Casi medio centenar de obras de la Fundación Barrié, cedidas en comodato a Es Baluard Museu

Es Baluard Museu ha anunciado la próxima incorporación a sus fondos de 52 obras provenientes, en su mayoría, de un depósito de la colección de pintura internacional de la gallega Fundación Barrié y, el resto, de compras aprobadas recientemente por la comisión de adquisiciones de este centro.
Por un lado, la Fundación Barrié y este museo mallorquín han acordado la cesión gratuita, en régimen de depósito, de un conjunto de cuarenta y seis obras de treinta y nueve artistas nacionales e internacionales datadas entre 1990 y 2016, con una duración inicial de cuatro años con posibilidad de prórroga. Estas piezas, al igual que el resto de las que integran los fondos de Es Baluard Museu, se irán exponiendo al público en función de la programación y comenzarán a verse el año que viene, en concreto en las exposiciones “Nachleben” y “Jessica Stockholder. Cardinal Directions”, así como en la sala dedicada a la colección. Abrirán al público el 31 de enero de 2025.
La colección de pintura contemporánea internacional de la Fundación Barrié responde, en su gestación, al propósito de entender de qué hablamos cuando hablamos de pintura hoy, demostrando, como ha apuntado David Barro, director del centro balear, que la pintura ya no solo es una técnica, sino una idea conceptual que se refleja en la diversidad de representaciones pictóricas que nacen de la intersección de disciplinas como la escultura, la instalación, la fotografía o el vídeo. Dicho carácter poliédrico de la disciplina será el eje de esas próximas exhibiciones que Es Baluard Museu inaugurará al abrir el año.
Los autores que integran el depósito de la Fundación Barrié son Ignasi Aballí, Albano Afonso, Herbert Brandl, Jean-Marc Bustamante, Pedro Calapez, Sandra Cinto, Paulo Climachauska, Carlos Correia, Gil Heitor Cortesão, José Pedro Croft, Ángela de la Cruz, Helmut Dorner, Curro González, Carlos Irijalba, Jonathan Lasker, Sol Lewitt, Rita Magalhães, Ana Manso, Fabian Marcaccio, Tracey Moffatt, Miquel Mont, Nico Munuera, Álvaro Negro, Frank Nitsche, Yves Oppenheim, João Penalva, Perejaume, Fiona Rae, Andrei Roiter, Simeón Saiz Ruiz, Néstor Sanmiguel Diest, Ana Santos, Adrián Schiess, Shinique Smith, Teo Soriano, la propia Jessica Stockholder, Alain Urrutia, Daniel Verbis y Otto Zitko.
Es Baluard Museu cuenta con una comisión de adquisiciones que analiza y valora las propuestas de compra, depósitos y donaciones presentadas atendiendo a los diversos centros de estudio de la colección y sus carencias a la hora de articular un discurso coherente y capaz de trabajar en paralelo en los contextos balear, nacional e internacional.
Además de aprobar este depósito de la Fundación Barrié, dicha comisión ha dado luz verde a la compra de seis obras de otros tantos artistas baleares: Elisa Braem, José Fiol, Tomás Pizá, Inês Zenha, Lola Lasurt e Ignacio Uriarte.
Componen este organismo Neus Cortés, Carolina Grau, Bartomeu Marí e Iñaki Martínez Antelo; además de la responsable de registro y colección de Es Baluard Museu, Soad Houman; su director, David Barro; y cada uno de los miembros designados por la Fundació Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma: Pedro Vidal (Govern de les Illes Balears), Guillem Ginard (Consell de Mallorca), Fernando Gómez de la Cuesta (Ajuntament de Palma) y Margalida Tur Català (Fundació d’Art Serra).
Pilar Romero, presidenta de la Fundación Barrié, y David Barro, director de Es Baluard Museu
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La escultura gana peso en el discurso expositivo del Prado: los Habsburgo de los Leoni, en la Galería Central

