Es muy complicado elucubrar si el tipo de vida de un artista, incluso su estado civil, deja una huella más o menos rastreable en su obra; más que complicado, imposible de comprobar. Pero, seguramente prejuicios mediante, ante la pintura de Odilón Redon, habitada por criaturas fantasmagóricas en composiciones oscuras, cuando no aberrantes, raro sería quien pensara que el autor de Burdeos (1840-1916) llevaba una existencia familiar ordenada y plácida. Imaginaríamos a un pintor de personalidad próxima, quizá, a la de Baudelaire: conocedor del opio, la vida disipada, las alucinaciones, deseoso de viajar a lugares exóticos.
Y sin embargo, así era: Redon era un hombre, en lo que sabemos, felizmente casado, que durante tres décadas retrató a su esposa una y otra vez y que llegó a dejar escrito que puede conocerse la naturaleza de un hombre a través de su compañera o esposa. Toda mujer explica al hombre que la ama y viceversa: él explica la personalidad de ella (…). Creo que la mayor de las felicidades es siempre consecuencia de la mayor de las armonías.
Y aún resulta doblemente curioso que estas palabras no las afirmara tras un tiempo de felicidad matrimonial, sino nueve años antes de conocer a su mujer, Camille Falte; también dejó claro que la decisión de casarse con ella la tuvo más clara que cualquiera de las que adoptó como artista. Uno de sus maestros fue Rodolphe Bresdin, especializado en grabado, que dejó un testimonio (1864) que cuenta mucho sobre Redon sin mencionarlo: Mira este tiro de chimenea. ¿Qué te dice? A mí me cuenta una leyenda. Si tienes la perseverancia de observarlo bien y de comprenderlo, imagina el asunto más extraño, más estrafalario; si está basado en esta simple sección de pared y permanece dentro de sus límites, tu sueño cobrará vida.
El autor francés reflexionó sobre ese consejo, quejándose de quienes en un tiro de chimenea solo veían… un tiro de chimenea; en la recopilación de textos A sí mismo leemos que se refirió a ellos como auténticos parásitos del objeto que cultivaban el arte en un campo únicamente visual. Contraponía a estos un pequeño grupo de sus contemporáneos (probablemente, los primeros impresionistas), por seguir, en su propia expresión, el camino de la verdad en un bosque de altos árboles. No se unió a ellos, pues su estilo se resistía a etiquetas: alabó también a Ingres, por carecer de realidad, y a Bonnard, por su ingenio; consideraba que el arte verdadero no podía conformarse sólo con el campo visual, con menos que la totalidad de la misma verdad; de hecho, para él la creación empezaba con aquello que sobrepasa, ilumina o expande el objeto y abre la mente al reino del misterio.
Odilon Redon. Pegaso, hacia 1895-1900
Casualidad o no, ese objeto del tiro de la chimenea tiene bastante que ver con la producción de Redon: sus imágenes se suspenden en el aire y en flotación ascendente; incluso en su tierra firme las larvas se hacen crisálidas, después mariposas; las flores se desprenden de sus tallos y parecen flotar. Por eso le gustaban las capuchinas: ofrecen tonos vivos y, dispuestas en un florero, no se quedan tiesas sino que se inclinan y flamean; a lo mejor no las pintó más porque se lo ponían demasiado fácil (reducían su papel creador).
El contrapunto a esa tendencia ascendente lo detectamos en seres que no pueden volar: centauros que miran afligidos a la nube de la que proceden, ángeles caídos que buscan el paraíso perdido, otros maniatados, como puede que la misma humanidad; en una de sus obras fundamentales, vemos un globo aerostático decorado con un rostro humano noble y con ambiciones que traslada en su barquilla un mono escondido, representativo de lo que no podemos dejar atrás. Ese tema fue una obsesión para Redon, y lo vemos también en sus cabezas cercenadas: algunas flotan, otras quedan sobre una fuente, varias cuentan con quemadores de gas o contienen alas. No ruedan por tierra tras una ejecución, sino que simbolizan la mente elevada y separada del cuerpo. Sus retratos cortados a la altura del cuello irían en la misma dirección.
Odilon Redon. Ofelia entre las flores, 1905
Su fortuna crítica ha oscilado, pero ha sido sin duda favorable desde los años noventa, siendo objeto de un buen número de retrospectivas que han incidido en su continua experimentación con temas y técnicas; de hecho, no le interesaba, confesó, ningún pintor que tuviera claro su terreno, por dónde pisaba de antemano. Nos resulta llamativo, asimismo, que su oscuridad no aparezca al final de su trayectoria, sino desde el principio: parece que no quería que las sombras le rodearan, sino escapar de ellas, pues evolucionó desde sus paisajes más inhóspitos y las atmósferas melancólicas a las paletas fosforescentes, los azules lapislázuli, los pasteles. Incluso los sueños íntimos de los comienzos terminarían derivando en piezas más públicas.
