Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana. Sonetos escogidos

Mariola Díaz-Cano Arévalo

Juan de Tassis y
Peralta, conde de Villamediana

Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, fue una de esas figuras del Siglo de Oro que destacaron tanto por su linaje noble como por su gran talento poético, pero, más especialmente, por su controversia, escándalos y tragedias. Fallecía un día como hoy de 1622. Para recordarlo o descubrirlo echamos un vistazo por su vida y seleccionamos unos sonetos de su obra.

Juan de Tassis y Peralta — Biografía

Nació en Lisboa en 1582, donde su padre, Juan de Tassis y Peralta, ejercía de Correo Mayor del rey Felipe III, ocupación que heredaría su hijo. Se educó y crio en la Corte bajo la tutela de su maestro Jiménez Patón. Al acabar el siglo comenzó su afición literaria a la vez que entraba a formar parte del círculo real. Entre sus amistades más ilustres estaban Lope de Vega o, en particular, Luis de Góngora, de quien fue quizás su mayor admirador.

Cuando heredó el cargo paterno, visitó Italia para buscar nuevos horizontes literarios. En 1601 se casó con Ana de Mendoza, pero ni eso ni sus responsabilidades ante la Corte le impidieron llevar una vida bastante disoluta y llena de toda clase de excesos. Así tenía fama de jugador, mujeriego y pendenciero, comportamientos y escándalos públicos que terminaron llevándolo a abandonar la Corte y viajar por varios países de Europa. Pero no consiguió acabar con ellos.

Cuando regresó a Madrid las cosas no le fueron mejor con desgracias personales, pérdidas económicas por deudas, fallecimiento de familiares y su enemistad con los validos de Felipe III, a quien llegó incluso a satirizar en sus versos. Perdió su empleo y también lo apartaron de la administración de sus bienes. Acabó desterrado de la Corte y se retiró a Alcalá, donde durante unos tres años siguió escribiendo y pareció que su vida se estabilizaba.

Al morir Felipe III, recuperó el favor real y empezó a escribir para las fiestas de la corte y, sobre todo, para una de las damas del rey, doña Francisca de Tabara. Pero el 21 de agosto de 1622, cuando volvía a su casa desde el palacio real, lo asesinaron. Se especuló mucho sobre la razón que hubo detrás, que serían sus amores con Isabel de Borbón, la mujer de Felipe IV, pero nunca se pudo confirmar y de ahí surgió la leyenda que lo acompaña hasta nuestros días.

Unos años después se publicaron en Zaragoza las Obras de Villamediana, en donde aparecen 203 sonetos amorosos, satíricos, religiosos y patrióticos.

Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana — Sonetos escogidos

Determinarse y luego arrepentirse

Determinarse y luego arrepentirse,
empezarse a atrever y acobardarse,
arder el pecho y la palabra helarse,
desengañarse y luego persuadirse;

comenzar una cosa y advertirse,
querer decir su pena y no aclararse,
en medio del aliento desmayarse,
y entre temor y miedo consumires;

en las resoluciones, detenerse,
hallada la ocasión, no aprovecharse,
y, perdida, de cólera encenderse,

y sin saber por qué, desvanecerse:
efectos son de Amor, no hay que espantarse,
que todo del Amor puede creerse.

Silencio, en tu sepulcro deposito

Silencio, en tu sepulcro deposito
ronca voz, pluma ciega y triste mano,
para que mi dolor no cante en vano
al viento dado ya, en la arena escrito.

Tumba y muerte de olvido solicito,
aunque de avisos más que de años cano,
donde hoy más que a la razón me allano,
y al tiempo le daré cuanto me quito.

Limitaré deseos y esperanzas,
y en el orbe de un claro desengaño
márgenes pondrá breves a mi vida,

para que no me venzan asechanzas
de quien intenta procurar mi daño
y ocasionó tan próvida huida.

Nadie escuche mi voz y triste acento

Nadie escuche mi voz y triste acento,
de suspiros y lágrimas mezclado,
si no es que tenga el pecho lastimado
de dolor semejante al que yo siento.

Que no pretendo ejemplo ni escarmiento
que rescate a los otros de mi estado,
sino mostrar creído, y no aliviado,
de un firme amor el justo sentimiento.

