Nuestro periodismo es posible gracias a nuestros suscriptores. Únete a la República de Público y defiende el periodismo valiente, feminista y de izquierdas: https://bit.ly/3REUOTN
Periodismo, investigación y compromiso para construir un mundo más igualitario.
¡Suscríbete ya a nuestro canal!: https://bit.ly/2U8nM0q
Visita: https://www.publico.es
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/diario.publico/
Síguenos en Twitter: https://twitter.com/publico_es
Síguenos en Instagram: https://www.instagram.com/publico.es
Síguenos en TikTok: https://www.tiktok.com/@publico_es
El clásico montaje estrenado por el dramaturgo y escritor chileno Marco Antonio De la Parra en 1984, tendrá sus últimas funciones, por lo menos con su elenco original (integrado por el autor y su amigo,…
Tras participar en la última edición de ESTAMPA, hace unas semanas, de la mano de Gärna Art Gallery, el artista jerezano Eduardo Millán recala en el Museo del Realismo Español Contemporáneo de Almería para exponer “La habitación verde”, una veintena de bodegones, autorretratos y retratos que proponen una contemplación más lenta y detenida de lo que nos es cercano. Su taller es, de hecho, la fuente temática de muchas de estas composiciones, como lugar que, en palabras de Juan Manuel Martín Robles, comisario de este proyecto y director del centro, condensa su atención en el mundo, es sugerente y poético y que, sobre todo, contiene y propicia vivencias.
En esos enseres y espacios cotidianos encuentra Millán una trascendencia interior que trata de llevar a sus lienzos, donde muy a menudo suma además su propia presencia mediante reflejos en espejos, con diferentes fines: dar a ver al tiempo que se deja ser visto, negando adornos o detalles que resten sinceridad tanto en su entorno como en sí mismo; sugerir los lazos estrechos entre el acto de pintar y el de mirar y trasladar al espectador la experiencia íntima que ambos suponen; además de mostrarse él mismo como parte del lugar donde nacen y habitan sus creaciones, en la ubicación exacta que ocupa en cada caso en ese estudio que hace un lustro incorporó a su trabajo, que está ligado tanto a su biografía como a su oficio y que se sitúa en la monumental Plaza de la Asunción de su ciudad, Jerez. En definitiva, elige presentársenos en el centro de lo que representa, como parte de un instante en un emplazamiento del que quiere dar un testimonio fidedigno y del que, irremediablemente, forma parte.
Eduardo Millán. Autorretrato en el estudio, 2021
Eduardo Millán. Raúl en el estudio, 2022
El gaditano cultiva un estilo pictórico directo y objetivo, desde la voluntad de dar cuenta de la verdad que sus ojos pueden captar y de compartir el que hoy es su sitio en el mundo en diferentes instantes temporales: las dos únicas vistas exteriores que forman parte de esta muestra corresponden al balcón de la planta noble de ese taller, una de ellas es diurna y otra nocturna.
Trabaja casi siempre del natural, subrayando que los elementos que integran sus composiciones se relacionan y se dejan afectar entre sí: ofrecen mucha información en su sencillez aparente y en conjunto dan lugar a un cosmos complejo por más que sea muy fácilmente alcanzable; parece querer incidir el autor en la habitabilidad y perfección de ciertos rincones tal como son y en lo que las piezas y espacios que en sus obras contemplamos tienen de biográficos, de parte de una experiencia de vida. El crítico Bernardo Palomo se ha referido a estas imágenes como episodios racionales de pura matemática, fórmulas de perspectivas, análisis cronológicos de las horas, del tiempo y sus luces.
Eduardo Millán. Plaza de la Asunción. Jerez de la Frontera, 2019
Ese afán de verdad lo aplica también a desnudos, en ocasiones fragmentados, aunque no reflejen estos debilidades humanas, y a bodegones con frutas y verduras que no deja de explorar y reexplorar, acompañadas de utensilios que contribuyen a definir las dimensiones de estos motivos. En la disposición de estos objetos no hay azar, tampoco pormenores accesorios; se ponen al servicio, esos alimentos y la luz de su entorno, de la transmisión de calidez en los interiores: los de Millán no dejan lugar a dudas en quien contempla de que están habitados; son, de hecho, otra variante de autorretrato. Las piezas de este artista nunca son neutras, sino que señalan vivencias, incluso cuando carecen de figura humana.
Hasta el próximo 28 de octubre de 2024, los pintores que lo deseen pueden solicitar su participación en un taller en torno a la naturaleza muerta con Millán. Tendrá lugar, en el propio MUREC, del 8 al 10 de noviembre.