Ha resultado relativamente fácil considerar su obra como un puente entre el romanticismo y el surrealismo, incluso como un cierto anticipo (gráfico) de los estudios de psicoanálisis; también establecer conexiones literarias (con Edgar Allan Poe, el mencionado Baudelaire, Mallarmé, Huysmans, Flaubert…). Se ha señalado que se adelantó en sus ensoñaciones a Magritte, Max Ernst e, incluso, a los caricaturistas de los años veinte, pero podemos afirmar que, aunque los lazos están ahí, nada debe analizarse desde el esquematismo.
En lo formal, estudiar sus composiciones ofrece desafíos. En sus inicios admiró a Millet, Corot y Moreau, pero cuando quiso orientar sus pasos hacia el estudio del natural, era tarde y no llegó a dibujar nunca el cuerpo humano con la misma destreza que su Árbol desmochado o su Árbol con cielo azul, con su tronco semiabstracto y su follaje como una bruma. Lo mismo le ocurría con las rocas, y sus figuras femeninas primeras se asemejan a tallas macizas, poco aerodinámicas. El interés de sus retratos posteriores no sería el parecido, más bien lo que los fondos translucen. En suma, lo que podría ser una falta en su formación académica, se convirtió en sello y en arma: solo admitía el uso de modelos si el fin del autor era buscar la belleza; si no, creía, no servían para nada.
Sus colores chisporrotean, sus formas nacen de la yuxtaposición y busca provocar inspiración, una elevación no precisamente espiritual, más bien germinada por la fantasía mutante.
Odilon Redon. Cíclope, hacia 1914
Odilon Redon. Cabeza de mártir sobre una copa (San Juan), 1877
BIBLIOGRAFÍA
Julian Barnes. Con los ojos bien abiertos. Ensayos sobre arte. Anagrama, 2018
Odilon Redon. A sí mismo. Diario 1867-1915. Elba, 2013
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Escribir una historia puede ser un proceso desafiante, sobre todo si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros nos hemos educado a través de ellas y que representan una parte fundamental de la cultura que nos precede. Esta razón suele llevarnos a sentir tanto respeto por el arte de hilar tramas, que somos capaces de quedar pasmados ante la sola idea de posar el lápiz sobre el papel.
¿Sabes cuál es la mejor cura para este mal?: aprender sobre técnicas de escritura. Es posible que, en principio, esto parezca abrumador, pero poco a poco, con la práctica, una trama ingenua puede llegar a ser una obra hecha y derecha. Ya sea que busques plasmar una idea para un cuento, una novela o incluso un guion, este artículo te guiará a través de los pasos esenciales para estructurar y desarrollar tu historia.
Pasos para escribir una historia
Paso 1: encuentra tu concepto generador
Toda historia, por pequeña que sea, comienza con una idea. La narración puede surgir de un pensamiento fugaz, un sueño, una experiencia personal o una pregunta hipotética. Cuando tengas a mano este recurso, dedícate a explorar más a profundidad todos sus matices, con el fin de desarrollar un concepto claro. Otros elementos en los que es recomendable indagar son:
Temas que te apasionen: por ejemplo, la lucha por la identidad, el amor prohibido o el miedo a lo desconocido;
Género: decide si escribirás ciencia ficción, terror, fantasía, drama, entre otros. De este va a depender el tono de la obra;
Personajes o escenarios interesantes: ¿qué ocurriría si un abogado debe viajar a un país lejano para ayudar a un viejo y misterioso aristócrata a comprar una casa en su terruño?;
No pienses en editar: escribe todas tus ideas sin juzgarlas. Más adelante podrás redefinirlas.
Paso 2: conoce a tus personajes
Los personajes de una historia son el corazón de esta. Los lectores se conectan con la trama a través de ellos y sus deseos, luchas y decisiones. Para crear más verosimilitud y profundidad en cada una de las voces narrativas o actores considera lo siguiente:
Perfil psicológico: ¿quiénes son tus personajes al principio de la trama?;
Objetivos: ¿qué quieren lograr?;
Conflictos: ¿qué les impide alcanzar sus metas?;
Historia de fondo: ¿qué experiencias han moldeado su forma de ser?;
Rasgos únicos: asegúrate de que cada personaje sea distinguible, tanto en su apariencia como en su forma de hablar y actuar;
Fichas de personajes: para resolver los dos puntos anteriores crea fichas donde marques detalles importantes acerca de tus protagonistas.