Juntose con el cielo a perseguirme,
la que tuvo mi vida en opiniones,
y de mí mismo a mí como en destierro.

Quisieron persuadirme las razones,
hasta que en el propósito más firme
fue disculpa del yerro el mismo yerro.

A un beso de una dama

Divina boca de dulzores llena,
dichoso el labio que te besa y toca,
que no hay en cuantas hay tan dulce boca,
ni para aprisionarme tal cadena.

No el sabroso panal de la colmena
a tanto gusto y suavidad provoca,
que está el dulzor en ti y el suyo apoca
el ámbar, el clavel, el azucena.

Mas dentro de la miel está escondido
el aguijón cruel con que me hieres,
y nadie de la vida ve este signo;

boca tierna y pecho empedernido,
no, ni jamás en todas las mujeres
boca tan blanda y corazón tan digno.

Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes


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Bonnard, el pintor y su musa: una Arcadia y un tributo a Marthe

La representación de la naturaleza y de nuestra relación con ella fue constante en la obra de Pierre Bonnard; lo apreciamos sobre todo en su fase nabi previa a 1900 y en su pintura inmediatamente anterior a la I Guerra Mundial. Creía este pintor francés en la posibilidad de una unión armónica entre el hombre y su entorno, reconociendo la superioridad inapelable de lo natural frente a él: así lo manifestó en composiciones tempranas como Crépuscule. La partie de croquet (1892) o Femmes au jardín (1890-1891). Incluso en piezas herméticas como esta última, manifestaba Bonnard una vitalidad y una amabilidad en su mirada que lo convertían en uno de los artistas más originales de fines del siglo XIX y principios del XX.
Aunque hasta hace no demasiadas décadas no se había dado gran importancia a la datación de sus creaciones, sí podemos establecer algunas etapas en su andadura: una primera japonizante y decorativa (hacia 1888), una segunda puramente ornamental en la que se acercó a Odilón Redon y a Paul Ranson, una figura poco conocida del grupo nabi cuya obra tuvo tintes esotéricos no compartidos por él (hacia 1892); un tercer periodo en el que cultivó lenguajes muy variados, desde el cartel a la escultura, pasando por la escenografía o la ilustración (1892-1894), una cuarta fase próxima al impresionismo desarrollada al calor del apoyo que recibió de los Bernheim (a partir de 1900), un quinto momento en el que experimentó buscando un estilo propio (1900-1914) y, desde el comienzo de la Gran Guerra, una fase en la que se dejó influenciar por Vuillard, de su misma edad, para después tratar de alejarse de él. Si aquel realizó pinturas de corte erótico en aquel tiempo, Bonnard pobló sus Arcadias de ninfas y silenos; en su visión de aquellas naturalezas puras incidió también el viaje que realizó algo antes al Mediterráneo para reunirse en Saint-Tropez con Paul Signac.
Parece que permaneció más o menos ajeno a las vanguardias hasta que en 1913 se trasladó con el citado Vuillard a Alemania con el fin de visitar a sus coleccionistas y también de conocer (en museos y no a través de sus autores) las obras de Adolf von Menzel y Liebermann. Como Monet, Bonnard también miró en ocasiones hacia lugares mágicos de la historia de su país: En barque (1907) representa perfectamente esa inclinación; como sabemos, la historia de Francia se fraguó en torno a L´ Île de France, corazón de una posesión regia. Tras hacerlo Monet, Bonnard también quiso instalarse cerca de Giverny, en Vernon; es curioso que un nabi se pusiese bajo la influencia del artífice de los nenúfares cuando ese grupo se había constituido, en 1888, como reacción contra los impresionistas (Redon dijo de ellos que eran “cortos de entendederas”), pero en realidad era poco lo que los nabis conocían de ellos hasta que varias muestras en la Galería Durand-Ruel invirtieron la tendencia. Bonnard y Vuillard se manifestaron interesados; Sérusier y Ranson, al menos en lo que estuvieron dispuestos a reconocer, no.