Es sabido que las colecciones escultóricas del Museo del Prado cuentan con algunas de las mejores representaciones renacentistas en bronce y mármol que salieron de los talleres de Leone y Pompeo Leoni, artistas milaneses que trabajaron para la Corte española: se trata de retratos de la familia del emperador Carlos V de una calidad muy elevada en lo formal y función conmemorativa, pues pretendían perpetuar la fama de su linaje a través de la imagen plástica. Su composición deriva de los modelos grecolatinos y sus acabados destacan por su minuciosidad.
El origen de las tres representaciones en bronce de cuerpo entero de la emperatriz Isabel, su hijo el rey Felipe II y su tía María de Hungría se encuentra en la galería de retratos que María, hermana del emperador, proyectaba para su castillo de Binche, próximo a Bruselas, cuya inspiración sería, a su vez, el programa dinástico que rodeaba el sepulcro de Maximiliano de Habsburgo en Innsbruck, conservado aún in situ. Los Leoni realizaron, además, el busto en bronce de Carlos V, valiéndose de tipologías derivadas del mundo clásico, o la escultura en mármol de cuerpo entero del mismo monarca, armado, portando manto y el símbolo del águila, como si se tratara de un emperador romano.
Estas piezas han pasado a situarse en la Galería Central del Museo, cercanas, por tanto, a la obra de pintores como Tiziano -que en la misma época trabajó para la difusión de la imagen de la familia real-; se pretende así gestar un juego enriquecedor entre pintura y escultura, situándolas en un mismo plano a la hora de evocar el contexto en que surgieron y de recalcar la estrecha relación iconográfica, de indumentaria y simbólica entre las dos disciplinas.
Además, estas creaciones se han emplazado a una altura que posibilita disfrutar de los detalles de su factura y valorar la habilidad de estos artífices, especialmente detallistas. Con el fin de fomentar la integración de la escultura en el discurso expositivo (y de ubicar estas obras concretas en el que sería su entorno natural), este cambio de ubicación se suma a las nuevas instalaciones museográficas llevadas a cabo en el Patio Norte del Edificio Villanueva (Sala 58 B), con la presentación de un conjunto de dieciocho medallones anónimos, de mármol, con perfiles de diversos personajes y anteriores al siglo XV, y en la Galería Jónica norte de la primera planta del mismo edificio Villanueva, que invita al visitante a acercarse de manera más completa a esculturas desde el Antiguo Egipto al Barroco.
Imagen de la escultura de Isabel de Portugal en la Galería Central. Fotografía: © Museo Nacional del Prado
Imagen de la escultura de Felipe II en la Galería Central. Fotografía: © Museo Nacional del Prado
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Cómo hacer la descripción de un personaje

Juan Ortiz

Cómo hacer la descripción de un personaje

Cómo hacer la descripción de un personaje

¡Ah!, los personajes literarios: meca y corazón de sus historias cuando se les describe correctamente, chiste recurrente si no se les da el peso necesario. Para ningún autor o lector, por novato que sea, es un secreto que los protagonistas y secundarios de un libro son una de las herramientas más poderosas en la escritura de narrativa, pudiendo quedar grabados en la memoria y la cultura.

Sin embargo, cuando un elemento tan importante de la trama no se describe como se debe, no solo consigue que la obra se sienta vacía para los lectores, sino que no les permite conectar emocionalmente con la historia, por buena que esta sea. Por ello, a través de este artículo vamos a explorar cómo crear descripciones memorables que aporten profundidad y credibilidad a tus personajes.

11 pasos para hacer la descripción de un personaje literario

1.     Conoce y comprende a tu personaje

Antes de proceder a una descripción, es necesario que conozcas a tu personaje como si se tratara de una persona real. Para ello, puedes hacerte las siguientes preguntas:

  • ¿De dónde proviene?;
  • ¿Cuáles son sus motivaciones?;
  • ¿Cuáles son sus miedos y sueños?;
  • ¿Cómo se relaciona con otros personajes?;
  • ¿Qué papel desempeña en la historia?

