Ciento volando: el Chillida estudioso y el filósofo

Chillida nació junto al mar, el de San Sebastián, lo visitó una y otra vez de pequeño (esa misma zona donde después instalaría El peine del viento) y no tardaría demasiado en darse cuenta de que de él no querría alejarse mucho: porque es siempre cambiante y siempre el mismo; por su cariño por las rocas erosionadas, ajadas, que como las personas mayores siguen no obstante en primera línea, dando la cara; y porque terminaría viéndolo casi como un maestro cuya presencia era necesaria a lo largo de la vida para no perder pie.
En el mar empieza, seguramente por eso, Ciento volando, el documental dirigido por Arantxa Agirre que llegará a cines el 10 de enero de 2025 y que, de la mano de la actriz Jone Laspir, nos invita a profundizar en la personalidad creativa de Chillida de la mano de quienes lo conocieron bien (parte de su familia, artistas como Fernando Mikelarena, Andrés Nagel o el recientemente fallecido Koldobika Jauregi, el comisario Kosme de Barañano, el ahora director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza), de personal de su museo (Mireia Massagué, Ixiar Iturzaeta, Nausica Sánchez, Íñigo Irureta) o de visitantes del propio Chillida Leku, sobre todo de su público más joven.
No adopta Agirre, acertadamente, el camino de presentarnos su carrera y su obra de manera más o menos cronológica, ofreciéndonos una aproximación académica al autor, sino que ha elegido profundizar en sus modos de vivir y de crear, muy relacionados unos y otros; en las raíces de su estética, siempre depurada y meticulosa, tan sencilla como fruto de un extenso estudio: más de una vez hace hincapié este trabajo en el tiempo sin medida que empleaba Chillida en elaborar cada uno de sus proyectos, frente a nuestro afán de hoy por producir lo máximo con brevedad; estaba convencido de que es más fácil saber dónde no quieres llegar que dónde sí, por eso es necesario no tener prisa en descartar las opciones no deseadas para aproximarse a un fin.

Introspectivo y concienzudo (son cualidades que suelen ir juntas), el escultor desplegó en su obra el apego a la naturaleza y a lo esencial que manifestaría en su misma historia vital: afirmó, tras permanecer tres años en Francia a finales de los cuarenta y admirar allí la escultura clásica, que su verdadero terreno era el de la luz negra que encontraba en su ciudad y en torno al Cantábrico; la luminosidad mediterránea, que de alguna forma baña también las imágenes grecorromanas, no era para él. Tampoco lo sería el ámbito del dibujo, y por una razón por la que muchos no habrían salido de él: se le daba bien, le parecía demasiado fácil y tenía que buscar otros desafíos.
Su trayectoria, en general, estuvo marcada por la huida de la comodidad, del ruido y de la prisa; por la reflexión (tendremos ocasión de conocer algunas de sus lecturas, muchas meditativas, de san Juan de la Cruz a Heidegger) y por la voluntad de acercarse a lo desconocido, también a aquellos autores con quienes no compartía inquietudes pero en los que encontraba autenticidad; en este punto recordamos el documental que Irene M. Borrego brindó hace dos años a su tía-abuela, la pintora Isabel Santaló, otra autora de movimiento lento que alentaba a su sobrina a, en lo creativo, ir por lo que no sabes.
Esas búsquedas, en su caso, no tenían que ver tanto con la novedad ni las rupturas con lo dado, sino con el hallazgo de posibilidades en lo cercano: en los espacios, en los que se despliegan opciones nuevas al ser solo y nada menos que vaciados (así lo hizo en el Caserío Zabalaga y lo planeó en la montaña de Tindaya, en Fuerteventura); en el aire, que contiene en sí toda la profundidad; en los ensamblajes más sencillos, aquellos que no requieren de utensilios ajenos al material de base (y cuando sean necesarios los tornillos, mejor no ocultarlos) o en esa realización de sus piezas en componentes únicos, sea el alabastro, el hormigón armado, la piedra o el acero inoxidable; sólidos, pero no siempre dispuestos sobre la tierra -una de las piezas presentes en el documental es el suspendido Lugar de Encuentros IV, que pesa más de trece toneladas, pero que puede gravitar-. Lo contundente, lo grave, en Chillida es también ligero y abierto al inevitable cambio.
Nada tiene de casual que sean tantos sus proyectos para lugares públicos. Todos los volúmenes del creador vasco, y así lo subraya este documental, en el que las olas del mar devienen finalmente fuego de forja, quieren ser más que eso, que materiales ocupando espacio: generan enclaves espirituales y humanísticos.