Bonnard introdujo, asimismo, numerosas referencias a la Antigüedad en sus lienzos de 1910-1920. Su tríptico La Méditerranée lo concibió para exhibirlo entre columnas jónicas sobre el rellano de la escalera de honor de la mansión del coleccionista ruso Iván Morózov (la tradición grecorromana fue piedra angular del neoclasicismo en Rusia, sobre todo en San Petersburgo). Tiempo después, volvió a tratar temas muy queridos por Bellini, Tiziano y Poussin.
En La Terrasse à Vernon (1920-1939) representó a una mujer en primer plano, en la actitud de la antigua Pomona, y a su lado a una muchacha que presenta una ofrenda. Las retrató con la misma libertad vitalista presente en la alfombra de mosaicos de la Piazza Armerina de Sicilia, entonces aún por descubrir; en la parte derecha del cuadro irrumpe una mujer con una raqueta en las manos cuya postura replica la del célebre guerrero galo levantando el brazo, fragmento de un bajorrelieve del Louvre, museo que Bonnard, como Vuillard y Vallotton, visitaba a menudo.
Junto a naturaleza e historicismo, y quizá en relación con este, otra obsesión se hizo presente en Bonnard: su predisposición a mineralizar, a transformar en piedra, personas y cosas; parece que sus figuras quedan solidificadas. El toro de L´enlèvement d´ Europe se convierte en una escultura a medida que es pintado, y la misma impresión produce Monuments, obra perteneciente a un ciclo de cuatro paneles decorativos creado para los Bernheim. Esa tendencia a petrificar las formas se difundió por Europa en la inmediata posguerra, y estos trabajos de Bonnard inevitablemente nos hacen pensar en De Chirico y La mélancolie d´une belle journée (1913).
Le paradis terrestre (1916-1920) forma parte del mismo ciclo, y aquí el hombre aparece como sombra estéril de sí mismo, como un tronco de árbol, mientras la mujer se retuerce de gozo en primer plano, manifestando su triunfo. Un triunfo solitario porque, en Bonnard, hombre y mujer se mantienen siempre separados; lo veíamos en L´homme et la femme (1900) y L´indolente (1899).
Los monumentos y personajes presentes en los paisajes de Bonnard, de tan inundados de sol, no proyectan sombra, recordándonos al relato Gradiva de Jensen que interpretó Freud, una de las cumbres del psicoanálisis aplicado al arte. Podemos considerarlo casi un precursor del surrealismo. La soledad del ser humano la dejó también patente en el gran panel decorativo L´Été, que pintó para Hahnloser y que luego ingresó en la Galerie Maeght: se trata de una escena de felicidad arcádica evocadora de Virgilio en la que, en un pequeño tablautin en el centro de la composición, los personajes desnudos que figuran en el cuadro disfrutan del sol y de la felicidad de vivir juntos. Parece difícil creer que la escena está ambientada en Normandía, porque Bonnard imprime sello “mediterráneo” a todo lo que pinta y ve.
El personaje tendido en el suelo puede tomarse como una anticipación del bestiario explosivo de Chagall en Vitebsk; encontramos en el francés una tendencia a integrar el estrépito del mundo en el interior del lienzo para llenar los espacios, los vacíos que podrían hacerse presentes. Cuando realizó La Pastorale (1936), decorado monumental para el Palais de Chaillot, Bonnard ya era una gran figura sin nada que demostrar. Esta obra parece lo contrario de un encargo oficial, y en ella se ve un inventario digno del arca de Noé bajo una bola de fuego que cruza el cielo; resulta espectacular, reflejo de una invención y una libertad absoluta. Muestra una especie de idilio entre el pintor y el mundo, en el que el artista reactiva su placer y su sorpresa de abrirse a la vida.