Incluso si estos detalles no aparecen dentro del libro, conocerlos te ayudará a determinar qué aspectos de su descripción deben destacarse. Por ejemplo: un personaje inseguro podría describirse con gestos nerviosos y ropa que intenta pasar desapercibida, mientras que uno confiado podría tener una postura erguida y un lenguaje corporal expansivo. En este sentido, siempre es mejor mostrar que decir.

2.     Elige solo las características físicas más relevantes

No es necesario describir cada detalle del aspecto físico de un personaje. De hecho, hacerlo podría entorpecer la narración. En su lugar, selecciona unas pocas características que sean memorables o significativas para la historia y menciónalas poco a poco. Para ello, considera lo siguiente:

  • Rasgos distintivos: cicatrices, tatuajes, color de cabello inusual;
  • Ropa y estilo: ¿su atuendo refleja su profesión, personalidad, estado de ánimo o locación?;
  • Expresión facial y lenguaje corporal: estas pistas pueden revelar emociones y actitudes.

Ejemplo

«Isadora tenía un rescoldo en el cabello, siempre recogido en una coleta apretada. Sus ojos, de un gris acerado, parecían escrutar el alma de quien la mirara, y su sonrisa torcida dejaba entrever una confianza que rozaba lo intimidante».

3.     ¡Muestra, no cuentes!

En lugar de decir que un personaje es «valiente» o «tímido», muestra estas cualidades a través de sus acciones, gestos, diálogos o conversaciones entre otros actores. La práctica de mostrar hace que la descripción resulta más dinámica y permite que el lector saque sus propias conclusiones.

Ejemplo

  • Descripción directa: «Juan fue valiente»;
  • Descripción mostrada: «Juan apretó los puños y dio un paso al frente, a pesar de que los extraños parecían susurrar amenazas en la oscuridad».

4.     Integra la descripción en la narrativa

En vez de dedicar un párrafo entero a describir física y psicológicamente a tu personaje, piensa mejor en repartir la información a lo largo de toda la historia. Este ejercicio mantiene el ritmo y evita que la narración de estos elementos parezca forzada, incongruente o poco natural.

Ejemplo

  • Descripción directa: «Amanda tenía el cabello desordenado, gafas redondas y una chaqueta de cuero desgastada».
  • Descripción integrada: «Amanda se ajustó las gafas redondas, empujándolas con un dedo manchado de tinta, mientras su chaqueta de cuero crujía al inclinarse sobre aquella mesa forrada en papeleo».

5.     Utiliza los cinco sentidos

No te limites a lo visual. Incluye otros sentidos para hacer que tu personaje cobre vida. En este contexto, puedes evaluar los siguientes escenarios:

Olfato

¿Cómo huele?: «Su perfume dejaba una estela de jazmín por donde pasaba».

Oído

¿Cómo suena su voz o sus pasos?: «Hablaba con un tono que era como el rumor de un arroyo».

Tacto

¿Qué sensación transmite?: «Tomó su mano rugosa y pensó que era como la corteza de un viejo árbol».

6.     Asegúrate de que la descripción sea coherente

Los detalles que ofrezcas deben alinearse con la personalidad y el trasfondo del personaje. Si uno de ellos es un vagabundo, probablemente no llevará ropa impecable ni olerá a una colonia costosa. Cada aspecto de la descripción debe contribuir a la imagen completa, y no mermarla a medida que avanza la trama.

7.     Evita los estereotipos

Si bien los estereotipos pueden ser tentadores porque son fáciles de visualizar, pueden hacer que tus personajes parezcan planos o clichés, además de, en muchos casos, ofensivos. Para huir de esta problemática, busca maneras de subvertir las expectativas o dar profundidad a tus actores, sobre todo en protagonistas, antagonistas y villanos.

Por ejemplo, en lugar de describir a un «villano de manual» como alguien vestido de negro con una cicatriz amenazante, podrías crear un antagonista que vista de manera pulcra y tenga un comportamiento aparentemente amable, pero con una mirada calculadora que revele sus verdaderas intenciones poco a poco.

8.     Considera el contexto

La forma en que describes a un personaje puede cambiar según quién interactúe con él. La percepción por parte de otro revela tanto sobre el observador como sobre el observado.

