En una maniobra para obstruir el inicio del juicio oral por acoso sexual, coacción y coacción sexual, la defensa de Carlos Granada se pronunció en contra de la nueva integración del Tribunal de Sentencia y recurrirá a la Cámara de Apelaciones. A casi tres años de las denuncias, el proceso quedó en suspenso hasta que se resuelva el recurso.
Este lunes 7 de abril de 2025 debía iniciar el juicio oral y público contra el ex gerente de la multinacional Albavisión (Canal 9), Carlos Granada, tras varias chicanas presentadas por su defensa. Nuevamente sus abogados Álvaro Arias y Sandra Rodríguez impidieron que arranque esta etapa con un recurso de reposición en contra de la conformación del Tribunal de Sentencia.
El martes 1 de abril los representantes del acusado fueron notificados de que el juez Juan Pablo Mendoza no podrá seguir en la causa por varios motivos y que en su reemplazo asumía la magistrada Sonia Villalba. Sin embargo, esperaron hasta la noche del viernes para presentar su objeción, lo justo para impedir que inicie el juicio a primera hora de este lunes.
La fiscala Luz Guerrero y el abogado de la querella adhesiva, Rodrigo Yódice, se pronunciaron en contra del pedido de la defensa, teniendo en cuenta que el cambio de juez no perjudica al acusado y que por tanto no corresponde el recurso.
Para Yódice es contundente la intención de la defensa de obstruir el inicio del juicio oral, donde seis víctimas que trabajaban en el canal aguardan justicia luego de denunciar los hechos en mayo de 2022.
El Tribunal de Sentencia, presidido por Laura Ocampo, decidió por unanimidad rechazar el recurso de la defensa, pero el trámite pasará a la Cámara de Apelaciones, donde debe dictarse una resolución para que arranque el juicio.
El Ministerio Público espera retomar el juicio pronto para seguir con la agenda que establecía este proceso entre este lunes 7 y viernes 11 de abril desde las 8:00.
Carlos Granada fue imputado en agosto del 2022 por acoso sexual, coacción y coacción sexual mientras ejercía el cargo de gerente en Canal 9. De acuerdo a la Fiscalía, se aprovechó de su jerarquía para cometer varios hechos punibles relacionados a la autonomía sexual de las trabajadoras.
En agosto de 2023 su caso se elevó a juicio oral y tras chicanas, este proceso quedó firme.
La agente Luz Guerrero mencionó que la pena que solicitará la Fiscalía se analizará en el transcurso del juicio. El objetivo es que el Tribunal atienda todos los hechos punibles y tenga en cuenta la multiplicidad de víctimas.
Por esta causa, Granada fue enviado a la cárcel, pero logró obtener la libertad ambulatoria.
*Este material forma parte de la campaña Las periodistas ya no se callan, impulsado por la Red de Mujeres Periodistas y Comunicadoras en alianza con Revista Emancipa Paraguay.
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El Museo Reina Sofia ha anunciado hoy la fecha de inauguración de su sala de cine, instalada en el antiguo Auditorio del Edificio Sabatini, que ha sido reformado con ese fin durante casi un año: será el próximo 10 de abril. Planteado como un salón de actos polivalente en 1985, este espacio ha sido ahora rediseñado para la experiencia cinematográfica por la firma Anna & Eugeni Bach Arquitectos y tendrá capacidad para 133 espectadores.
La remodelación ha consistido en el desarrollo de actuaciones en el mobiliario y la acústica, la modificación de la pendiente de la sala para las proyecciones y la mejora de la accesibilidad para las personas con movilidad reducida. Asimismo, se ha instalado un nuevo sistema de imagen y sonido para cine digital, con servidor integrado, cuyo funcionamiento se compatibilizará con el de un sistema de proyección en película, tanto de 35 mm como de 16 mm, y con un sistema sonoro 5.1.
Cine del Museo Reina Sofía
El cine ha quedado, igualmente, acondicionado para la realización de eventos, presentaciones y conferencias con traducción simultánea y sistema de soporte para personas sordas. La inversión efectuada asciende a 856.000 euros, financiados en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) de la Unión Europea, dado que, atendiendo a los responsables del MNCARS, en una sociedad en la que el consumo del producto audiovisual está caracterizado por la individualidad y la multiplicidad de elección a través de las plataformas, la apertura de una sala cinematográfica en un museo de arte contemporáneo responde a la necesidad de establecer un espacio público que ofrezca la experiencia colectiva que supone el cine.