 

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Qué es el realismo mágico

Juan Ortiz

Qué es el realismo mágico

Qué es el realismo mágico

El realismo mágico es una corriente literaria y pictórica que fusiona elementos fantásticos con situaciones cotidianas, presentando lo irreal como parte natural de la vida diaria. Surgido en el siglo XX, este movimiento se caracteriza por integrar lo maravilloso en lo mundano, creando una atmósfera en la que lo insólito no solo existe, sino que convive con lo real sin generar asombro en los personajes.

Aunque la corriente tuvo especial auge en la literatura latinoamericana —incrementada durante en Boom de los años sesenta— su influencia se ha extendido a otras formas de arte y culturas del mundo. Un ejemplo de ello es la obra del japonés Haruki Murakami, o la del alemán Günter Grass. El realismo mágico es una expresión poderosa, y hoy vamos a explicar el por qué.

Orígenes y contexto histórico del realismo mágico

El término «realismo mágico» fue acuñado por primera vez por el crítico de arte Franz Roh (1925), quien lo utilizó para describir una corriente pictórica alemana que se caracterizaba por representar escenas objetivas con un halo de misterio y extrañeza. En este contexto, el realismo mágico se relacionaba con un intento de redescubrir la realidad a través de una mirada distinta y casi onírica.

Más tarde, el término se extrapoló a la escritura de la mano del italiano Massimo Bontempelli y el venezolano Arturo Uslar Pietri. En conjunto, fue en la literatura latinoamericana donde este concepto encontró su espacio y definición más conocida. Durante el Boom de los años sesenta y setenta, autores como Julio Garmendia, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Isabel Allende, Carlos Fuentes y Alejo Carpentier popularizaron la corriente a nivel mundial.

Alejo Carpentier, en particular, aportó al concepto con su idea de lo «real maravilloso», término que describe la percepción de lo extraordinario como parte intrínseca de la realidad latinoamericana. Para Carpentier, el continente estaba marcado por una historia y una cultura tan asombrosas que lo mágico formaba parte de su esencia.

Características principales del realismo mágico

La implementación de lo irreal como algo cotidiano

Una de las principales características del realismo mágico es la normalización de lo insólito. Los eventos sobrenaturales o mágicos no sorprenden a los personajes, forman parte de su vida diaria. Por ejemplo, en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Remedios la Bella asciende al cielo en cuerpo y alma mientras está doblando sábanas, un suceso extraordinario que se narra con total naturalidad.

Fusión entre lo real y lo fantástico

En el realismo mágico no hay una línea divisoria entre lo real y lo irreal. De hecho, los elementos fantásticos se integran de manera armónica a la trama, creando una realidad ampliada donde lo sobrenatural convive con lo tangible. Esto puede llegar a confundirse con la fantasía, aunque son tropos distintos por naturaleza.

El tiempo no lineal

Otra característica común es el uso del tiempo cíclico o no lineal. En estas narraciones, las épocas pueden retroceder, avanzar o repetirse, como ocurre en El Aleph de Jorge Luis Borges o en Pedro Páramo de Juan Rulfo. En este sentido, la concepción del paso de las horas y los días refleja una perspectiva más amplia y compleja de la realidad.

Ambientes místicos y oníricos

El escenario donde se desarrollan las historias de realismo mágico suele estar cargado de simbolismo y atmósferas oníricas. Los paisajes latinoamericanos, con su exuberante naturaleza y sus tradiciones místicas, han servido de inspiración para crear mundos que parecen surgir de un sueño.

Crítica social y política

Detrás de su aparente fantasía, el realismo mágico suele abordar problemáticas sociales, políticas e históricas. La combinación de lo mágico con lo real permite denunciar injusticias y tensiones poblacionales sin perder el componente artístico.

Autores representativos y obras clave del realismo mágico

El realismo mágico cuenta con un legado literario rico y diverso. A continuación, mencionaremos algunos de los autores y obras más emblemáticas del movimiento:

Julio Garmendia

Resulta ser uno de los autores más infravalorados de la corriente, pero también uno de los pioneros de la misma. Garmendia es conocido por sus obras conceptuales, sus cuentos filosóficos y el uso de la metaficción. No obstante, una de sus narraciones más famosas, El gusano de luz (1917), enmarca perfectamente la vanguardia del realismo mágico.

Isabel Allende

La autora chilena popularizó el realismo mágico con La casa de los espíritus (1982), una saga familiar donde los elementos sobrenaturales conviven como si nada con la historia política de su país, creando incluso paralelismo entre ambos contextos.

Gabriel García Márquez

El escritor colombiano es, sin duda, uno de los mayores exponentes del realismo mágico. Su obra Cien años de soledad (1967) es un ejemplo paradigmático, donde la historia de la familia Buendía en el pueblo ficticio de Macondo mezcla sucesos extraordinarios con una narrativa fluida y natural. A lo largo de los años, el escritor se ha convertido en un referente para nuevos títulos y exponentes.