Ejemplo

  • Desde el punto de vista de un amigo: «Para Luis, el desorden de Marcos era casi entrañable, una prueba de su creatividad desbordante».
  • Desde el punto de vista de un enemigo: «Marcos era un caos con piernas, incapaz de mantener nada en su lugar».

9.     Usa el entorno para reflejar la personalidad de los actores

El entorno también puede actuar como un espejo del personaje. Por ejemplo, un protagonista ordenado podría vivir en un espacio minimalista, mientras que uno caótico, probablemente, estaría rodeado de múltiples artículos. Esto, además de describir, ayuda a crear atmósfera.

10.  Experimenta con detalles simbólicos

Un solo detalle simbólico es capaz de decir mucho sobre un personaje. Una joya heredada, una cicatriz que nunca menciona o un reloj que siempre mira pueden convertirse en pistas sobre su historia y personalidad.

Ejemplo

  • «A pesar de su atuendo sencillo, Anna siempre llevaba un anillo de oro en el índice, una pieza antigua que brillaba como si guardara un secreto».

11.  Revisa y perfecciona

La primera versión de una descripción no siempre resulta ser la mejor. Por ello debes revisar el texto al menos tres veces para asegurarte de que sea claro, evocador y relevante para la historia. Asimismo, interroga a tus lectores beta sobre su opinión con respecto a la efectividad de los personajes.

Consideraciones finales

Con estas herramientas y consejos estarás mejor preparado para crear personajes que no solo vivan en tu historia, sino también en la imaginación de tus lectores. Recuerda que una buena descripción es tanto una puerta hacia el alma de los protagonistas como un espejo que refleja su mundo. ¡Deja volar tu creatividad y experimenta hasta encontrar la voz adecuada para cada uno de ellos!


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Cuántas palabras tiene un capítulo de un libro

Juan Ortiz

Cuántas palabras tiene un capítulo de un libro

Cuántas palabras tiene un capítulo de un libro

Al escribir un libro, una de las preguntas más frecuentes que se hacen los autores noveles, especialmente aquellos principiantes que se dirigen hacia la autopublicación, es cuántas palabras debe tener un capítulo. Aunque no existe una respuesta definitiva, explorar los factores que influyen en esta decisión puede ayudar a los escritores a estructurar de manera efectiva su obra.

La cantidad de palabras contenidas en un capítulo no solo posee un poder sobre los lectores y la forma en que estos perciben un libro específico, sino que, dependiendo del volumen, un título puede llegar a contar con un lomo de mayor o menor grosor. Esto, por supuesto, también es un elemento fundamental a la hora de determinar el público objetivo y realizar el marketing adecuado.

Hablemos sobre la longitud promedio de un capítulo

En términos generales, un capítulo puede tener entre 1,000 y 5,000 palabras. Esta amplitud refleja la diversidad de estilos y géneros literarios. Algunos autores prefieren capítulos cortos y directos, y otros optan por desarrollar escenas o ideas más complejas en secciones extensas. Sin embargo, este aspecto depende de ciertos elementos incluyentes que vamos a explorar.

5 factores que determinan la longitud de un capítulo

Género del libro

El género literario desempeña un papel crucial en la extensión de los capítulos. Por ejemplo: en los thrillers y novelas de acción, estos suelen ser más cortos, con el fin de mantener el ritmo rápido y la tensión constante. En cambio, las novelas históricas o góticas pueden tener apartados más largos, ya que estas a menudo se enfocan en la descripción detallada de escenarios y personajes.

Público objetivo de la obra

La audiencia también tiene un gran peso en la longitud de un título. Los libros para niños o jóvenes tienden a tener capítulos más cortos para adaptarse a sus periodos de atención limitados. Por otro lado, los lectores de ficción para adultos suelen estar más dispuestos a invertir tiempo en secciones largas.

