobre lienzo en medianas y grandes dimensiones. El tamaño de los lienzos lo elijo a conciencia; para mí, forma parte del proceso artístico. Necesito que el tamaño de lo dibujado sea equivalente o superior al tamaño que tendría en la vida real, si no, siento que la obra se queda “encerrada” y eso me genera agobio.
En cuanto a los colores, mi obra se caracteriza por el uso de blanco, sombra tostada y negro; pincelada fina, calmada y suave, en contraste; con técnica a espátula muy marcada y de gran expresividad. Fusiono el fondo con la figura aportando a la obra dinamismo y libertad.
Susana Cruz. Modestia
El fin de esa pandemia que le permitió dedicarse sin trabas a pintar dio paso a la sucesión de exposiciones que desde 2021 ha presentado: Hasta los 27 años no expuse mi obra. Mis primeras exposiciones fueron a raíz de colaboraciones con diferentes restaurantes italianos de Madrid.
Más tarde, en 2021, hice mi primera exposición en la Galería Espacio Cómplices (Madrid) de la colección VEEMENZA, título que elegí por su significado: “Que tiene una fuerza impetuosa. Ardiente y lleno de pasión. Persona que obra de forma irreflexiva, dejándose llevar por los impulsos”.
A raíz de ello me surgió la oportunidad de participar en un evento “cena sensorial” en la Galería Sara Caso (Madrid). Toda una experiencia. Vendaban los ojos a los comensales y mediante el menú, la música, sonidos y actores recreaban el ambiente de mi obra inspirada en El rapto de las sabinas, para acabar quitándonos la venda y viendo la sala oscura y el cuadro iluminado.
La segunda colección, EQUILIBRIO, la expuse en 2023 en Espacio MAdos (Madrid). Es un relato mediante esculturas de mi vida durante un año; sin duda, aquí fue dónde salió de mi subconsciente toda aquella inspiración capturada en Italia. Este mismo año participé en un evento impulsado por un grupo de artistas jóvenes de diferentes disciplinas en Artfter (Bilbao), en el que conocí a gente increíble y con verdadera pasión por expresarse a través del arte.
Posteriormente participé en FESTIARTE (Marbella), representada por la Galería Gaudí, con la que participé también en una exposición colectiva en Madrid. El 2024 empezó con una exposición en el Hotel Akeah (Madrid), una experiencia preciosa en un lugar en el que, a pesar de no dedicarse al arte, lo impulsan con gran sensibilidad. Aquí presenté la primera obra de mi colección actual, IL DUBBIO È BELLO, serie en la que, mediante mujeres, expreso mis sentimientos y pensamientos más profundos.
Actualmente tengo obras expuestas de forma online de la mano de Juan del Toro en Antoarte, una plataforma creadora de eventos que fusiona el arte con las marcas de tendencia y las tiendas de alta decoración. Y de la mano de Pedro Luis Requena, art dealer, en ferias de arte y exposiciones colectivas en Madrid; además, bajo su asesoría, estoy participando en subastas internacionales online, mediante la casa de subastas Setdart.
Sus futuros pasos llevarán a Susana Cruz a Valencia y Málaga: Actualmente estoy finalizando la colección IL DUBBIO É BELLO. En ella fusiono todo lo aprendido de las colecciones anteriores, VEEMENZA y EQUILIBRIO, del manejo con la espátula, que aporta gran expresividad y fuerza, y un nuevo efecto del pincel que estoy desarrollando dando sensación de movimiento, sensibilidad y destacando las transparencias.
En cuanto a próximos proyectos, tengo dos exposiciones en diciembre: la primera en Valencia, de la mano de un estudio de arquitectura; la segunda la llevaré a cabo en un local del centro de Málaga que fusiona arte con coctelería. El local inaugura con mi exposición, por lo que es una experiencia nunca vivida.
Y seguiré como hasta ahora, aprovechando las oportunidades que veo que me pueden impulsar, conociendo a otros artistas de mí mismo ámbito o diferente y sobre todo haciendo disfrutar. Porque al fin y al cabo el arte es eso, dejarse llevar.
Podéis conocer mejor a Susana, aquí: www.susanacruzart.com
Susana Cruz. Templanza
Susana Cruz. Sutileza
Susana Cruz. Imperturbabilidad
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La Strada, setenta años de un tumulto en el Festival de Venecia