Elena Garro

Considerada como una de las renovadoras de la literatura fantástica latinoamericana, la premiada autora es responsable de obras notables como Los recuerdos del por venir y La culpa es de los tlaxcaltecas, donde exalta la cultura, los colores y los matices de su tierra, atrayendo al lector hacia un mundo imaginario dentro de su propia realidad.

Juan Rulfo

El icónico Juan Rulfo contribuyó al realismo mágico con Pedro Páramo (1955), una novela donde el mundo de los vivos y los muertos se confunde, presentando una atmósfera fantasmal que refleja la tragedia y el desamparo del pueblo mexicano.

Laura Esquivel

Más recientemente, la también guionista Laura Esquivel dio un salto monumental con su obra Como agua para chocolate. En ella, utiliza el realismo mágico para acentuar la relación tumultuosa de una familia. Para esto, hace énfasis en la cocina como corazón del hogar, donde la metáfora, los juegos de palabras y los sabores cobran un rol no solo fundamental, sino, además, redentor.

El realismo mágico en la pintura y el cine

Aunque el realismo mágico es principalmente una corriente literaria, su influencia ha trascendido a otras disciplinas. Esto es posible notarlo en pintoras como Remedios Varo, quien incorporó elementos fantásticos en sus obras, creando imágenes que desafían la percepción de la realidad.

Por otro lado, en el cine, directores como Guillermo del Toro han llevado el realismo mágico a la pantalla grande. Un ejemplo de ello es El laberinto del fauno (2006), donde fusiona la fantasía con la realidad histórica, utilizando concepciones mágicas para profundizar en el drama social.

Impacto y vigencia del realismo mágico

El realismo mágico sigue siendo una forma de expresión poderosa porque refleja la complejidad de la experiencia humana. Al integrar lo mágico en lo real, esta corriente invita al lector o espectador a cuestionar los límites de su propia situación. Además, su capacidad para abordar temas universales, como la memoria, la identidad y la injusticia, lo convierte en una herramienta literaria atemporal.

En un mundo donde la realidad a menudo supera la ficción, el realismo mágico ofrece una manera de reinterpretar lo cotidiano, dotándolo de significado y belleza. A través de sus autores y obras, recuerda que, en la vida cotidiana, siempre hay espacio para lo extraordinario.


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Últimas décadas y artistas españolas: el Museo Reina Sofía anuncia sus adquisiciones de 2024