Nota:
Aquí puedes valerte de herramientas como Pinterest y Milanote, donde es posible buscar referencias de diversas apariencias de personas y diseñar esquemas, mapas mentales y mapas conceptuales de sus personalidades, respectivamente. También puedes servirte de nuestro artículo «Cómo hacer la descripción de un personaje».
Paso 3: diseña el mundo de tu historia
¡Ah, los escenarios!: sí, la ambientación de tu historia debe ser casi tan importante como la construcción de los personajes que la habitan. Para llegar a crear un mundo cautivador, piensa en estos componentes que te proponemos:
Entorno físico: ¿se desarrolla en un pequeño pueblo, una metrópolis futurista o un bosque tenebroso?;
Reglas del mundo: si es fantasía, horror o ciencia ficción, establece cómo funcionan la magia, las criaturas o la tecnología;
Clima y atmósfera: la forma en que se presenta un escenario es capaz de influenciar las acciones o sentimientos de los personajes. Por ejemplo, un entorno particularmente lluvioso podría generar melancolía o tensión.
Nota:
Si tienes la necesidad de diseñar un mundo ficticio puedes acceder a plataformas como World Anvil, Worldspinner, Azgaar’s Fantasy Map Generator, Watobou, Donjon, Inkarnate o Wonderdraft. Todos estos permiten crear mapas o escenarios para narrativa.
Paso 4: estructura tu historia
Aunque parezca pesado al principio, armar una estructura ayuda a que tu historia mantenga un ritmo que atrape al lector. En esta sección te presentamos las partes de una estructura clásica:
Introducción: presenta a los personajes principales, el escenario y el conflicto inicial;
Nudo o desarrollo: expande el conflicto, introduce obstáculos y desarrolla la relación entre los personajes y el entorno;
Clímax: se trata del momento de mayor tensión, donde el conflicto alcanza su punto culminante;
Desenlace: es aquí donde se resuelve el conflicto y se muestran las consecuencias de las decisiones de los personajes.
Nota:
Para desarrollar este apartado con más facilidad, es muy útil crear un esquema o guion preliminar que permita visualizar cómo se conectarán las escenas. Por obvias razones, mientras más larga sea la historia, mayor complejidad tendrá el esquema. A los autores que trabajan con esto se les conoce como «escritores de mapa», pues están más orientados a organizar toda la información en recursos visuales.
Paso 5: escribe el primer borrador
Con tus ideas claras y un esquema en mano, comienza a escribir. En esta etapa no debes preocuparte por la perfección. Mejor enfócate en:
Escribir sin detenerte: deja fluir las ideas sin pensar en los errores;
Establecer una rutina: dedica un tiempo regular para escribir tu historia (esto no tiene que ser todos los días o por largos períodos. Todo depende del ritmo y estilo de vida de cada autor);
Goza de la imperfección de tu manuscrito: un primer borrador suele tener muchos defectos, pero es una base sobre la que trabajarás más adelante.
Paso 6: revisa y edita
La edición es donde transformas tu borrador en una historia pulida. Para muchos, es la mejor parte, para otros, se puede convertir en una pesadilla. Estas consideraciones te ayudarán a atravesar esta etapa con más calma:
Revisa la ortografía: esta tiende a ser la tarea más sencilla, pero no por ello es menos importante. La buena ortografía suma maestría al texto;
Examina la coherencia: asegúrate de que los eventos tengan sentido y los personajes actúen de manera consistente con respecto a su situación, personalidad y entorno;
Elimina lo innecesario: quita escenas o descripciones que no aporten nueva información a la historia;
Afina el lenguaje: mejora el diálogo, las descripciones y la narrativa en general. Aquí puedes practicar tu estilo y voz personal;
Pide retroalimentación: comparte tu historia con lectores beta para obtener opiniones. En este período, la intervención de un corrector de estilo y editor profesionales es de mucha ayuda.
Paso 7: perfecciona el comienzo y el final
El inicio y el final de tu historia son cruciales. El primero debe enganchar al lector, mientras que el segundo debe dejar una impresión duradera. A veces, cuando comenzamos una trama, no estamos seguros de cómo terminará, y puede llegar a haber incongruencias en dichas secciones. Estos son algunos pasos que te ayudarán a fomentar la coherencia:
Inicio: introduce un conflicto interesante o una situación intrigante. Establece el tono y el estilo.
Final: resuelve el conflicto principal. Ofrece una reflexión o deja abierta la posibilidad para futuras historias, si corresponde.
Paso 8: publica tu historia
Cuando estés satisfecho con tu obra, decide cómo compartirla:
Plataformas en línea: sitios como Wattpad o Medium permiten publicar historias de manera gratuita y llegar a una amplia audiencia;
Concursos literarios: participar en competiciones puede darte reconocimiento y feedback;
Autopublicación: publica tu libro en formato físico o digital a través de plataformas como Amazon Kindle Direct Publishing;
Editoriales: envía tu manuscrito a editoriales tradicionales si prefieres un enfoque clásico.