Podemos decir que Bonnard convertía en jardín todo lo que tocaba y que no abandonó jamás la Arcadia. En esa forma de ser indisociable de la mirada y la vida en la naturaleza y en aquella concepción del amor entre difícil y bucólica que se desprende de algunas de sus composiciones, en la que la unión completa resulta tan imposible como la separación, profundiza el filme Bonnard, el pintor y su musa, en el que Martin Provost recrea cómo pudo desarrollarse su larga y tortuosa relación con Marthe, la más misteriosa y frecuente de sus modelos (la plasmó parcialmente sumergida en una bañera, en el quicio de una puerta, entre la multitud…) y su esposa entre 1925 y 1942.
Marthe, apellidada en su soltería de Meligny (y antes Maria Boursin), fue artista además de musa y esta obra esboza los lazos de dependencia entre ambos y el complejo vínculo de ella con su pasado -procedía de una familia muy humilde de provincias, quiso enterrar esa pobreza en París y el matrimonio con Bonnard sería una palanca de ascenso social, sentimientos al margen-. Es posible que su representación a menudo fragmentada, velada, en las pinturas de Bonnard (aparece en, aproximadamente, un tercio de ellas) tenga que ver con ese enmascaramiento, esa identidad decidida y progresivamente escondida, cada vez más esquiva. Así, Provost sigue la estela de sus anteriores películas dedicadas a mujeres insuficientemente recordadas: Séraphine (2008), sobre la también pintora autodidacta Séraphine de Senlis, y Violette (2023), en torno a la escritora Violette Le Duc; Marthe solo ha sido objeto de dos exposiciones, la más reciente el año pasado, en el Musée Bonnard de Le Cannet, que compiló piezas centradas en la vibración de color y luz.
Al margen de los orígenes de esta artista, ambos compartían mutua devoción y un evidente deseo de esquivar convenciones y compromisos sociales, de encontrar en aquella Arcadia una razón de vida y no solo de arte, incluso un modo de, sobre todo en el caso de ella, canalizar el dolor; pronto sabremos que su salud débil le conducirá a una muerte temprana y una modelo más joven irrumpirá en la vida del pintor.
La emoción del arte y la de un tiempo en que la relación con la naturaleza no necesitaba de mediaciones aportan contexto a un filme en el que telas y escenarios al aire libre son fuente para el recuerdo y el sentimiento. A los protagonistas Vincent Macaigne y Cécile de France les acompañan en el reparto Stacy Martin, Anouk Grinberg y André Marcon.
 

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Jules Laforgue. Aniversario de su fallecimiento

Mariola Díaz-Cano Arévalo

Jules Laforgue fallecimiento

Jules Laforgue fue un poeta francés nacido en Montevideo en 1860. Considerado como una figura clave en la transición literaria del siglo XIX al XX, su obra está vinculada al movimiento conocido como «decadentismo», que se acerca mucho al simbolismo, y su influencia se extendió hasta el modernismo y el surrealismo. En un nuevo aniversario de su fallecimiento echamos un vistazo a su vida y seleccionamos algunos sonetos de esa obra.

Jules Laforgue

Laforgue se crio en una familia de origen alemán, algo que influyó en su visión cosmopolita y crítica del mundo y la vida. A los seis años se mudaron a Francia, tierra natal de su padre, que quería que Jules recibiera su primera formación allí.

De personalidad solitaria y tímida, estudió filosofía en París, donde se movió en los círculos intelectuales y artísticos de la época. Empezó a publicar en revistas en 1879.

Obra

Uno de los rasgos más característicos de su obra es el tono irónico y desencantado. Laforgue toma una postura distante y crítica frente a la realidad y, a la vez, descubre la superficialidad y la falsedad de la sociedad burguesa. Así, su estilo está marcado por esa ironía, el sarcasmo y el humor negro, lo que le da aún más un carácter transgresor.

Además, experimentó mucho en la forma, rompiendo con los moldes poéticos más tradicionales. De modo que sus versos son libres, de ritmo irregular y sintaxis compleja. También incorporó lenguaje cotidiano y de la cultura popular, lo que supuso también ese toque innovador y vanguardista.

Influencia

Laforgue adelantó muchas de las características del modernismo, como la deshumanización, la fragmentación de la personalidad, la exploración del inconsciente y la búsqueda de nuevas formas de expresión. Nombres como los de Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé, Rainer Maria Rilke o T. S. Eliot admitieron la influencia de su trabajo.

Sin embargo, Laforgue fue un poeta poco reconocido en vida y su obra fue objeto de críticas e incomprensión. Falleció en París el 20 de agosto de 1887 a la temprana edad de 27 años a causa de una tuberculosis hereditaria. Esta enfermedad, que también se llevó a su esposa poco después, truncó una más que prometedora carrera literaria.