El Museo Reina Sofía ha anunciado hoy sus adquisiciones del año a punto de culminar: 470 trabajos de artistas españoles (destacan Ángeles Santos, José Pérez Ocaña, Colita, Pilar Albarracín, Ana Laura Aláez, Carles Congost, Joan Morey o Cristina Lucas) y extranjeros (entre ellos, André Masson, Alice Rahon, Allan McCollum, Regina José Galindo, Miguel Ángel Rojas o Yasumasa Morimura). Se ha buscado la incorporación a los fondos del MNCARS de mujeres, especialmente españolas aunque no solo: dejando a un lado las obras adquiridas en subasta cuyo único criterio, evidentemente, es el de la oportunidad de la salida al mercado y la urgencia de su inclusión en las colecciones públicas, ellas suponen más de la mitad -el 56%- de las compras del Ministerio para el Reina Sofía y del propio Museo.
Las tres vías por las que el centro viene incrementando su acervo son las adquisiciones con recursos económicos propios y la donación de obras a esta institución; las adquisiciones con recursos del Ministerio de Cultura, que incluyen tanto las compras en la Feria ARCOmadrid como las subastas aprobadas por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico; y los depósitos de piezas de la Fundación Museo Reina Sofía, que corresponden a adquisiciones y donaciones.
Junto a la incorporación de mujeres artistas, o a la mejora de la presencia de las ya integradas (Pilar Albarracín, Elena Mendizábal, Alicia Framis, Ana Laura Aláez, Susy Gómez, Cristina Lucas, Belén Uriel, Tamara Arroyo, Nieves Correa o Cabello/Carceller), otra de las líneas de atención del Reina Sofía en esas nuevas entradas a su colección son los creadores activos en las últimas décadas y hasta ahora no representados en sus fondos; en este sentido, se suman trabajos de los citados Joan Morey y Congost, y de Ramon Guillén-Balmes o Rubén Grilo.
Y una tercera línea en estas últimas compras ha sido el refuerzo de los discursos artísticos surgidos durante la Transición, en los setenta: llegan al MNCARS la escultura de Sergi Aguilar, los inflables de Josep Ponsatí, la pintura pop de Carme Aguadé y proyectos de autores vinculados a las contraculturas de entonces, como Pérez Ocaña, Carlos Forns Bada, Julujama, Roberto González Fernández, Zush o Colita, de quien se ha adquirido una serie completa que se expuso en la Galeria Pecanis de México, ligada al exilio español. Anteriores son tres pinturas realizadas en los cincuenta, su última etapa, por el sevillano Helios Gómez: Mujer con cántaro, árbol muerto y desnudo, Mujer desnuda con carromato y Dos mujeres desnudas.
La atención al presente inmediato y a la diversidad racial se dejan ver en las compras de creaciones del artista guineano residente en España “Pocho” Guimaraes y del español afrodescendiente Rubén H. Bermúdez; Latinoamérica ganará peso en el Museo de la mano de Ana Gallardo y Alicia Herrero, que recurren al feminismo y la ironía como herramientas para explicar las condiciones materiales de sus carreras y las huellas del colonialismo; de la guatemalteca Regina José Galindo, pionera del arte del cuerpo puesto al servicio de la denuncia de la violencia contra la mujer; y del colombiano Miguel Ángel Rojas, cuya producción pone de relieve las condiciones de vida en su país. De vuelta a Europa, llega al Reina Sofía Elisa Montessori, autora italiana que cultiva una poética de la naturaleza imbricada en la tradición del arte povera.
A través de subastas, el MNCARS se ha hecho con piezas de la cubana Antonia Eiriz, de las artistas de la modernidad española Carme Cortés i Lladó y Laura Albéniz o con poesías concretas de Fernando Millán datadas a principios de los setenta, mientras que en el terreno de las donaciones debemos subrayar la que efectuó Juana de Aizpuru coincidiendo con el cierre de su galería, valorada en aproximadamente millón y medio de euros e integrada, en su mayor parte, por obras de autores españoles de la década de los noventa y comienzos de los 2000; también por piezas históricas de creadores andaluces contemporáneos y de pintores y escultores alemanes vinculados a esta sala desde sus inicios sevillanos en los setenta.
Concha Jerez, por su parte, ha donado la instalación Identidad de un espacio geográfico-La plaza de Colón de Madrid a través de unos elementos burocráticos identificadores de los límites del mismo (1983-1986), con la que participó en la muestra “Fuera de formato”, y Yasumasa Morimura ha hecho lo propio con diecisiete obras, procedentes a su vez de Juana de Aizpuru. Por último, el coleccionista Juan Várez ha donado Visión de la pintura occidental (2002), de Fernando Bryce.
La Biblioteca y Centro de Documentación del Reina Sofía, igualmente, ha aumentado sus fondos en casi 4.000 obras a través de compras, subastas y depósitos, además de recibir la donación de varios archivos y fondos documentales por un valor cercano a los 300.000 euros. Entre las donaciones de archivos hay que incidir en el del artista Darío Villalba, que se suma al del crítico José Manuel Costa.
En cuanto al Ministerio de Cultura, que ha invertido casi 1.138.000 euros en la adquisición de 139 obras de 85 artistas, sus criterios se han basado en la oportunidad que ofrecen las diferentes subastas y la atención a las vanguardias históricas y la modernidad. Se ha hecho con un desnudo de Joaquín Sunyer, Los gallos rojos (1935) de André Masson o Incendio forestal (1946) de la surrealista francesa establecida en México Alice Rahon. También con el Retrato de la Marquesa de Alquibla (1928), una de las obras primeras de Ángeles Santos, realizada por encargo a sus diecisiete años bajo la huella clara de la Nueva Objetividad; son raras las ocasiones de encontrar a la venta trabajos de esta autora.
Ángeles Santos. La marquesa de Alquibia, 1928
Otras adquisiciones corresponden a la pionera de la abstracción Lola Bosshard, las pintoras figurativas Esther Boix o Mari Puri Herrero, el vocabulario de la modernidad aplicado a contextos educativos de Regina Giménez, el estudio de los aparicionismos de Julia Montilla o el de las consecuencias morales de la crisis del sida a cargo de Ana Laura Aláez. Más  autoras incorporadas son Sonia Navarro, que viene abordando la labor textil como generadora de espacios comunitarios y de resistencia para las mujeres; Eli Cortiñas, que hace patente su compromiso político en el análisis de la construcción cultural de lo exótico en nuestra cultura visual; Núria Güell, y su apuesta por transformar la especulación financiera; o las jóvenes escultoras Nora Aurrekoetxea, Sahatsa Jáuregui y Elena Alonso, nuevas en el Reina Sofía; y otra adquisición del Ministerio es una instalación mural del americano Allan McCollum, compuesta por noventa dibujos.
En subasta, esta institución ha comprado una pintura de María Moreno de 1972, un conjunto de piezas de poesía visual de los sesenta y setenta o una serie fotográfica de Laurent y James Clifford que recoge la industrialización del paisaje español a finales del siglo XIX.
Elena Alonso. Antojo, 2018
Ana Laura Aláez. Lipsticks 3, 2001
Por último, la Fundación Museo Reina Sofía ha ofrecido en el año que acaba ochenta obras de aproximadamente la mitad de artistas con un valor próximo a 2.750.000 euros: donaciones en casi un 90%. La aportación de un coleccionista particular estadounidense ha permitido, según anuncia el Museo, la adquisición de una pintura de Julie Mehretu, Femenine in nine, part 4 (2023), de una serie que brindó al compositor afroamericano Julius Eastman. Además, Mercedes Vilardell ha aportado una obra de Hal Fisher formada por veinticuatro impresiones con pigmentos de carbono, Mitológicas 2 (2023) del brasileño Denilson Baniwa y una escultura-instalación del mismo artista, titulada Amaáka (Coivara), Cápsula de uma memoria em trânsito (2020); Alberto Cruz, un tríptico de dibujo a lápiz del dominicano Jorge Pineda, Paraísos encontrados; María Amalia León y la Fundación Eduardo León Jimenes, un conjunto de dieciséis fotografías documentales del neozelandés Bernard Diederich, un libro de artista de la puertorriqueña Consuelo Gotay, un conjunto de gráfica boricua y una instalación de la dominicana Belkis Ramírez; Diana López y Herman Sifontes donan un conjunto de once vídeos y treinta y cuatro fotolibros de autores venezolanos; Silvia Gold y Hugo Sigman, una pintura del uruguayo Pedro Figari; Mario Cader Frech, un vídeo de la salvadoreña Abigail Reyes; Sergio Butinof, dos piezas de arte textil de la peruana Gaudencia Yupari Quispe; Gabriel Calparsoro, ocho xilograbados del brasileño J. Borges; Julia Borja, una pieza del salvadoreño Camilo Minero; y Pilar Lladó, un conjunto de cuatro bordados sobre tela de los colectivos Pontos de Luta y Linhas do Horizonte.
Respecto a las compras financiadas con los fondos aportados anualmente por los miembros, las obras adquiridas son de Djanira, Heitor dos Prazeres, Ayrson Heráclito, Gilvan Samico y del colectivo Retratistas do Morro. Desde su formación hace doce años, y junto a su homónima en Estados Unidos, la contribución conjunta de la Fundación al MNCARS supera los 27 millones y medio de euros.
Julie Mehretu. Femenine in nine, part 4, 2023
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Cuáles son los tonos literarios