La supresión de los derechos de las mujeres y diversidades en un contexto de esclavitud atraviesa la trama de El cuento de la criada y nuestra intervención en la última marcha feminista. En un ejercicio polìtico de narrar(nos) y visibilizar las amenazas y resistencias, nos convertimos en criadas.
Juliana Quintana Pavlicich*
«Es un poco como morir», pienso mientras avanzo en fila hacia el interior de la plaza Uruguaya. Envuelta en una túnica roja, siento cómo el calor violento de las 18:30 chamusca mi piel. La gorra nos impide mirarnos entre nosotras, y ese es un factor no menor que introduce la escritora canadiense Margaret Atwood en El cuento de la criada, la novela sobre la que nos basamos para una intervención el último 25 de noviembre.
Las indicaciones son claras: hay que sostener al personaje durante toda marcha. Desde ese momento, el silencio reina entre nosotras. No es muy difícil imaginarnos que vivimos en Gilead, un régimen fundamentalista cristiano que, durante una “crisis de fertilidad” (de las preocupaciones más grandes de los gobiernos provida y las tecno-oligarquías ahora mismo), tomó el poder, militarizó el país y organizó a las mujeres en un sistema de castas. Nosotras, las criadas, somos mujeres fértiles elegidas para ser sometidas a violaciones sistemáticas orquestadas por el Estado. Cuando demos a luz, esos niñes no serán nuestros sino del régimen.
Apocalípticas, exageradas, trágicas. Podrán decir. Pero El cuento de la criada fue publicado en 1985, cuando grupos conservadores fueron detrás de las conquistas de las feministas de la segunda ola. El movimiento anglosajón exigió derechos políticos para las mujeres desde inicios de 1960, entre ellos, el sufragio femenino. En Estados Unidos, las reivindicaciones se centraban en la sexualidad (derecho al aborto, acceso a anticonceptivos y educación sexual), el trabajo (equidad salarial y valoración del trabajo doméstico), y la participación en el espacio público.
Hay una belleza en permanecer inmóvil y en silencio por mucho tiempo. Los pensamientos comienzan a escucharse en voz alta. Parece tonto, pero mientras que aguardamos paradas la señal para formar filas me pregunto cuándo fue la última vez que abandoné mi teléfono por tanto tiempo. O cuándo fue la última vez que cerré los ojos y dejé que los sonidos del entorno se dibujen en mi mente. Pájaros, saludos, gritos. Tambores, aplausos, risas. Un roce de telas, una tos aislada.
Debajo de la gorra, el mundo se reduce a una franja estrecha: zuecos, championes, zapatillas, sandalias, tatuajes de nuestras amigas, pelos sí, pelos no, pies descalzos, algunos muy chiquititos, pies que frenan para mirar o sacarnos una foto. Gotas gruesas me caen de la frente y se escurren por mi pelo. De pronto, una brisa. Y aunque no puedo verla, sé que es Angie Stirling poniendo la mirada donde nadie más ve. Luego, la voz de Moni Encina: «¡Amigas, nos movemos!». Las criadas de Atwood no tenían compañeras que les soplaran con un abanico ni que las guiaran para evitar que se tropiecen.
Lo colectivo cobra un nuevo sentido. El suelo es irregular pero confiamos en la pisada de la compañera que tenemos al frente. Cuando ella frena, vos frenás, cuando ella dobla, vos doblás. No hay más. No hay alrededor. No hay horizonte. En algún momento, la marcha se convierte en un flujo colectivo, un organismo extraño donde no existen nombres ni rostros. Muches pensaron que éramos un grupo provida tratando de sabotear la marcha. Qué genialidad la de Atwood al imaginarse el despojo de la identidad hecha traje.
Un aspecto clave de la novela es que las mujeres no tienen derecho a leer ni escribir. Ni siquiera las mujeres poderosas como Serena Joy, quien solía ser una académica antes de Gilead. Por eso, (voy a spoilear un poco acá) el lenguaje es tan importante en la historia. La primera vez que aparece una señal de rebeldía entre las criadas es cuando Offred, la protagonista, encuentra una inscripción dentro del placard.
Nolite Te Bastardes Carborundorum. Esta frase que aparece como un mensaje del pasado y se convierte en leitmotiv del inicio de una desobediencia, la antesala de una revolución, un signo de esperanzas para otras criadas que todavía ignoran su fuerza emancipadora. La idea de hacer un llamado a través de una frase evoca la práctica de grupos subversivos que dejaban mensajes políticos en dictadura en textos encriptados o códigos.