Estilo del autor

Ciertos autores tienen un estilo que favorece las narrativas breves y compactas, mientras que otros disfrutan desarrollando historias de manera más pausada. Por ejemplo, escritores como James Patterson son conocidos por sus capítulos cortos y rápidos. Por su parte, otros como George R. R. Martin utilizan secciones más largas para profundizar en la trama y los personajes.

Estructura de la historia

Igualmente, la estructura narrativa puede determinar la longitud de los capítulos. Si cada uno cubre un evento específico o un punto de vista de un personaje, su extensión podría variar dependiendo de la complejidad de ese segmento de la trama.

Formato del libro

Los formatos también afectan la extensión. En los libros electrónicos, los capítulos cortos funcionan bien porque los lectores tienden a preferir lecturas rápidas. En los libros impresos, los más largos pueden ser menos problemáticos, ya que el lector tiene un mayor control sobre su ritmo de lectura.

Ventajas de los capítulos cortos

  • Ritmo dinámico: mantienen al lector interesado y motivado a seguir leyendo;
  • Accesibilidad: son ideales para lectores con poco tiempo o periodos de atención más cortos;
  • Efecto dramático: los finales abruptos o giros inesperados se destacan en un capítulo breve.

Ventajas de los capítulos largos

  • Profundidad narrativa: permiten una exploración más detallada de personajes, escenarios y tramas;
  • Inmersión: ayudan a los lectores a sumergirse en la historia sin interrupciones frecuentes;
  • Flexibilidad: ofrecen espacio para desarrollar múltiples eventos o perspectivas dentro de un mismo capítulo.

Cómo determinar la longitud ideal

Elegir cuántas palabras debe tener un capítulo dependerá en gran medida de las necesidades de la historia. Por ello, vamos a resaltar algunas estrategias para encontrar el equilibrio:

Probar diferentes longitudes

Durante la escritura, es posible experimentar con capítulos de diversas extensiones. Esto ayudará a fijar qué funciona mejor para el ritmo y tono de la historia.

Considerar el ritmo narrativo

Es necesario ajustar la longitud de los capítulos según la intensidad emocional o las vivencias de los personajes. Por ejemplo, en escenas de acción o suspenso, secciones más cortas suelen funcionar mejor.

Buscar retroalimentación

Siempre es recomendable que los autores compartan sus manuscritos con lectores beta, correctores de estilo, editores y maquetadores, todo con el fin de entender cómo perciben el flujo de la historia. Su opinión da pistas sobre si los capítulos son demasiado largos o cortos. Al mismo tiempo, esto puede establecer la cantidad de palabras de todo el libro, lo que, a su vez, dicta el tamaño del lomo.

Ejemplos de libros y sus capítulos

El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald

Esta novela clásica tiene capítulos que varían entre 3,000 y 5,000 palabras, equilibrando la narración introspectiva y las descripciones de majestuosas casas, paisajes y personajes inolvidables.

Los juegos del hambre de Suzanne Collins

La mayor entre las distopías adolescentes suele contar con capítulos de entre 3,000 y 4,000 palabras, lo que ayuda a mantener un ritmo ágil que engancha a los lectores a este mundo hecho pedazos.

El señor de los anillos de J.R.R. Tolkien

Los capítulos de esta obra de alta fantasía suelen ser más extensos, con un promedio de 6,000 palabras. Su longitud permite una inmersión total de los lectores en el universo mágico del autor.

La chica del tren de Paula Hawkins

Con capítulos más cortos, entre 2,000 y 3,000 palabras, esta novela de suspenso mantiene una tensión constante en todas las escenas. Aquí, cada vez que un personaje se mueve, piensa o siente, lo hace con rapidez, algo que expresa la extensión de los capítulos y el libro mismo.

Consideraciones finales

No existe una «longitud correcta» para un capítulo de un libro, ya que esta depende del género, el público, el estilo del autor y las necesidades específicas de la historia. Algunos pueden ser de unas pocas páginas, mientras que otros deben extenderse mucho más. En este sentido, lo esencial es que cada capítulo cumpla su función narrativa y mantenga al lector interesado en la trama.