Fue ya después de su muerte cuando se le reconoció y apreció su verdadero valor, y ha pasado a ser uno de los poetas más originales y vanguardistas de su tiempo

Jules Laforgue — Sonetos escogidos

Memento

De la Eternidad a la Eternidad,
el torbellino del mundo que enmaraña,
universal, callado, lo errante,
acribilla con oasis de oro la negrura infinita.

Por todas partes soles de bochorno, ceremoniosos
giran irradiando sus fértiles efluvios
para volver luego, extintos, a la honda tiniebla.
Y una sonrisa materna preside esa calma.

Pero aquí… aquí… peregrino solitario
por ese vacío sin ecos siempre abierto,
un globo helado agoniza. ¡Eres tú, Tierra!

Ahora, en esta soledad, en esta sombría nada,
sin ningún testigo que sueñe en los azules abismos,
disuélvete, roca sublime, en cenizas anónimas.

Disculpa melancólica

No te amo, no, no amo a nadie,
solo el Arte, el Tedio, el Dolor son mis amores;
mi corazón ya es demasiado viejo para brillar
como en los días en que fuiste mi única madona.

No te amo, pero eres bondad pura.
Podría olvidar en tus ojos de terciopelo,
y desahogar los llantos sordos de mi corazón herido
en tus rodillas, como un niño mimado y débil.

¡Oh, sería tu niño si tú lo quisieras!
Sabrías burlar mi absurda tristeza,
harías suaves mis horas tan largas,

y cuando la nada viniese a bañar
con su infinita frescura mi cuerpo roto
moriría dulcemente, consolado de la vida.

Las tardes de otoño

¡Ah, las solitarias tardes del otoño!
Nieva como nunca. Toso. No hay nadie.
Suena un piano cerca con monotonía;
y araño entristecido en el recuerdo de un ayer feliz.

¡Qué triste es la vida! Como mi suerte.
¡Solo, sin amor, sin gloria!, ¡temiendo morir!
¡O vivir, quizá! ¿Podré soportarlo?
Ojalá tuviera a mi madre como cuando niño.

Sí, ser de nuevo su amado, su ídolo,
esperar su consuelo siempre atento…
¡Mamá, mamá! Cómo ahora, tan distante,

pondría en sus rodillas mi frente arrebatado,
y ahí me quedaría, sin decir nada,
llorando hasta la noche por tanta dulzura.

Tedio

Todo me aburre hoy. Separo las cortinas.
Arriba un cielo gris rayado por una lluvia eterna,
abajo la calle con una bruma de hollín
por donde caminan sombras que resbalan en los charcos.

Miro sin ver cavando en mi cerebro,
y maquinalmente sobre el cristal empañado
escribo algo con la punta de un dedo.
¡Bah!, salgamos, tal vez haya novedades.

Ningún libro reciente. Necios paseantes. Nadie.
Simones, barro, y la lluvia de siempre…
Luego la noche y el gas y regreso a paso lento…

Ceno, y bostezo, y leo, ninguna pasión…
¡Bah!, acostémonos. —Una de la noche. ¡Todos duermen!
Solo, sin poder dormir, sigo aburriéndome.


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La matriarca: Pablo Rivero

Juan Ortiz

La matriarca

La matriarca

La matriarca es una novela de misterio y suspense escrita por el actor y autor español Pablo Rivero, conocido por series de televisión como Cuéntame cómo pasó. La obra que compete a esta reseña fue publicada por primera vez el 14 de marzo de 2024. Desde entonces, ha recibido críticas positivas por parte del público lector, contando con una media de 3.72 y 3,9 estrellas. Esto, en plataformas como Goodreads y Amazon, respectivamente.

De hecho, en el portal de Jeff Bezos, el texto ostenta el puesto número catorce en la colección de «Thrillers domésticos». A grandes rasgos, La matriarca es un volumen que busca hacer conciencia social acerca de una de las problemáticas más invisibilizadas de la era moderna: el maltrato o la negligencia hacia las personas mayores.

Sinopsis de La matriarca, de Pablo Rivero

¿Existe algo más terrorífico que una comunidad de vecinos?

La matriarca cuenta la historia de Felicidad, una mujer de casi ochenta años que siempre ha sido independiente y resolutiva, y quien ha llevado las riendas de su familia hasta el momento en que todo se derrumba. La protagonista se dedica a gestionar los alquileres del bloque de departamentos del que es propietaria, pero su rutina se ve interrumpida cuando ocurre un evento catastrófico.