Eduardo Millán. Bodegón con mazorcas. Autorretrato (fragmento), 2023
Eduardo Millán. Bodegón con mazorcas. Autorretrato, 2023
Eduardo Millán. “Habitación verde”
MUSEO DEL REALISMO ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO. MUREC
Paseo de San Luis, s/n
Almería
Del 25 de octubre de 2024 al 12 de enero de 2025
The post Eduardo Millán, pintar como acto de conciencia appeared first on masdearte. Información de exposiciones, museos y artistas.
Cuando nació en 1914 Hildegart Rodríguez, hija de Aurora Rodríguez Carballeira y de un padre anónimo que ejerció solo como colaborador necesario, llevaba seis años en marcha la Sociedad Eugenésica Británica, entonces presidida por Leonard Darwin, hijo de Charles, y más tarde y durante treinta años por Charles Galton Darwin, nieto del científico. Convencido de que esa práctica no era una opción, sino el camino, Leonard llegó a expresar que se convertiría no solo en el grial, un sustituto de la religión, sino en un “deber primordial” cuyos principios presumiblemente se hacen exigibles. Estas teorías se popularizaron, mucho más allá de Inglaterra, a lo largo de la primera mitad del siglo XX; sus ramas más moderadas se referían más bien a la higiene sexual y la posibilidad de la anticoncepción; las más radicales, a la opción de impedir la reproducción de quienes contaban con rasgos hereditarios mal considerados.
El rechazo absoluto de esas ideas por razones éticas llegó tras la II Guerra Mundial, una vez conocidos los crímenes nazis, pero hasta ese momento, sobre todo en los años diez y veinte y en los países escandinavos, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido, ciertos grupos sociales veían en estos métodos una herramienta para controlar la evolución humana, fuese impidiendo nacimientos o velando por proporcionar a los individuos un determinado entorno que favoreciera su maduración en las circunstancias deseadas (entendiendo que la influencia, y no solo la herencia, desempeñaba un rol en su formación).
Para hacernos una idea, se mostraron favorables a la eugenesia, en ese contexto de exaltación del cuerpo y la velocidad que acompañó a la I Guerra Mundial, Virginia Woolf, Graham Bell, el economista Keynes, Bernard Shaw o el mismísimo Churchill y fueron varios los países que aprobaron leyes de esterilización.
Es en ese panorama en el que Rodríguez Carballeira, imbuida de estas teorías en relativa circulación también en España y, con seguridad, de un fanatismo cuyo origen no conocemos del todo (no tuvo formación formal, sí se alimentó de lecturas de la biblioteca familiar probablemente ligadas al socialismo utópico), decidió concebir y criar a una niña enteramente como experimento, como mujer del futuro, poliglota, talentosa en un sinfín de actividades, y con ideas muy avanzadas para la época, y puede que incluso para la nuestra, en lo que atañía a la educación sexual, el divorcio o el control de la natalidad (llamativamente Hildegart se opuso, eso sí, al voto femenino). De lo férreo y estrictamente controlado de su aprendizaje, y del origen materno de las creencias que manejaba, da cuenta que hubiera finalizado sus estudios de derecho a los diecisiete y que, entre sus ensayos, se encontraran títulos como El problema eugénico: puntos de vista de una mujer moderna, La revolución sexual, La limitación de la prole, Malthusismo y neomalthusismo o Cómo se curan y se evitan las enfermedades venéreas.
El desenlace de Hildegart, asesinada por Rodríguez Carballeira a los diecinueve años, en 1933 y cuando reclamaba independencia, responde, en su horror, a esos antecedentes: en ningún momento su madre la concibió como una hija a la que amar, autónoma respecto a sí misma, sino como una tentativa de ser humano, como un objeto de estudio al que podía darse forma, al igual que un artista moldea sus piezas. Ella misma lo declaró durante el juicio posterior: Como una gran artista que puede destruir su obra si le place, porque un rayo de luz se la muestra imperfecta, así hice yo con mi hija a quien había plasmado y era mi obra.
El suceso tuvo un impacto importante cuando tuvo lugar, por la popularidad amplia y las incursiones políticas de Hildegart, que llegó a cartearse con Herbert George Wells o Gregorio Marañón; cayó después en un cierto olvido y ha sido objeto más recientemente de varios estudios, películas y documentales (la obra más popular hasta ahora sobre este caso, con todos los ingredientes para atraer y espantar, la dirigió Fernán Gómez en 1977, con Amparo Soler Leal y Carmen Roldán como madre e hija; se llamaba Mi hija Hildegart).