Durante la dictadura militar argentina -que, entre paréntesis, inspiró varias dimensiones del libro de Atwood, como la apropiación de bebés y las torturas en los centros clandestinos de detención- se prohibieron centenares de bandas y artistas. Entre ellos, Suis Generis, Pescado Rabioso, Los Gatos, Pedro y Pablo, León Gieco, Mercedes Sosa, María Elena Walsh, que marcaron a toda una juventud. Por eso, también, las canciones comenzaron a sonar como poesía.
Las cartas de las criadas nacieron con ese espíritu. El de documentar las penumbras del encierro y la tortura, expresar una nostalgia por los derechos arrebatados, archivar en la memoria histórica los crímenes que se perpetraban contra ellas (no sin la complicidad de otras mujeres que se encontraban también oprimidas pero en una situación de privilegio).
En la marcha, hicimos un guiño a ese momento. Distribuimos mensajes evocando la palabra para exponer el borramiento de nuestras subjetividades y el riesgo a perder nuestros derechos conquistados en un contexto de avanzada fascista en el país. Atwood confirma nuestras predicciones cuando explica que El cuento de la criada es una “ficción especulativa”, un género literario que teoriza sobre futuros posibles.
Solo para ponernos en perspectiva, este año, la ONU recomendó a Paraguay despenalizar el aborto en todas las circunstancias y garantizar servicios seguros y de calidad para adolescentes. También pidió que se garantice el reconocimiento legal de la identidad de género para niñes y adolescentes trans, y adoptar la educación en género como parte obligatoria del currículo escolar.
Por supuesto que el gobierno desoyó estas recomendaciones e invocó a la narrativa de defensa de la soberanía para argumentar sobre la prohibición draconiana del aborto. Es así, el laboratorio antiderechos no respondería en otro sentido. Pero la contradicción está y se ve claramente en los datos.
En Paraguay, cada tres horas es abusade un niñe o adolescente y el 95% de los casos los abusos provienen del entorno familiar. Las víctimas se ven prácticamente obligadas a parir. En promedio, casi dos niñas de 10 a 14 años dan a luz por día, cerca de 12.000 niñas de entre 15 y 19 años dieron a luz en 2019, y 1.000 niñas de 14 años o menos dieron a luz entre 2019 y 2020.
La ausencia de políticas con foco en la prevención y educación integral de la sexualidad sumado al poder de los sectores conservadores empujan a las personas gestantes a un laberinto sin salida. Al mismo tiempo que avanzan sobre nuestros cuerpos, avanzan sobre nuestra memoria. Hace unos días, por ejemplo, decenas de internautas morimos de indignación cuando leímos la publicación del Museo del Barro. Denunciaron que la Oficina de la Primera Dama cambió el nombre de la Plaza de los Desaparecidos por “Plaza Navidad”. Asunción es, como diría Paul Preciado, una ciudad petrosexorracial.
En la plaza de la Democracia, la voz de Oli Almudena aparece como una luz que nos devuelve la esperanza. De a poco, nos deshacemos de las túnicas y revelamos nuestras identidades, completas, deseantes. La intervención termina con las palabras de Gisèle Pelicot, un símbolo de resistencia contra la violencia sexual en Francia y el mundo, quien dijo «Que la vergüenza cambie de bando». Pero le agregamos una segunda parte, «porque el miedo ya lo perdimos». Quiero explicar por qué.
Hace poco terminamos de leer Teoría King Kong, de Virginie Despentes en el club de lectura de Emancipa, un manifiesto feminista que narra la violencia en primera persona para luego sacudir los cimientos sobre los que se construyen las sociedades patriarcales. Recuerdo que uno de esos días reflexionamos sobre el privilegio de las clases dominantes y su capacidad de imponer una cultura dominante que se expresa en la reproducción del sentido común.
Mientras las ideas dominantes tienen reservado el derecho al placer, les otres, es decir, los cuerpos proletarios, migrantes, feminizados, no heterosexuales, no binaries, trans, en definitiva, los cuerpos abyectos (como diría Preciado), nosotres, lo tenemos vedado. Digo esto porque no solo luchamos para que los cuerpos con capacidad de gestar dejen de ser tratados como territorios a anexar o para que, cultural, social y simbólicamente, dejen de reducirnos a una función reproductiva sino para frenar el avance de las estrategias gubernamentales necropolíticas y fascistas en las instituciones democráticas que ponen en riesgo derechos conquistados.
Quieren hacernos creer que en esta repartija arbitraria y desigual de categorías y jerarquías tenemos vedado el derecho al placer. No los dejaremos.
Nolite Te Bastardes Carborundorum.
*Licenciada en Comunicación Social y Magíster en Periodismo de Investigación. Es periodista especializada en género y derechos humanos de El Surtidor y La Precisa y corresponsal de noticias LGBTTIQ+ de Agencia Presentes en Paraguay.