De este modo, la mejor estrategia siempre será encontrar un equilibrio que se adapte al estilo del autor y a las expectativas de sus lectores. Al final, un capítulo bien estructurado no se mide solo en palabras, sino en su capacidad para avanzar la historia sin tantos rellenos y conectar con el público.


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Ciento volando: el Chillida estudioso y el filósofo

Chillida nació junto al mar, el de San Sebastián, lo visitó una y otra vez de pequeño (esa misma zona donde después instalaría El peine del viento) y no tardaría demasiado en darse cuenta de que de él no querría alejarse mucho: porque es siempre cambiante y siempre el mismo; por su cariño por las rocas erosionadas, ajadas, que como las personas mayores siguen no obstante en primera línea, dando la cara; y porque terminaría viéndolo casi como un maestro cuya presencia era necesaria a lo largo de la vida para no perder pie.
En el mar empieza, seguramente por eso, Ciento volando, el documental dirigido por Arantxa Agirre que llegará a cines el 10 de enero de 2025 y que, de la mano de la actriz Jone Laspir, nos invita a profundizar en la personalidad creativa de Chillida de la mano de quienes lo conocieron bien (parte de su familia, artistas como Fernando Mikelarena, Andrés Nagel o el recientemente fallecido Koldobika Jauregi, el comisario Kosme de Barañano, el ahora director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza), de personal de su museo (Mireia Massagué, Ixiar Iturzaeta, Nausica Sánchez, Íñigo Irureta) o de visitantes del propio Chillida Leku, sobre todo de su público más joven.
No adopta Agirre, acertadamente, el camino de presentarnos su carrera y su obra de manera más o menos cronológica, ofreciéndonos una aproximación académica al autor, sino que ha elegido profundizar en sus modos de vivir y de crear, muy relacionados unos y otros; en las raíces de su estética, siempre depurada y meticulosa, tan sencilla como fruto de un extenso estudio: más de una vez hace hincapié este trabajo en el tiempo sin medida que empleaba Chillida en elaborar cada uno de sus proyectos, frente a nuestro afán de hoy por producir lo máximo con brevedad; estaba convencido de que es más fácil saber dónde no quieres llegar que dónde sí, por eso es necesario no tener prisa en descartar las opciones no deseadas para aproximarse a un fin.

Introspectivo y concienzudo (son cualidades que suelen ir juntas), el escultor desplegó en su obra el apego a la naturaleza y a lo esencial que manifestaría en su misma historia vital: afirmó, tras permanecer tres años en Francia a finales de los cuarenta y admirar allí la escultura clásica, que su verdadero terreno era el de la luz negra que encontraba en su ciudad y en torno al Cantábrico; la luminosidad mediterránea, que de alguna forma baña también las imágenes grecorromanas, no era para él. Tampoco lo sería el ámbito del dibujo, y por una razón por la que muchos no habrían salido de él: se le daba bien, le parecía demasiado fácil y tenía que buscar otros desafíos.
Su trayectoria, en general, estuvo marcada por la huida de la comodidad, del ruido y de la prisa; por la reflexión (tendremos ocasión de conocer algunas de sus lecturas, muchas meditativas, de san Juan de la Cruz a Heidegger) y por la voluntad de acercarse a lo desconocido, también a aquellos autores con quienes no compartía inquietudes pero en los que encontraba autenticidad; en este punto recordamos el documental que Irene M. Borrego brindó hace dos años a su tía-abuela, la pintora Isabel Santaló, otra autora de movimiento lento que alentaba a su sobrina a, en lo creativo, ir por lo que no sabes.
Esas búsquedas, en su caso, no tenían que ver tanto con la novedad ni las rupturas con lo dado, sino con el hallazgo de posibilidades en lo cercano: en los espacios, en los que se despliegan opciones nuevas al ser solo y nada menos que vaciados (así lo hizo en el Caserío Zabalaga y lo planeó en la montaña de Tindaya, en Fuerteventura); en el aire, que contiene en sí toda la profundidad; en los ensamblajes más sencillos, aquellos que no requieren de utensilios ajenos al material de base (y cuando sean necesarios los tornillos, mejor no ocultarlos) o en esa realización de sus piezas en componentes únicos, sea el alabastro, el hormigón armado, la piedra o el acero inoxidable; sólidos, pero no siempre dispuestos sobre la tierra -una de las piezas presentes en el documental es el suspendido Lugar de Encuentros IV, que pesa más de trece toneladas, pero que puede gravitar-. Lo contundente, lo grave, en Chillida es también ligero y abierto al inevitable cambio.
Nada tiene de casual que sean tantos sus proyectos para lugares públicos. Todos los volúmenes del creador vasco, y así lo subraya este documental, en el que las olas del mar devienen finalmente fuego de forja, quieren ser más que eso, que materiales ocupando espacio: generan enclaves espirituales y humanísticos.