No siempre los festivales de cine han sido balsas de aceite donde reina la deportividad, independientemente de las elecciones del jurado: en el de Venecia, hace setenta años, en 1954, la sala atronó después de la entrega de premios, hubo tumulto y hasta peleas. La razón: Senso, de Luchino Visconti, no recibió galardones y La strada de Fellini consiguió el León de plata; así se agudizaba un conflicto que derivaría casi en guerra de bandos en el cine italiano y que no tenía carácter meramente artístico, sino también político: una facción considerada de izquierdas continuaba abogando por el desarrollo del neorrealismo, para entonces ya en horas bajas, mientras que en el sector conservador preferían la aparición de los valores religiosos en la gran pantalla. Los primeros, agrupados en torno a Visconti, se sintieron aquella vez traicionados por Fellini, que antes sí fue su compañero de viaje y había planteado en aquella ocasión un filme abstracto respecto a los cánones neorrealistas y, por momentos, ceñido a los principios católicos. En ese año, la crítica llegó a afirmar que no reflejaba ni la sociedad italiana ni sus problemas.
Es cierto que el centro de La strada no es la lucha de clases, por más que sus protagonistas sean humildes, y que puede interpretarse como un relato de redención espiritual, pero Fellini nunca aceptó que su historia fuese ajena a la realidad: desde su punto de vista, podía abrir nuevas perspectivas sociales, porque remite a la experiencia común de dos personas, origen y símbolo de una sociedad. Aunque no se ciñera a la actualidad italiana, sí se sostenía sobre una base palpable, la que el director había conocido: sus recuerdos y sentimientos, que había plasmado en el viaje de dos criaturas, aparentemente sin mucho en común, pero unidas inseparablemente por alguna razón.
La Strada se inicia con la llamada a Gelsomina (Giulietta Masina) de sus hermanas; ella está en la playa recogiendo leña en las dunas. El forzudo Zampano (Anthony Quinn) acude a buscarla, pues la ha comprado por 10.000 liras para llevársela en su motocicleta, transformada en caravana; el refugio en su vida de feriante que hace sus números en las plazas de pueblos cuya población no parece menos miserable que él. Gelsomina ha de ayudarle (como antes hizo otra de sus hermanas, fallecida) literalmente como pueda: recogiendo dinero, tocando el tambor o disfrazándose de payaso; así será como abandonará su hogar de infancia a orillas del mar, sabremos que para siempre.
Componen los dos un dúo curioso: una joven muy menuda, y vital e ingenua, deseosa de hacerlo bien como artista de los caminos, ha de manejarse con un individuo grande y gruñón al que la vida en la calle ha hecho duro y que no presta ninguna atención a los sentimientos de quien tiene al lado. Incluso sus actuaciones las realiza mecánicamente, repitiendo las mismas palabras en los mismos momentos, sobre todo en el instante culminante de romper una cadena hinchando su pecho. Ante casi todo lo que ve, sin embargo, a Gelsomina parecen salírsele los ojos de las orbitas; incluso cuando toca por primera vez el tambor, lo hace con ilusión rayana en el delirio hasta que Zampano, nunca para bromas, le golpea en las piernas con una vara.
No hay para el saltimbanqui arte útil si no sirve para ganarse el pan, al contrario que para el llamado El Loco (Richard Basehart), equilibrista que saldrá a su paso varias veces y que sí concibe su actividad con libertad y despreocupación, como su misma vida: irradia gracia en el aire, la extrema ligereza del que no teme nada en absoluto a las alturas; en alguna ocasión, incluso, llevará alas de ángel. No hay que ser adivino para intuir que El Loco y Zampano serán mutuos enemigos y que el más débil de los dos no sobrevivirá a su rivalidad.
La muerte del equilibrista hunde el ánimo de Gelsomina, que podría haberse ido antes con él en lugar de quedarse con el forzudo, quien nunca la ha mirado como mujer y siempre ha rechazado bruscamente sus esfuerzos por una mayor proximidad entre los dos. Tendrá ocasión, por esa rudeza, de tomar conciencia a destiempo de su soledad y de que ha perdido algo valioso.
Por todo esto, La strada no es solo una parábola social de carácter poético, o una road movie con mensaje, sino una historia de amor nunca alcanzado y de triste desenlace. Aunque en Italia desató todo tipo de opiniones, la crítica internacional sí la alabó: el histórico André Bazin dijo que era un encuentro con un mundo insospechado; George Sadoul, que se trataba de un hito en la historia del cine; y Doniol-Valcroze, que sería un faro para el séptimo arte. Los aún partidarios del neorrealismo la rechazaban precisamente por eso, por lo que tenía de mágico y encantador y por apuntar, finalmente, a la trascendencia: Fellini no quería quedarse con la superficie de su trama, sino penetrar en ella; recoger en las vidas desgraciadas de estos personajes su impulso por seguir adelante.
Cuando Zampano humillaba a Gelsomina, y ella dudaba de sí misma y de por qué estaba en el mundo -ella y todo lo demás, incluso las piedras-, El Loco le decía que todo lo que está en el mundo es bueno para algo y que si su vida no tenía sentido, nada lo tenía, ni siquiera las estrellas. Ella parecía comprender.