En el instante en que Felicidad menos se lo espera, Candela Rodríguez, la teniente de la Guardia Civil, le informa que una de sus inquilinas, una mujer de avanzada edad, se lanzó por uno de los balcones del patio interior del edificio. A partir de ese evento, la policía comienza una investigación para descartar que no se trate de un asesinato. Sin embargo, todo se complica después de un terrible hallazgo.

Una serie de terribles conexiones

A la par que transcurre la pesquisa, los investigadores descubren un truculento video que podría conectar la muerte de la inquilina con otros ataques a ancianas de la zona. El hecho no solo pone en jaque el entorno familiar de Felicidad, sino también al resto de la comunidad vecinal, quienes se encuentran en un entorno donde muchos entran, pero muy pocos tienen un boleto de salida.

Poco a poco, Feli, la matriarca, quien siempre ha sido el pilar de los suyos, comienza a ser relegada a una simple espectadora. La situación y las personas encargadas de resolverla le quitan todo el poder que había acumulado a lo largo de los años, así como el control que tenía sobre su propia vida y su capacidad de liderazgo, confianza y fuerza ante su núcleo familiar.

La exclusión social de las personas de la tercera edad

Una vez más, Pablo Rivero vuelve a hundir el dedo en la llaga con el fin de poner de manifiesto una problemática social. En esta ocasión, el autor toca temas como las pensiones de los abuelos, la exclusión social de estos por parte de los hijos y la comunidad en general, y la mortificación de las personas mayores al perder su rol fundamental en un entorno que parece ya no necesitarlos más.

¿El mundo es consciente del trato que reciben los ancianos? Durante muchos años, la mayoría de estas personas fueron productivas, levantaron familias enteras, incluso, desarrollando proyectos de arriendo y construcciones que permitieron una mejor calidad de vida a algunos sectores. Sin embargo, la vejez los ha dejado en las sombras del olvido y la vulnerabilidad de la soledad.

Estructura y estilo narrativo de la obra

No queda duda de que Pablo Rivero sabe escribir un buen thriller. Pese a que La matriarca podría ser el menos sorprendente libro en su haber, en él, el escritor plantea una serie de tópicos que dejarán pensando a más de uno. Para empezar, los capítulos de la novela son cortos, ágiles, lo que permite una lectura casi frenética a pesar del complejo fondo y la narración constantemente reveladora.

La obra sumerge al lector en dos espacios principales: la casa de Felicidad y el edificio donde vive el resto de los vecinos. Se trata de un entorno muy sencillo, lleno de personas que es posible encontrar en cualquier parte. Aun así, la forma no opaca el fondo, el cual es realmente brillante es cuestión de argumento, desarrollo y resolución del conflicto. La matriarca es una crítica contundente.

La importancia de la mujer en la obra de Rivero

Si bien es cierto que la historia gira alrededor de varios ancianos, también lo es que el autor hace un hincapié muy especial en la figura de la matriarca —sí, el nombre de la novela no deja espacio a la imaginación—. A través de la voz de Felicidad, es posible conocer un poco a muchas señoras que se han destacado por sostener a la sociedad en tiempos de crisis, pues dan vida, crían, cuidan y educan.

Este es un rol que no tiene parangón en la historia de la humanidad, es un papel indispensable que no puede perderse. Al mismo tiempo, Rivero destaca en qué formas afectan las nuevas tecnologías a las personas mayores, tanto por la sobreexposición a las redes sociales como por lo complejo que resulta para un anciano adaptarse a los cambios sin tener la ayuda de aquellos a quienes cuidaron.

Sobre el autor

Pablo José Rivero Rodrigo nació el 11 de octubre de 1980, en Madrid, España. Se licenció en Comunicación Audiovisual, pero ha destacado más en su carrera como actor, siendo conocido por el papel de Toni Alcántara en la longeva serie de televisión Cuéntame cómo pasó, el cual ha interpretado con regularidad desde el estreno de esta en 2001. Gracias a ese trabajo ha recibido oportunidades en el cine.