Juan Ortiz

Cuáles son los tonos literarios

Cuáles son los tonos literarios

El tono literario es uno de los aspectos más esenciales en la creación de una obra escrita. Este concepto se refiere a la actitud o disposición emocional que el autor transmite al lector a través de su elección de palabras, estilo y estructura narrativa. Aunque muchas veces pasa desapercibido para los lectores casuales, el tono desempeña un papel crucial en la percepción y experiencia de la historia.

Lo mismo ocurre con la manera en que un receptor se conecta emocionalmente con los personajes y eventos descritos. Para exponer de forma más adecuada este concepto, exploraremos en profundidad qué son los tonos literarios, sus principales categorías y cómo afectan la narrativa, además de ofrecer consejos para identificar y utilizar el tono de manera efectiva

Qué es el tono literario

El tono literario puede definirse como la actitud o enfoque que adopta el autor hacia el tema, los personajes o la audiencia. Esta actitud puede ser directa o implícita y se refleja a través del lenguaje y las descripciones empleadas. Por ejemplo: es posible que una obra alcance un tono serio, sarcástico, melancólico, optimista, sombrío o incluso humorístico.

Por otro lado, el tono no debe confundirse con el estilo del autor, que es más amplio e incluye la estructura gramatical, el uso de figuras literarias y otros aspectos técnicos. A grandes rasgos, mientras el estilo es el «cómo» se cuenta la historia, el tono es el «qué actitud» subyace en esa narrativa.

Un buen manejo del tono puede transformar una historia común en una experiencia única, ya que permite al lector interpretar el significado más profundo de la obra. Es la herramienta principal para generar empatía, intriga, tensión o cualquier otra respuesta emocional que el escritor desee provocar.

Principales tipos de tonos literarios

El tono literario no se limita a unas pocas categorías fijas, al contrario. Cuando nos referimos a los tonos hablamos de algo tan variado como las emociones humanas. Sin embargo, existen algunos más comunes que otros. Entre los populares se encuentran los siguientes:

Tono serio

Se caracteriza por un enfoque sobrio y reflexivo hacia el tema. Es común en obras que tratan asuntos complejos, filosóficos o trágicos, como Crimen y castigo de Dostoievski. Este tono invita al lector a cavilar sobre cuestiones profundas y puede crear un ambiente de intensidad y solemnidad emocional.