NOMBRE: Saskia
APELLIDOS: Rodríguez Araña
LUGAR DE NACIMIENTO: Gran Canaria
FECHA DE NACIMIENTO: 1993
PROFESIÓN: Artista
A Saskia Rodríguez, que será nuestra última fichada en este 2024, la conocimos cuando habíamos estrenado 2023: formó parte de la colectiva “Cúmulos”, en la Sala Amadís de Madrid, junto al resto de autores que habían recibido las Ayudas INJUVE para la Creación Joven correspondientes a 2021-2022. Su proyecto en esa muestra, que comisarió Marta Ramos-Yzquierdo, se llamó La otra gráfica I-XII y exploraba las posibilidades creativas de la reproducción de imágenes más allá de la habitual mala prensa de la copia: en aguafuertes y dibujos se valía del gesto repetido, en su caso ligado a la meditación, para proponernos una puesta en cuestión de la veracidad de dichas imágenes y de la distancia existente entre el decir (algo) y el no decir (nada).
Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, Saskia ha cursado másters en Producción Artística en la Politécnica de Valencia y en Diseño de Publicaciones en la Escola Superior de Disseny de la misma ciudad; también se formó en litografía y serigrafía en la Fundación CIEC de Betanzos. Ha presentado muestras individuales en un buen número de espacios de Las Palmas de Gran Canaria (la Fundación Mapfre Guanarteme, el Centro de Arte La Regenta, el Centro Atlántico de Arte Moderno, la Sala de Arte Agüimes, el Estudio Zulo y la Sala de Artes Plásticas), además de en Ora Labora Studio (Salamanca) y en Walthamstow (Londres), mientras que su participación en colectivas ha llevado su trabajo a centros como el DA2 salmantino, la citada Fundación CIEC, el Centro del Carmen de Valencia, la Galería Edsvik Konsthall de Estocolmo, la Galería A del Arte de Zaragoza, la Casa de la Moneda madrileña, la Fundación BilbaoArte, Tecla Sala y la Sala Parés (Barcelona), la Sala Hangar de Santander, el London Print Studio, La San Stefano Gallery de Sofía (Bulgaria) o la Galería Graska Sällskapet, nuevamente en Estocolmo.
Desde hace cerca de una década, ha obtenido esta autora reconocimientos como el primer premio en el I Certamen de artes plásticas de paisaje de Salamanca, la mencionada Ayuda INJUVE para la creación Joven (2021) o el Premio de adquisición EME Colección en Hybrid Art Fair (2024), además de becas del Cabildo de Gran Canaria para realizar estudios artísticos especializados o de la Fundación Pilar i Joan Miró para asistir a la Slade School of Fine Art londinense. Igualmente, ha desarrollado residencias en Alfara Studio (Salamanca), BilbaoArte, el CAAM de Las Palmas, la propia Slade School of Fine Arts, Konvent Zero (Berga, Cataluña), Walthamstow (Londres), de la mano de One Project, o en el programa AIR – ARTIST IN RESIDENCE en Krems (Austria). Hemos podido encontrar su producción en citas como FIG OpenPorfolio (Bilbao), Arts Libris (Barcelona), Alma Gráfica (Oviedo), Getxoarte, la II Feria de estampa contemporánea Woolwich de Londres o la ya citada Hybrid Art Fair.
Saskia se incorpora a esta sección porque queremos saber más de las implicaciones de su elección habitual del grabado como lenguaje: como hemos visto, la opción de la repetición y de la copia le permite abordar la noción de unicidad en el arte y su prestigio, y manejar el concepto de original múltiple, la edición seriada de piezas artísticas en la que cada copia es única.
Saskia Rodríguez, Entre lo original y el origen. Centro de Arte La Regenta, Las Palmas, 2017
Saskia Rodríguez. Entre lo original y el origen. Centro de Arte La Regenta, Las Palmas, 2017
Saskia Rodríguez. La copia de la copia, 2017
No puede acordarse la artista de en qué momento decidió cuál sería su rumbo, pero sí de que no tuvo dudas en escoger sus estudios de Bellas Artes: Siempre he sentido un gran interés por lo creativo, por lo que definir el cuándo comencé es complicado. No recuerdo un momento en que no estuviera presente la necesidad de hacer cosas con las manos, siempre he tenido esa inquietud. Y cuando se acercó el momento de decidir qué estudiar, de forma natural elegí Bellas Artes, no tuve que debatirme mucho sobre qué camino tomar. Creo que sencillamente elegí dedicarme al arte porque no había otra cosa que me atrajera de la manera que lo hacía esto. No le encuentro sentido a estar en el mundo sin algo que te mueva y a mí me mueve esto.