A lo largo de los años, ha aparecido en múltiples películas, entre las que destacan El chocolate del loro (2004), de Ernesto Martín, o La noche del hermano (2005), de Santiago García de Leániz. En cuanto a su carrera literaria, escribió su primera novela en 2017, descubriendo un éxito en las letras que lo llevó a crear otros dos títulos, los cuales fueron lanzados en 2020 y 2021.

Otros libros de Pablo Rivero

  • No volveré a tener miedo (2017);
  • Penitencia (2020);
  • Las niñas que soñaban con ser vistas (2021);
  • La cría (2022);
  • Dulce hogar (2023).

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El héroe de las eras: Brandon Sanderson

Juan Ortiz

El héroe de las eras

El héroe de las eras

El héroe de las eras —o The Hero Of Ages, por su título original en inglés— es la tercera entrega de la trilogía Nacidos de la bruma (Mistborn) y la décimo segunda perteneciente al Cosmere, el universo creado por el profesor de Escritura Creativa y autor estadounidense Brandon Sanderson. La obra fue publicada por primera vez el 14 de octubre de 2008 por la editorial Tor Books.

Por su parte, la traducción al español se llevó a cabo por parte de la editorial Nova en 2010. Tras su lanzamiento, El héroe de las eras fue laureado con el Premio Whitney de ficción especulativa (2008), además de ser nominado a reconocimientos como el premio David Gemmell Legend (2009) y el premio Grand Prix de l’Imaginaire de traducción (2012).

Sinopsis de El héroe de las eras

El dolor de mil años

Durante mil años, los skaa —campesinos que supuestamente se opusieron al reinado de Lard Legislador sobre el Imperio final— han vivido esclavizados y llenos de miedo. Esto es debido a que el monarca ha gobernado su reino con un poder absoluto gracias al terror que produce la poderosa magia conocida como alomancia.

Mientras tanto, Kelsier, el Superviviente, encuentra a Vin. El primero es el único que logró escapar de los Pozos de Hathsin, la segunda, una pobre chica skaa que, aparentemente, tiene mucha suerte. Después de su descubrimiento inicial, ambos se unen a una rebelión que los skaa lideran desde hace un milenio. Esta tiene el fin de derrocar a Lord Legislador. Sin embargo, aunque parezca irónico, acabar con su enemigo es la parte sencilla de la misión.

Las consecuencias de la caída

El verdadero reto para los héroes y protagonistas viene cuando deben enfrentar las consecuencias de la caída del régimen de Lord Legislador. Como culmen de la trilogía de Nacidos de la bruma, El héroe de las eras comprende explicaciones como el porqué de la bruma y las cenizas que enferman a los habitantes, así como la naturaleza real de las acciones del enemigo y los recursos que ha utilizado.

Asimismo, se da un mayor contexto acerca de las propiedades del Pozo de la Ascensión. A la par que toda esta nueva información comienza a circular por las páginas, dotando de numerosos detalles la historia de Sanderson, Vin y el Rey Elend empiezan a buscar los últimos bastiones, recursos y escondites de Lord Legislador. De este modo, descubren el gran peligro que acecha a la humanidad.

¿Los personajes conseguirán detener al villano a tiempo?

Entre las docenas de preguntas que suelen hacerse los fans de Sanderson, esta es, quizá, una de las más apremiantes. En esta ocasión, el tiempo lo es todo, y el uso de este se convierte en algo tan estratégico e importante como la práctica de la alomancia misma. Podría decirse que el setenta por ciento de El héroe de las eras está construido con base en los datos que proporciona el autor.

Esto puede llegar a hacer de esta lectura una actividad muy lenta, cuando, como es posible deducir, las horas son cruciales, algo que, de hecho, solo se siente plenamente hacia el final de la obra —es decir, el treinta por ciento restante—. Si bien es cierto que este tejido es crucial para que todos los acontecimientos tengan coherencia, las páginas explicativas le restan acción a la narrativa.

Un final espectacular

En sincronía con la pregunta anterior —y sin ánimos de hacer spoilers—, la mejor parte de El héroe de las eras podría estar asociado a su final, el cual se siente frenético en comparación de esas primeras partes tan cargadas de detalles. De igual manera, existe un consenso casi unánime con respecto a lo satisfactorio que resulta la resolución del conflicto y lo que ocurre con los personajes después.