Tono humorístico

A diferencia del tono anterior, este busca provocar risa o aligerar la seriedad del tema mediante el uso del humor, la ironía o el absurdo. Es frecuente en obras satíricas, como Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, y permite abordar temas graves desde una perspectiva más ligera.

Tono melancólico

Expresa tristeza, nostalgia o pérdida. Se encuentra asiduamente en poesía y narrativa de carácter introspectivo, como en las obras de Edgar Allan Poe. Este tono es ideal para explorar emociones complejas.

Tono optimista

Refleja una actitud positiva y esperanzadora hacia el futuro o hacia la vida en general. Es común en literatura de autoayuda o cuentos con finales felices. Un ejemplo clásico es Pollyanna de Eleanor H. Porter.

Tono sombrío

Se caracteriza por una sensación de peligro, misterio o pesimismo. Este tono es frecuente en obras de terror o suspenso, como las novelas de Stephen King. Ayuda a crear una atmósfera de tensión.

Tono irónico o sarcástico

Utiliza el lenguaje para decir lo contrario de lo que se quiere expresar, a menudo con intenciones humorísticas o críticas. Este tono se utiliza en la literatura satírica, como en las obras de Oscar Wilde.

Tono neutral u objetivo

Busca presentar hechos o eventos sin emitir juicios de valor. Este tono es común en obras de no ficción, como biografías o reportajes. Sin embargo, también puede aparecer en ficción, como en El extranjero de Albert Camus, donde la falta de emoción refuerza la alienación del protagonista.

Tono esperanzador

Mezcla elementos de optimismo y realismo, transmitiendo la idea de que, a pesar de las dificultades, las cosas llegan a mejorar. Es habitual en historias de superación personal o finales redentores.

Cómo identificar el tono literario

Elección de palabras

El vocabulario utilizado revela mucho sobre el tono. Palabras como «sombrío», «desesperación» o «débil» sugieren melancolía, mientras que términos como «brillante», «esperanza» o «júbilo» indican optimismo.

Figuras retóricas

El uso de metáforas, símbolos o ironía puede reforzar el tono. Por ejemplo, una obra con muchas alegorías sobre la muerte probablemente tenga un tono oscuro o melancólico.

Ritmo y estructura

El ritmo de las frases también influye. Oraciones largas y complejas suelen reflejar un tono serio o introspectivo, mientras que las frases cortas y rápidas muestran urgencia o tensión.

Contexto temático

Los temas tratados en la obra también ayudan a determinar el tono. Una novela sobre guerra podría tener un tono sombrío, mientras que una acerca de un romance juvenil es mucho más ligera y optimista.

La importancia del tono en la narrativa

El tono no solo afecta la manera en que se percibe una historia, sino también cómo se conecta el lector con los personajes y la trama. Algunos de los efectos más importantes del tono en la narrativa incluyen:

Creación de atmósfera

Establece el ambiente emocional de la historia. Un tono oscuro puede sumergir al lector en un mundo de misterio y tensión, mientras que uno alegre hace que la experiencia de lectura sea más placentera.

Conexión emocional

Al elegir un tono que se alinee con las emociones de los personajes o el tema, el escritor logra que el lector sienta empatía y comprenda las motivaciones internas de los personajes.

Refuerzo temático

A través del tono, el escritor es capaz de enfatizar los temas principales de una obra. Por ejemplo, un tono melancólico en una novela sobre la pérdida ayuda a reforzar el mensaje de la fragilidad de la vida.

Diferenciación estilística

El tono contribuye a la voz única de un autor, permitiéndole destacarse en un mercado saturado como la Literatura.

Cómo elegir el tono adecuado

Público objetivo

Debe adaptarse a las expectativas del lector. Una obra para jóvenes adultos probablemente tenga un tono más ligero y coloquial que una novela histórica.

Propósito de la obra

Si la finalidad es educar, el tono será más objetivo y directo. Si es entretener, podría inclinarse hacia lo humorístico o aventurero.

Temática central

El tema de la historia influirá enormemente en el tono. Un libro sobre la supervivencia de una persona puede requerir un tono sombrío o esperanzador, según el mensaje que se desee transmitir.

Perspectiva del narrador

El punto de vista también afecta el tono. Un narrador en primera persona puede dar un tono más subjetivo e íntimo. Por su parte, un narrador omnisciente es capaz de adoptar un tono más distante y objetivo.

El impacto del tono literario

El tono literario es una herramienta fundamental en la escritura que puede transformar una obra ordinaria en una experiencia emocionalmente rica y memorable. Al comprender sus matices y aprender a utilizarlo eficazmente, los autores pueden comunicar su visión de manera más poderosa y conectar profundamente con su audiencia.

Ya sea que un autor busque evocar risas, lágrimas o reflexiones, el tono adecuado tiende a marcar la diferencia entre una historia olvidable y una que permanezca en la mente del lector mucho después de haber terminado el libro.