Buena parte de su obra pivota en torno a los asuntos que hemos mencionado (la obra única y el valor que le concedemos por serlo, el sentido de la repetición), pero paulatinamente se ha interesado también por temas apegados a nuestra época y a nuestro modo de comunicarnos, desde la representación del consumo a las letras que no expresan en un momento en que la imagen parece invadirlo todo. Las últimas investigaciones de Saskia tienen que ver con el trazo y la lectura, con formas de escritura-resistencia que requieren detenimiento: Mi obra refleja una exploración sobre la relación entre la imagen, la copia, la repetición y el gesto o garabato. Y según he ido desarrollándome como artista, las he ido abordando de diferentes maneras.
En un inicio, estaba particularmente interesada en la noción de la verdad o el valor asociado a la obra única. Me interesaba cómo se percibía una obra editada frente a una que no lo está. Siendo mi formación en grabado y pintura, veía muy claramente cómo el interés de algunas personas sobre una pieza cambiaba según la técnica que yo usara. Esto llamaba mi atención e hizo que lo utilizara como recurso. Ya que, para mí, la repetición no era algo negativo, sino un recurso más y siempre lo he usado como una herramienta creativa que desafía las ideas tradicionales sobre la autenticidad y abre nuevas posibilidades. Y algo que trabajé con los años fue el cuestionamiento de la obra única para reflexionar, así, acerca del llamado original múltiple, es decir, una edición de piezas artísticas en la que cada “copia” es única. Esto lo podemos ver en mis primeras obras, cuando estaba totalmente volcada en esta idea. La repetición no solo cuestiona, sino que transforma el sentido de la imagen, ampliando sus posibilidades. Y, para mí, tanto la copia como la repetición pueden ser formas válidas y poderosas de creación.
Con el paso del tiempo y habiéndome formado en diseño gráfico, también me he interesado por las representaciones que forman parte de nuestra sociedad de consumo, ya que juegan un papel crucial en la manera en que entendemos la realidad. Me gusta pensar en cómo estas formas de representación impactan en nuestra percepción del mundo y cómo pueden ser herramientas de manipulación o crítica social. Y es que la repetición y la falsedad se convierten en recursos que permiten cuestionar las ideas preconcebidas sobre lo que consideramos verdadero o real.
Para mí, tanto la copia como la repetición pueden ser formas válidas y poderosas de creación.
Saskia Rodríguez. ST (o sobre textos ilegibles), 2016
Saskia Rodríguez. Carta sin receptor, 2021
Con los años, estas ideas han evolucionado en un interés sobre la manera en la que nos comunicamos, y más concretamente, en su representación. Intentando captar el silencio de la palabra, a través de la desaparición, o más bien de una nueva construcción del texto, he buscado representar la letra como un instrumento de ilegibilidad, que nada tiene que ver con el lenguaje. Vemos que en las primeras obras se ve de forma más evidente la simulación de escritos en los que realmente no se podía leer nada, y en las obras más recientes ya se ha abstraído mucho más esta “representación” y estoy trabajando con puros garabatos.
La intención es generar una necesidad de lectura y cuestionar la falta de comunicación real en una sociedad invadida por imágenes e información. A través de una información inalcanzable, planteo una no-narratividad que busca ser un ejercicio de distanciamiento con la incesante invasión de mensajes que nos rodean. Una forma de hablar sin hacer uso de las palabras, casi renegar de ellas y aferrarnos al garabato para alejarnos de la vorágine incansable, y dar pie a la calma. Actualmente, me interesa pensar sobre la importancia de lo escrito y el cuidado que conlleva, por lo que la obra nos sitúa ante un mensaje que nadie redacta, lleno de trazos que hablan de silencio; ante la escritura sin lectura, y viceversa, en un intento de incorporar la pausa. En este sentido, busco que el espectador se encuentre con un trazo aún por comprender y que le dedique tiempo, para alejarle de la velocidad y hacer apología del disfrute y el bienestar.
He intentado representar la letra como un instrumento de ilegibilidad, que nada tiene que ver con el lenguaje.
Saskia Rodríguez. Libreta de bocetos, 2016
Ya hemos dicho que la gráfica es su soporte más habitual, que no el único; relaciona esta elección, y la de sus formatos, tanto con las demandas de cada uno de sus proyectos como con su origen canario, debido a la cuestión del transporte en un inicio. Es la primera artista en Fichados que nos ha hecho pensar sobre esa influencia de la geografía: Desde la distancia puedo ver que, por mi condición de isleña, me he sentido interesada en trabajar con obras de formato múltiple, enrollables o desmontables. Cuando vives o eres de una isla, el transporte es un gran problema y algo a tener en cuenta, así que hacer obra de gran formato ha sido un handicap continuado. Y sin duda eso ha condicionado mi obra. Sin embargo, esa dificultad la he convertido en una virtud y ahora es algo característico en mis piezas.