 

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Qué es el realismo mágico

Juan Ortiz

Qué es el realismo mágico

Qué es el realismo mágico

El realismo mágico es una corriente literaria y pictórica que fusiona elementos fantásticos con situaciones cotidianas, presentando lo irreal como parte natural de la vida diaria. Surgido en el siglo XX, este movimiento se caracteriza por integrar lo maravilloso en lo mundano, creando una atmósfera en la que lo insólito no solo existe, sino que convive con lo real sin generar asombro en los personajes.

Aunque la corriente tuvo especial auge en la literatura latinoamericana —incrementada durante en Boom de los años sesenta— su influencia se ha extendido a otras formas de arte y culturas del mundo. Un ejemplo de ello es la obra del japonés Haruki Murakami, o la del alemán Günter Grass. El realismo mágico es una expresión poderosa, y hoy vamos a explicar el por qué.

Orígenes y contexto histórico del realismo mágico

El término «realismo mágico» fue acuñado por primera vez por el crítico de arte Franz Roh (1925), quien lo utilizó para describir una corriente pictórica alemana que se caracterizaba por representar escenas objetivas con un halo de misterio y extrañeza. En este contexto, el realismo mágico se relacionaba con un intento de redescubrir la realidad a través de una mirada distinta y casi onírica.

Más tarde, el término se extrapoló a la escritura de la mano del italiano Massimo Bontempelli y el venezolano Arturo Uslar Pietri. En conjunto, fue en la literatura latinoamericana donde este concepto encontró su espacio y definición más conocida. Durante el Boom de los años sesenta y setenta, autores como Julio Garmendia, Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Isabel Allende, Carlos Fuentes y Alejo Carpentier popularizaron la corriente a nivel mundial.

Alejo Carpentier, en particular, aportó al concepto con su idea de lo «real maravilloso», término que describe la percepción de lo extraordinario como parte intrínseca de la realidad latinoamericana. Para Carpentier, el continente estaba marcado por una historia y una cultura tan asombrosas que lo mágico formaba parte de su esencia.

Características principales del realismo mágico

La implementación de lo irreal como algo cotidiano

Una de las principales características del realismo mágico es la normalización de lo insólito. Los eventos sobrenaturales o mágicos no sorprenden a los personajes, forman parte de su vida diaria. Por ejemplo, en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Remedios la Bella asciende al cielo en cuerpo y alma mientras está doblando sábanas, un suceso extraordinario que se narra con total naturalidad.

Fusión entre lo real y lo fantástico

En el realismo mágico no hay una línea divisoria entre lo real y lo irreal. De hecho, los elementos fantásticos se integran de manera armónica a la trama, creando una realidad ampliada donde lo sobrenatural convive con lo tangible. Esto puede llegar a confundirse con la fantasía, aunque son tropos distintos por naturaleza.

El tiempo no lineal

Otra característica común es el uso del tiempo cíclico o no lineal. En estas narraciones, las épocas pueden retroceder, avanzar o repetirse, como ocurre en El Aleph de Jorge Luis Borges o en Pedro Páramo de Juan Rulfo. En este sentido, la concepción del paso de las horas y los días refleja una perspectiva más amplia y compleja de la realidad.