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Cómo hacer una crítica

Encarni Arcoya

Cómo hacer una crítica

¿Alguna vez te han pedido leer un libro y hacer una crítica? ¿Sabes cómo hacer una crítica? A veces pensamos que una crítica sólo es un resumen de un libro, y una mera opinión de este. Pero lo cierto es que no es así. En realidad, hay mucho más detrás de esto, y es algo que deberías tener muy en cuenta, sobre todo si te gusta leer y luego compartirlo.

Por eso, ¿qué tal si te enseñamos cómo hacer una crítica y disfrutar de la lectura siendo objetivo y ayudando a los escritores a mejorar? Eso mismo es lo que vamos a hacer ahora.

Qué es una crítica

Libro para saber Cómo hacer una reseña de un libro

Según la RAE, una crítica, desde el punto de vista literario, sería:

«Analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate».

Dicho de otra forma, se trata de un texto en el que se valora y analiza lo que has leído para ayudar a otros a que vean que te has leído el texto y que no te has quedado sólo ahí, sino que has podido evaluar cuál es lo bueno y lo no tan bueno de este.

Para que te hagas una idea, las características que definen una crítica son:

  • El que se use un lenguaje formal. Y, según el género del texto que hayas leído (o visto, ya que las críticas también pueden ser a series, películas, etc.), se puede usar también un lenguaje técnico.
  • El análisis ha de tener una estructura. No vale con contar las cosas sin un orden, porque además de ser caótico, no se entenderá bien.
  • Todos los argumentos deben basarse en lo que se aprecia de la obra. Es decir, no puedes decir que no te gusta sin especificar un motivo de peso y valor que realmente le dé al lector las razones convincentes de por qué no te ha gustado. O al contrario.
  • La reseña debe destacar las fortalezas de lo que se ha leído. Pero también las debilidades. Y aquí es donde tienes la diferencia entre una crítica constructiva y una destructiva: el hecho de que, las segundas, se limitan sólo a decir lo que está mal, pero sin dar solución o un aporte extra para ayudar al escritor a mejorar.

Cómo hacer una crítica

Hombre leyendo para saber Cómo hacer una reseña de un libro

Si quieres animarte a hacer una crítica, pero no sabes bien cómo tienes que hacerlo, la estructura que más se suele utilizar es la siguiente:

Título de la crítica

Normalmente, en esta sección se utiliza una frase hecha, tipo: Crítica + nombre de la novela + nombre del autor. Pero la verdad es que te puedes encontrar con muchas opciones.

Lo mejor es que el título sea corto e impactante, pero también debes reflejar de qué vas a hablar, y algunos libros tienen títulos muy largos.

De cara al SEO y a Google, cuanto más corto, mejor, y sobre todo basado en cómo busquen los lectores el libro. Eso te ayudará a salir en los primeros puestos.

Ficha técnica

La ficha técnica del libro es algo que muchos opinan que no es necesario poner. Pero lo cierto es que sí conviene hacerlo, sobre todo si les interesa el libro (o aquello que hayas criticado), porque le das la información necesaria para encontrarlo y comprarlo.

Normalmente, las fichas técnicas incluyen el título, autor, género, año de publicación. Pero también se pueden incluir otros datos como, por ejemplo, la sinopsis del libro o incluso enlaces donde se pueda comprar.

Resumen de la obra

Ojo, un resumen de la obra no es la sinopsis de esta. Es realmente un resumen de lo que has leído, exponiendo así los aspectos principales de la obra. Aquí no tienes que dar tu opinión, sino contar de qué va sin desvelar el final (por si no quieres destripar el libro y que lo lean).

Crítica

Llegas al punto crítico. Es decir, el punto central y el más importante de una crítica, porque aquí es donde vas a dar tus opiniones. Y esta parte se puede subdividir según cómo quieras hacerlo.

Es decir, puede ocurrir que quieras criticar la pluma del autor, la historia que has leído, algunas partes de la historia o incluso el final.

Pues bien, para evitar que el lector se pierda, lo mejor que puedes hacer es estructurarlo, bien con subtítulos o con apartados que queden bien diferenciados entre sí.

Sí te recomendamos que, al final, pongas una especie de resumen de esa sección, por ejemplo, con los puntos en positivo y los puntos en negativo. De esa forma será más visual, sobre todo para aquellos que no quieran leer tanto texto.

Y es que las críticas, para hacerlas bien, requieren explayarse dando las razones por las que has llegado a esa conclusión.

estantería de libros

Conclusiones

Por último, algunos hacen una nueva conclusión que engloba, no sólo al análisis de la crítica y a la valoración, sino en general a todo lo que se ha hablado anteriormente.

Ficha del autor, ¿sí o no?