Además, es bien sabido que Sanderson es uno de los genios modernos en cuanto a la construcción de mundos y sistemas de magia, por lo que no sería de extrañar que este, el final de una de sus trilogías más importantes, esté caracterizado por el movimiento, la intrepidez, la inteligencia en el arte de la alomancia y, por supuesto, la complicidad entre los actores.

Estructura y estilo narrativo de la obra

Otros de los aspectos característicos de Sanderson es la simpleza de su inglés, utilizando palabras como “chico”. Es evidente que el autor ha crecido a lo largo de la trilogía, y esto se puede notar por la ampliación de la riqueza de su léxico, aunque aún le quedan algunos aspectos por cubrir. Obviamente, esto se nota con más facilidad en su idioma original, por lo que no todos pueden apreciar su evolución.

En cuanto a la estructura narrativa, El héroe de las eras presenta una introducción explicativa con respecto a lo que será la construcción de las siguientes páginas, la búsqueda de Lord Legislador y todos sus artilugios. Las tres primeras partes contienen un gran contexto, por lo que es necesario tener paciencia. No obstante, la última sección es realmente movilizante.

Sobre el autor

Brandon Sanderson nació el 9 de diciembre de 1975, en Lincoln, Nebraska, Estados Unidos. Durante su adolescencia, se convirtió en un lector acérrimo de novelas de alta fantasía, por lo que comenzó a intentar escribir sus propias historias. Tras graduarse de la escuela secundaria, se matriculó en la Universidad Brigham Young (BYU), en la facultad de Bioquímica, pero terminó por dejarla.

Esto se debió a que Sanderson es miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y tuvo que retirarse durante dos años para servir como misionero voluntario. Allí fue asignado a Corea del Ser. Cuando regresó, decidió cambiar su carrera por la especialización en Literatura inglesa. Desde entonces, escribió sin parar hasta que publicó Elantris, que fue un éxito de ventas.

Cronología literaria de Brandon Sanderson

Universo Cosmere

  • Trenza del mar Esmeralda (2023);
  • La guia del mago frugal para sobrevivir en la Inglaterra del Medievo (2023);
  • Yumi y el Pintor de Pesadillas (2023);
  • El hombre iluminado (2023).

Saga Elantris

  • Elantris (2005);
  • La esperanza de Elantris (2006);
  • El alma del emperador (2012).

El aliento de los dioses

  • El aliento de los dioses (2009);
  • Nightblood (aún sin fecha de publicación).

Nacidos de la bruma

Era 1: Trilogía Nacidos de la bruma

  • El imperio final (2006);
  • El pozo de la ascensión (2007);
  • El héroe de las eras (2008).

Era 2; Tetralogía Wax & Wayne

  • Aleación de ley (2011);
  • Sombras de identidad (2015);
  • Brazales de duelo (2016);
  • El metal perdido (2022).

El archivo de las tormentas

  • El camino de los reyes (2010);
  • Palabras radiantes (2015);
  • Danzante del filo (2016);
  • Juramentada (2017);
  • Esquirla del Amanecer (2020);
  • El ritmo de la guerra (2020);
  • Viento y Verdad (2024).

Otros

La rueda del tiempo

  • La tormenta (2009);
  • Torres de medianoche (2010);
  • Un recuerdo de luz (2013).

Alcatraz

  • Alcatraz Versus the Evil Librarians (2007);
  • Alcatraz Versus the Scrivener’s Bones (2008);
  • Alcatraz Versus the Knights of Crystallia (2009);
  • Alcatraz Versus the shattered lens (2010);
  • Alcatraz Versus the Dark Talent (2016);
  • Bastille vs. the Evil Librarians (2022).

La espada infinita

  • La Espada Infinita: el despertar (2011);
  • La Espada Infinita: redención (2013).

The Reckoners

  • Steelheart (2013);
  • Firefight (2015);
  • Calamity (2016).

El rithmatista

  • El Rithmatista (2013);
  • The Aztlanian (aún sin fecha de publicación).

Escuadrón

  • La defensa del Elíseo (2018);
  • Escuadrón (2018);
  • Estelar (2019);
  • Citónica (2021);
  • Desafiante (2023).

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