Cómo escribir una obra de teatro para niños
Juan Ortiz
Para educar a los niños a través del arte, o, simplemente, entretenerlos, es necesario analizar con cuidado todos los elementos de una producción. Los más pequeños se aburren con facilidad, por lo que requieren de estímulos constantes que, al mismo tiempo, deben equilibrarse. Por ello, es fundamental saber cómo escribir una obra de teatro para niños.
Este tipo de texto debe exponer un gran nivel de empatía, así como de la creatividad propia de una mente infantil, sin dejar de lado la lógica y la coherencia de los adultos. Y es que, si bien es cierto que los espectadores son aún muy jóvenes, también lo es que siempre notan esos defectos que los creadores quieren ocultar detrás de la frase: “Es una producción para niños, no importa”.
Cómo crear una obra de teatro para niños en 8 pasos
1. Define la edad de tu público objetivo
Según la Real Academia Española de la Lengua, la infancia es el periodo que transcurre entre el nacimiento y la pubertad, por lo que una obra de teatro dirigida a los niños puede contar con un público objetivo bastante amplio, dependiendo de su edad. La lista a continuación puede ayudar a los dramaturgos a conocer todas sus posibilidades. Por ejemplo:
Edad preescolar
Es un período comprendido entre los 3 y los 5 años. En él, se recomienda que los temas a tratar en el proyecto sean simples, con moraleja y personajes accesibles, como animales u objetos animados.
Edad escolar
Esta etapa corresponde a edades entre los 6 y los 9 años. Para este tipo de obras se pueden plantear historias de humor, así como resolución de conflictos e interacción con el público.
Edad preadolescente
Está representada por niños de entre los 10 y 12 años, por lo que es preferible abordar temáticas más profundas, donde interactúen personajes más desarrollados. Además, los géneros pueden ser variados, incluyendo aventuras, identidad y amistad.
2. Crea una historia simple y clara
Las obras de teatro para niños deben contar con una estructura fácil de comprender. Para ello, se suelen usar bases tan simples como: inicio, desarrollo y final. En cuanto al tema, este puede estar relacionado con algo divertido, como anécdotas de la vida cotidiana que los infantes puedan entender. Por otro lado, estas producciones tienden a dejar mensajes educativos o morales, como la importancia del valor, la honestidad o el amor.
3. Desarrolla personajes atractivos
Protagonista
Este debe ser un personaje con el que los niños puedan identificarse o admirar. Para ello, es fundamental dotarlo de cualidades como la valentía o la sinceridad, aunque sin intentar exagerar estas virtudes, ya que el protagonista también debe parecer una persona real.
Antagonista o villano
Antes que nada, huelga decir que un antagonista no es lo mismo que un villano. El primero entra para oponerse a los planes del protagonista y sus aliados, el segundo, lo hace para causarles daño a los antes mencionados. También puede tratarse de un desafío que el personaje principal deba superar, y no necesariamente tiene que haber un “malo”. Asimismo, se recomienda que no sea muy aterrador u oscuro.
Secundarios
Estos pueden ser amigos, compañeros de viaje o seres mágicos que apoyen los ideales del protagonista. Los personajes secundarios pueden aportar humor, apoyo emocional o ser parte del mensaje de la obra de teatro. Cabe destacar que, pese a ser un sostén de los principales, se deben desarrollar tanto como estos últimos.
Animales o personajes fantásticos
En muchas ocasiones, las obras de teatro para niños contienen la participación de animales acompañantes o seres mágicos, dentro de los que es posible encontrar hadas, duendes, elfos, sirenas, entre otros. A menudo, son muy populares entre los más pequeños, y permiten una dosis de fantasía y humor que resulta realmente vital en esta clase de producciones.
4. Define la estructura de la historia
- Presentación: en la primera escena de la obra se presenta a los personajes y el mundo donde viven;
- Conflicto: introduce un desafío o problema que el protagonista debe resolver;
- Desarrollo: muestra cómo el protagonista y sus amigos resuelven el problema. En esta sección abundan el humor y la tensión;
- Desenlace: aquí se concluye la historia y se refuerza la moraleja o el mensaje a recibir.
5. Incorpora elementos visuales y musicales
Para nadie es un secreto que los niños son muy sensibles a la música y los estímulos visuales, por lo que siempre es una buena idea agregar sonidos atractivos y escenografías coloridas a las obras infantiles. Estos elementos sorprenden y fascinan a los pequeños, además, ayudan a mantener el interés y reforzar el mensaje o la acción. De igual manera, se pueden utilizar efectos de sonido para ambientar.
6. Escribe los diálogos
Cuando se trata de escribir diálogos para obras de teatro para niños, es fundamental tener en cuenta que estos deben ser cortos y fáciles de comprender. Asimismo, una sugerencia general es incluir toques de humor, juegos de palabras y situaciones divertidas. Por otra parte, los pequeños aman ser parte de las historias, por lo que, de ser posible, es de buen gusto crear textos interactivos.
7. Ten en cuenta la duración
Las obras de teatro para niños tienden a ser cortas —entre 30 y 60 minutos, dependiendo de la edad del joven público—. Al mismo tiempo, el proyecto debe estar colmado de escenas rápidas y acción continua, ya que de ese modo es mucho más fácil mantener la poca capacidad de atención que tienen los menores.
8. Ensaya y ajusta la obra
Si es posible, antes de la presentación final, es recomendable hacer una prueba de calidad con un grupo de niños para comprobar su reacción ante el proyecto. De esta manera, si no entienden alguno de los conceptos o pierden el interés, el dramaturgo y demás participantes podrán cambiar lo que sea necesario para que los pequeños disfruten la totalidad de la obra de teatro.
6 obras de teatro infantiles perfectas para trabajar en clases
- Pedro y el lobo, de Esopo;
- Frozen, de Disney;
- Cuento de Navidad, de Charles Dickens;
- El Cascanueces, de Piotr Ilich Chaikovski;
- Recuerdos a la hora de la siesta, de María Elena Walsh;
- Vivito y coleando, de Hugo Midón y Carlos Gianni.