Permanece en cines La virgen roja, el filme de Paula Ortiz que ha traído a la actualidad este episodio que probablemente muchos jóvenes no conocieran: narra la película, que evidentemente es fruto de una investigación amplia, los hechos fundamentales y anécdotas recogidas de la vida brevísima de esta niña prodigio, desde el mismo momento de su concepción programada hasta el entierro que sacó a muchos a la calle.
Con el mimo preciosista a cada detalle de escenografías y vestuario que es sello de esta directora, si bien aquí estos son más austeros, la trama se plantea como una sucesión de momentos clave que dan cuenta de la opresión constante que Hildegart padeció y de la severidad de las obsesiones maternas que hubieron de ocasionar la existencia prefabricada y la muerte de la niña: cada una de las píldoras de esa cadena de instantes anticipa, de forma muy gráfica y evidente (a través de un maniquí de color blanco pureza que se resquebraja), este asesinato hasta cierto punto anunciado. El manejo de los tiempos en los distintos capítulos de la juventud de Rodríguez, en evolución hacia la demanda de autonomía, es junto a su talento estético uno de los aciertos mayores de este trabajo; también la plasmación del clima en Madrid tras el advenimiento de la República y de los usos populares y políticos entonces: los primeros, captados a través de la criada Magdalena (Aixa Villagrán), que aporta a la niña el calor que nunca asoma en su madre; los segundos, en las secuencias valiosas de Hildegart en la sede de un Partido Socialista que, a la vez que le invita a aportar sus opiniones, la contempla como un objeto extraño entre sus hombres.
La figura de Hildegart (Alba Planas), y su vulnerabilidad constante ante una madre todopoderosa, es tratada por Ortiz con una delicadeza mayúscula: la película profundiza en su crecimiento, en su entender progresivo de que sus circunstancias no son corrientes y su deseo final de escapar; el personaje de Rodríguez Carballeira, vigorosamente interpretado por Najwa Nimri, queda sin embargo más desdibujado en sus motivaciones, convertido en un misterio. No hay un solo fragmento de La virgen roja en el que el espectador pueda mínimamente aproximarse a las razones de esta madre sin ternura: es comprensible, porque no contamos con datos que puedan explicarlas, aunque fuera parcialmente, más allá de ese ambiente del que comenzábamos hablando, pero sí se echa de menos cierta superación de los rasgos arquetípicos.
En todo caso, la trama desmenuza los efectos diarios y violentos de la fe ciega en ideologías, así como las consecuencias de anteponer una creencia a la realidad y las necesidades personales, y señala las hondas contradicciones de algunos de esos posicionamientos: la defensa de algunas libertades frente a la negación práctica de las más básicas. En ese sentido, esta obra nos interpela hoy y probablemente lo hará en cualquier momento; subrayar esas zonas muy oscuras, iluminarlas desde planos de fotografía bellos, puede considerarse una advertencia.
The post La virgen roja, la vida breve de la mujer del futuro appeared first on masdearte. Información de exposiciones, museos y artistas.
Productores, intérpretes y actrices, investigadores, técnicos y profesionales del sector audiovisual describen el peligro de las políticas actuales ejecutadas por el gobierno más agresivo de los últimos 40 años. Destacan las condiciones críticas de la…
Tusquets Editores ha aprovechado el hito por el aniversario número quince, desde que Leonardo Padura publicara una de sus novelas más emblemáticas (originalmente en 2009), con el propósito de preparar una nueva presentación de la…
Llevarte a un ginecólogo para que diga a tu familia si eres virgen o no, y para que luego, desnuda, te den un manguerazo para “purificarte”. Esto confesó en televisión la hija de Isabel Pantoja. Y ocurrió cuando contó que tenía pareja. Más allá de la prensa del corazón, y de hasta quien relative esto, es un acto de violencia contra la libertad sexual de una mujer. Y esto ocurre aún en demasiados rincones del mundo. Algunas acaban muertas por ello. Y siempre ha sido el tema de control, a veces hasta de ridiculización y cachondeo para muchos, y el tema de máxima humillación para nosotras.
Nuestro periodismo es posible gracias a nuestros suscriptores. Únete a la República de Público y defiende el periodismo valiente, feminista y de izquierdas: https://bit.ly/3REUOTN
Periodismo, investigación y compromiso para construir un mundo más igualitario.
¡Suscríbete ya a nuestro canal!: https://bit.ly/2U8nM0q
Visita: https://www.publico.es
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/diario.publico/
Síguenos en Twitter: https://twitter.com/publico_es
Síguenos en Instagram: https://www.instagram.com/publico.es
Síguenos en TikTok: https://www.tiktok.com/@publico_es