Si has visto algunas reseñas te habrás dado cuenta que, en ocasiones, se incluyen las fichas de los autores, bien una autobiografía de este, o incluso una opinión del autor o autora, sobre todo si se le conoce.

Esto es opcional. Muchos los incluyen por el hecho de que así se puede dar cara a la persona que hay detrás del libro. Aquí dependerá un poco del autor. Si no es muy conocido, nuestra recomendación es que sí incluyas un apartado, quizá después de la ficha técnica del libro o lo que vayas a hacer una crítica.

De esta forma, no solo ayudarás a que el autor sea más conocido, sino que también harás que el lector se pueda hacer una idea del tipo de pluma que tiene y de los géneros literarios que suele trabajar el autor.

Como ves, hacer una crítica no es tan fácil ni tan rápido como puedes pensar en un principio. Requiere leer un libro y analizarlo de manera objetiva, sin dejarse llevar porque la historia guste o no guste, sino por los puntos fuertes que puede tener y los que hacen que cojee la obra.

De hecho, muchas editoriales usan las críticas para valorar si las novelas son susceptibles de publicarse. ¿Alguna vez has hecho una crítica? ¿Cómo salió?


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Sobre turismo, insularidad y ecología: doce ediciones de la Bienal de Lanzarote

Cuatro grandes exposiciones, que vincularán ciencia, naturaleza y arte y que se completarán con la presentación de instalaciones multimedia, charlas, talleres o laboratorios, componen la duodécima edición de la Bienal de Lanzarote, que se celebra en la isla canaria desde este mes y durante el primer semestre de 2025 y que cuenta con la participación de autores como Andrés Jaque, Iván López Munuera, Hannah Collins, Rogelio López Cuenca, Daniel Fleitas o Elo Vega.
Desde este 13 de diciembre podemos visitar en el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC) la colectiva “Gabinete en disolución”, que reúne a Teresa Solar, Asunción Molinos Gordo, Sara Ramo, Mariela Scafati, Jorge Eduardo Eielson y Julia Spínola, entre otros, en un proyecto comisariado por Gilberto González en el que se estudia la presencia de las nociones de identidad, pertenencia y tiempo en la creación abstracta.
Por su parte, del 27 de enero al 5 de abril, la británica Hannah Collins nos ofrecerá “Entre volcanes”, una exposición fotográfica comisariada por Alicia Chillida en la Sala El Aljibe de El Almacén. Concebida como proceso abierto, se dedica al volcán mexicano Paricutín, en el que ha trabajado la artista in situ los últimos años, atendiendo a la sostenibilidad y el futuro de la tierra, el valor mítico del fuego y la observación del cielo, estableciendo lazos entre Lanzarote y Michoacán.
También a finales de enero, la Casa de la Cultura del Ayuntamiento de Arrecife inaugurará una exhibición centrada en la instalación multimedia Las islas, un proyecto de Rogelio López Cuenca y Elo Vega en el que se atribuye un uniforme al ejército turístico y se identifica el del ocioso por antonomasia: la camisa hawaiana. También en ese mismo espacio expondrá el artista Daniel Fleitas, que nos enseñará su trabajo Cúmulo, en el que elementos naturales se convierten en espejismos que redefinen la realidad, generando una atmósfera de tiempo suspendido.
Otra de las exposiciones de la Bienal será “Lo que no vemos, lo que buscamos”, abierta del 14 de marzo al 30 de abril en La Ermita de Tías: contemplaremos las exploraciones de Graciela Iturbide sobre el paisaje como terreno de misterio y origen. En esta serie, transforma la naturaleza en una metáfora de lo inexplorado y de aquello que permanece oculto en lo cotidiano.
En cuanto a actividades, durante los meses de celebración de la Bienal se llevará a cabo el ciclo de conferencias Durmiendo bajo el volcán, coordinado por Fernando Castro Flórez. En marzo y abril participarán Francisco Jarauta, Massimo Cacciari o Félix Duque; se abordarán asuntos como la insularidad, la relación entre arte y ecología, el origen eruptivo del presente, la situación de los extranjeros y la dinámica del extractivismo, la turistificación y la interconectividad.
Con formato de taller y trabajo de investigación tendrán lugar el proyecto Teleclub Lanzarote y otros dirigidos por artistas. El primero, desarrollado en los teleclubs de la isla, será una propuesta de laboratorio/taller/residencia de formación artística, dirigida por el actor y director Pedro Ayose, que buscará acercar la creación artística a los lanzaroteños; por su parte, Néstor Delgado gestionará, en colaboración con TEA. Tenerife Espacio de las Artes, un trabajo sobre las transformaciones del modelo cooperativo en las artes visuales, unas jornadas y encuentros con colectivos y asociaciones de las islas y la península.
Vista de sala de la instalación multimedia Las islas
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