Ambientes místicos y oníricos

El escenario donde se desarrollan las historias de realismo mágico suele estar cargado de simbolismo y atmósferas oníricas. Los paisajes latinoamericanos, con su exuberante naturaleza y sus tradiciones místicas, han servido de inspiración para crear mundos que parecen surgir de un sueño.

Crítica social y política

Detrás de su aparente fantasía, el realismo mágico suele abordar problemáticas sociales, políticas e históricas. La combinación de lo mágico con lo real permite denunciar injusticias y tensiones poblacionales sin perder el componente artístico.

Autores representativos y obras clave del realismo mágico

El realismo mágico cuenta con un legado literario rico y diverso. A continuación, mencionaremos algunos de los autores y obras más emblemáticas del movimiento:

Julio Garmendia

Resulta ser uno de los autores más infravalorados de la corriente, pero también uno de los pioneros de la misma. Garmendia es conocido por sus obras conceptuales, sus cuentos filosóficos y el uso de la metaficción. No obstante, una de sus narraciones más famosas, El gusano de luz (1917), enmarca perfectamente la vanguardia del realismo mágico.

Isabel Allende

La autora chilena popularizó el realismo mágico con La casa de los espíritus (1982), una saga familiar donde los elementos sobrenaturales conviven como si nada con la historia política de su país, creando incluso paralelismo entre ambos contextos.

Gabriel García Márquez

El escritor colombiano es, sin duda, uno de los mayores exponentes del realismo mágico. Su obra Cien años de soledad (1967) es un ejemplo paradigmático, donde la historia de la familia Buendía en el pueblo ficticio de Macondo mezcla sucesos extraordinarios con una narrativa fluida y natural. A lo largo de los años, el escritor se ha convertido en un referente para nuevos títulos y exponentes.

Elena Garro

Considerada como una de las renovadoras de la literatura fantástica latinoamericana, la premiada autora es responsable de obras notables como Los recuerdos del por venir y La culpa es de los tlaxcaltecas, donde exalta la cultura, los colores y los matices de su tierra, atrayendo al lector hacia un mundo imaginario dentro de su propia realidad.

Juan Rulfo

El icónico Juan Rulfo contribuyó al realismo mágico con Pedro Páramo (1955), una novela donde el mundo de los vivos y los muertos se confunde, presentando una atmósfera fantasmal que refleja la tragedia y el desamparo del pueblo mexicano.

Laura Esquivel

Más recientemente, la también guionista Laura Esquivel dio un salto monumental con su obra Como agua para chocolate. En ella, utiliza el realismo mágico para acentuar la relación tumultuosa de una familia. Para esto, hace énfasis en la cocina como corazón del hogar, donde la metáfora, los juegos de palabras y los sabores cobran un rol no solo fundamental, sino, además, redentor.

El realismo mágico en la pintura y el cine

Aunque el realismo mágico es principalmente una corriente literaria, su influencia ha trascendido a otras disciplinas. Esto es posible notarlo en pintoras como Remedios Varo, quien incorporó elementos fantásticos en sus obras, creando imágenes que desafían la percepción de la realidad.

Por otro lado, en el cine, directores como Guillermo del Toro han llevado el realismo mágico a la pantalla grande. Un ejemplo de ello es El laberinto del fauno (2006), donde fusiona la fantasía con la realidad histórica, utilizando concepciones mágicas para profundizar en el drama social.

Impacto y vigencia del realismo mágico

El realismo mágico sigue siendo una forma de expresión poderosa porque refleja la complejidad de la experiencia humana. Al integrar lo mágico en lo real, esta corriente invita al lector o espectador a cuestionar los límites de su propia situación. Además, su capacidad para abordar temas universales, como la memoria, la identidad y la injusticia, lo convierte en una herramienta literaria atemporal.

En un mundo donde la realidad a menudo supera la ficción, el realismo mágico ofrece una manera de reinterpretar lo cotidiano, dotándolo de significado y belleza. A través de sus autores y obras, recuerda que, en la vida cotidiana, siempre hay espacio para lo extraordinario.


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