El primer ciclo de cine que se proyectará en la sala renovada será “Cine, año cero. Imágenes de nuestro tiempo” y se anuncia como el primero de futuros programas que compendiarán todo tipo de proyecciones, películas comentadas y piezas en directo. Además, la pantalla de cine podrá unirse a los espacios expositivos en proyectos en los que artes plásticas y fílmicas entren en relación; igualmente, permitirá estrechar alianzas con festivales e instituciones en iniciativas ligadas al séptimo arte y enfocadas a públicos diversos.
El comisario de “Cine, año cero” será Chema González, jefe del Departamento de Cine y Nuevos Medios del Museo Reina Sofía, y ofrecerá obras de cineastas y artistas visuales con un objetivo común: reflexionar sobre la forma y el discurso cinematográfico en el contexto de nuestra época. Serán creaciones de Tsai Ming-Liang, King Hu, Radu Jude solo y con Christian Ferencz-Flatz, Ana Vaz, Khavn de la Cruz, Anna Cornudella, Véréna Paravel, Lucien Castaing-Taylor, Beatriz Santiago Muñoz y Alice Rohrwacher. Dará comienzo ese mismo 10 de abril.
Cine del Museo Reina Sofía
Cine del Museo Reina Sofía
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El texto del autor español Juan Tallón corresponde a una novela muy entretenida, sorprendente a ratos, llena de buenas imágenes, diálogos e ideas que, a pesar de una sensación, por momentos, de que hay planteamientos…
La Acrópolis sigue siendo el telón de fondo en el que toman forma nuestros pensamientos.
Hace ocho años, el nombre de Andrea Marcolongo comenzó a sernos familiar a partir de la publicación, muy bien acogida en Italia, de La lengua de los dioses: una joven autora de entonces treinta años desmenuzaba en ella las razones por las que la lengua griega (antigua) no ha perdido su capacidad seductora; tenían que ver con la rareza bella de su alfabeto, con su suficiencia temprana para expresar emociones atemporales, e incluso un sentido particular del tiempo, y con una probable añoranza hacia un pasado lejano y distinto -mucho, como prueban sus grafías- pero con el que, al menos los moradores en torno al Mediterráneo, no hemos dejado de sentirnos conectados, en una forma de anhelo. Aunque contenía esa publicación claves para comprender el idioma, no se trataba, ni mucho menos, de un manual ni de un ensayo académico, sino de un texto en el que Marcolongo daba cuenta de su pasión por una lengua que no habría perdido su vigencia a la hora de explicarnos como sociedad y quizá individualmente; la anticipaba en el prólogo: No existen lenguas muertas o no muertas, lo que existe son lenguas fecundas, tan fértiles como el griego, que forman parte de vuestra lengua materna, tan potentes que forman parte de vosotros mismos.
Tras La medida de los héroes, Etimologías para sobrevivir al caos y El arte de resistir, el año pasado Marcolongo volvió a librerías con otro ensayo en el que rendía tributo a la cultura griega, entonces no desde su lengua sino desde sus piedras: Desplazar la luna. Mi noche en el Museo de la Acrópolis. Tras arduas gestiones, y con bastante sorpresa por parte de los empleados de ese centro, el editor de esta periodista, licenciada en Letras Clásicas en Milán, conseguía que pudiera pasar una noche entera, y en soledad -con pocas prohibiciones más allá de las obvias-, en este museo de corta vida. Entre las escasas posesiones que llevó con ella para la que, explicaba, era seguramente su primera noche fuera de una cama, se encontraba la biografía de Lord Elgin, el político y soldado británico que pergeñó, siendo embajador de su país en Constantinopla en los primeros años del siglo XIX, la salida desde Atenas hacia el Reino Unido de los que ahora se conocen como Mármoles de Elgin, los relieves y estatuas que sobrevivieron a la conversión del Partenón en polvorín turco durante la sexta guerra otomano-veneciana, la Guerra de Morea. No sólo procedían, en realidad, del Partenón: también del Erecteión, los Propileos y el Templo de Atenea Niké.