Es dificilísimo no experimentar ternura por el personaje de Masina y, controversias aparte, fue así desde el principio: dicen que, en adelante, cuando ella visitaba a Fellini en los estudios romanos de Cinecittá, los trabajadores la aplaudían, recibía un ramo de rosas y el rodaje de turno se detenía hasta que se sentaba para ver a su esposo en faena. Había nacido en 1921 en San Giorgio di Piano, cerca de Bolonia (Fellini no muy lejos, era de Rímini), pero se había criado con una tía elegante en Roma y había trabajado en la radio y en varias compañías teatrales antes de este salto al cine. Las ondas le hicieron, justamente, conocer al cineasta: cuando puso voz a un personaje de un guion radiofónico suyo.
Tras algunos papeles secundarios, actuó en las primeras películas de su marido: desde Luci dei varietá en 1950 a Giulietta de los espíritus en 1965; más tarde se retiró de la gran pantalla hasta un regreso tardío, de la mano de Perinbaba (1985) de Jakubisco, Ginger y Fred (1985) del mismo Fellini y Hoy quizá… (1991) de Bertuccelli. En todo caso, en la memoria quedó por Gelsomina, ese duende bondadoso con fe en los demás. Murió en 1994, unos meses después que el director.
 

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¿Dónde está la justicia para Alexa?

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El Consultorio Jurídico Feminista ha elevado la denuncia de Alexa Torres al CEDAW, buscando visibilizar la impunidad del caso de acoso sexual por parte del sacerdote Silvestre Olmedo. Este hecho evidencia las trabas judiciales y estereotipos que obstaculizan el acceso a la justicia para las mujeres en Paraguay.

 

En un hito histórico, el Consultorio Jurídico Feminista (CJF), junto a Synergia-Iniciativas para los Derechos Humanos, presentó el caso de Alexa Torres al Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), denunciando la falta de perspectiva de género y la aplicación de estereotipos que llevaron a la impunidad en el proceso judicial contra el sacerdote Silvestre Olmedo.

 

Alexa, víctima de acoso sexual en 2016 cuando tenía 20 años, enfrentó un proceso judicial lleno de trabas y dilaciones que culminaron sin justicia. A pesar de la evidencia y los hechos probados, el sistema judicial paraguayo no actuó con la celeridad ni el enfoque adecuado, lo que dejó el caso sin resolución favorable para la joven.

 

Fotografía: gentileza

 

Desde el CJF también lanzaron la campaña “¿Dónde está la justicia?”, que busca generar conciencia sobre las falencias del sistema y apoyar la denuncia presentada ante la CEDAW, exigiendo medidas de reparación y no repetición para mejorar el acceso a la justicia de las mujeres en Paraguay. 

 

El camino aún es largo, pero Alexa Torres y las organizaciones que la respaldan esperan que este caso sirva como un precedente para que otras mujeres no tengan que enfrentarse a un sistema que les da la espalda.

 

A través de una página web del Consultorio Jurídico Feminista, se pueden conocer los hitos del caso, los testimonios de Alexa y a las abogadas que la acompañan en esta lucha.


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