Al margen de repasar la difícil puesta en marcha de ese museo, que no alcanza los quince años de andadura pero cuyo proyecto era bastante anterior -el suelo ateniense sigue siendo muy rico en pasado-, se plantea ante los hallazgos sí recogidos aquí las ramas de sus conexiones europeas (su relación un tanto distante con su Italia de origen, ligada a su doble orfandad; sus esfuerzos por mimetizarse entre franceses, dado que reside en París; y su vocación hacia lo griego); y profundiza en el peso de las ausencias y las pérdidas en la historia de las colecciones del museo y de lo que implica el asunto espinoso del desarraigo de ciertas obras de arte y de sus restituciones, desde una perspectiva literaria y emotiva, pero siempre apegada a la historia griega y al simbolismo de los restos diseminados de las esculturas del Partenón (que no se conservan únicamente en el British Museum, también en Francia, Dinamarca y Alemania; Italia lo ha devuelto todo).
Su relato, el de la ausencia como presencia más punzante en sus palabras, entrecruza historia, literatura y narración personal; y por eso dudas: Marcolongo llega a cuestionarse quién es ella para juzgar a figuras como Elgin y cuánto tenemos todos de saqueadores no culposos de tradiciones ajenas, al tiempo que se duele ante las piedras mutiladas. Su propósito inicial es intentar comprender el cómo y el porqué de los muros degradados -de nuevo, no sólo un asunto británico-; nuestra consideración de la cultura clásica, asentada durante demasiado tiempo en la amnesia; lo que la actividad mercantil con el propio pasado dice de nosotros, de nuestra capacidad de memoria y agradecimiento; e incluso cuánto hay de azar y destino en el devenir de los mármoles y de quienes tuvieron que ver con sus paraderos (Elgin conoció sucesivas ruinas).
No todas sus reflexiones relativas a la explotación del pasado se formularon, evidentemente, con ánimo de ser compartidas, pero en conjunto procura evitar la autora las lecturas demasiado simples; Desplazar la luna no ofrece una historia desconocida, sin embargo, la esboza de forma personal, actual y sensible. Formula Marcolongo que a la sombra del Partenón es donde realmente somos, mientras que lo que hacemos en el primer plano de nuestro presente sin memoria es ir y venir.
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Si algo nos enseñó la historia es que cada derecho conquistado costó lucha, organización y resistencia. Ahora, en nombre de “la familia”, nos quieren hacer retroceder décadas.
La creación de un Ministerio de la Familia que invisibiliza a las mujeres como sujetas de derechos no es casualidad, es parte de un proyecto que busca encajarnos de nuevo en la casa, atadas a roles tradicionales y alejadas de las políticas públicas que deberían garantizarnos autonomía, igualdad y libertad.
Fotografía: Nadia Gómez.
No es ingenuidad, es ideología. Cuando el Estado deja de nombrarnos, deja de reconocernos. Cuando en lugar de un Ministerio de la Mujer te ponen uno “de la Familia”, el mensaje es claro: la prioridad no son nuestros derechos, sino un modelo de sociedad donde quieren mantenernos relegadas al hogar, calladas y obedientes.
Nos venden todo esto como un avance, como una política “superadora”, pero lo que están haciendo es barrernos del mapa de las políticas públicas. Y no es un error, es una decisión política.
Nos quieren convencer de que la “familia” es el núcleo fundamental de la sociedad, pero se olvidan de que no todas las familias son iguales, de que hay maternidades forzadas, violencia machista, brechas económicas y un sinfín de desigualdades que no se resuelven con discursos vacíos sobre la unidad familiar.
¿Dónde quedan las mujeres que no quieren o no pueden ser madres? ¿Qué atención tendrán las que escapan de hogares violentos? ¿Qué pasará con las que sostienen solas a sus hijos e hijas en un Estado que les da la espalda?.
Este ministerio no viene a garantizar derechos, viene a limitarnos en roles tradicionales. Nos quieren madres, esposas y cuidadoras, siempre disponibles, siempre postergadas. Nos corren del centro para ponernos como accesorio de “la familia”, como si no fuéramos personas con autonomía y necesidades propias.
Fotografía: Nadia Gómez.
Pero no nos van a borrar. Sabemos lo que sucede cuando el Estado deja de nombrarnos: significa menos presupuesto, menos protección, menos políticas para frenar la violencia y menos herramientas para la independencia económica.
Pero también sabemos que cada vez que intentaron encerrarnos en la casa, salimos a la calle a gritar que no vamos a retroceder.
Nos quieren invisibles, nos van a ver organizadas. Nos quieren calladas, nos van a escuchar en todas partes. ¡No vamos a permitir que nos arranquen lo que tanto costó conquistar!