Las técnicas que he utilizado con los años han sido muchas, según el proyecto en el que estuviera trabajando, pero puedo decir algunas recurrentes, como el grabado, la estampación, la pintura, el dibujo o la instalación. Me siento bastante cómoda con cualquiera de ellas y según lo que quiera contar puedo usarlas de forma indistinta.
Saskia Rodríguez. Apropiación. Ocupación. Redefinición. PAM! UPV Valencia, 2016
Saskia Rodríguez. Apropiación. Ocupación. Redefinición. PAM! UPV Valencia, 2016
Saskia Rodríguez. Litografía en papel, 2018
Saskia Rodríguez. Aguafuerte y chiné collé azul sobre papel hahnemühle, 2023
Saskia Rodríguez. Aguafuerte y chiné collé azul sobre papel hahnemühle, 2023
Sus referencias, nos explica, las encuentra en la calle, en artistas contemporáneas que también han hecho del trazo sencillo la base de muchas de sus creaciones (complejas) y en el cine y la música: Mis influencias son muy variadas. Siempre estoy muy atenta en la calle, creo que es un espacio que aporta muchos recursos: desde grafitis, pintadas varias o incluso notas en papeles que me puedo encontrar. Esos trazos me suelen inspirar mucho y tiendo a tomar muchas fotografías para poder tenerlas a mano después.
Artistas a las que admiro y siempre vuelvo para inspirarme pueden ser Julie Mehretu, Agnes Martin, Irma Blank o Vivian Suter, entre otras. Me interesa especialmente el trazo, la delicadeza y la belleza que encuentro en sus obras. En el cine pienso en películas como Retrato de una mujer en llamas, Blue Jean o Creatura, entre otras. En la música tengo intereses muy variados, ya que puedo pasar de escuchar a Olafur Arnals o Max Richter a Dellafuente o Judeline. Es curioso cómo, durante la creación de ciertos proyectos, hay álbumes concretos de música que me han acompañado y los asocio a ese periodo.
Saskia Rodríguez. De la exposición: Si te pierdes, ve hacia el mar en la Galería Zulo. Gran Canaria, 2021
A la hora de hablarnos de sus principales trabajos, comienza Saskia por el que llevó a cabo durante su residencia en la Fundación BilbaoArte, Ninguna repetición es idéntica (2017): Al reproducir una imagen, como se hace con los carteles, se multiplica y fragmenta su capacidad de significación. Este proyecto gira en torno al cuestionamiento de lo original en la obra de arte y su estatus; sugiere el empoderamiento de la copia, generando una paradoja entre lo único y lo múltiple, entre el original y su doble, un juego entre realidad y ficción.
Partiendo de un planteamiento de serie y duplicado, se pone en duda constantemente la imagen como modelo, pues al ser reproducida se convertirá en un nuevo original y, por tanto, en referencia para otras tantas. El autor está autorizado a inventar y, por tanto, a mentir, razón por la que no se puede leer ni descifrar el mensaje que se supone tiene que llegar. Una estrategia evidente de ilegibilidad e incomprensión para el espectador. Un discurso fundamentado en la mentira y el duplicado.
Saskia Rodríguez. Ninguna repetición es idéntica. Fundación BilbaoArte. 2017
En el año siguiente, y en el transcurso de su residencia en la Slade School of Fine Arts tras recibir una beca de la Fundación Pilar Juncosa y Joan Miró, realizó Go back to basics, una propuesta que avanzaba sus intereses recientes en torno a nuestras dificultades de comunicación: Durante los meses que duró mi residencia artística en la Slade School, desarrollé un proyecto totalmente volcado en la gráfica y el dibujo. Por un lado, hice una serie de obras que investigaban la deformación de ciertas letras y palabras. Y por otro, una serie de estampaciones que reproducen los espacios informativos de la ciudad cuando se encontraban en desuso. Una suerte de proyecto con el que pude seguir ahondando en este gran interés que siempre está visible en mis proyectos, siendo este el vínculo del lenguaje y la gráfica en nuestra sociedad actual.
Saskia Rodríguez. Go back to basics. Slade School of Fine Arts. Londres, 2018
Saskia Rodríguez. Go back to basics. Slade School of Fine Arts. Londres, 2018
En esa línea, y bajo la huella de la pandemia y la necesidad de tomar distancia respecto a las oleadas informativas, trabajó en Ejercicios de desletreo (2022): En el inicio del COVID me encontraba viviendo en Londres, y tras un tiempo prudente, decido ir a Gran Canaria y dejar mi vida allí para pasar lo que parecía el fin del mundo cerca de mi familia. Durante ese tiempo, comienzo el proyecto Imagen (phantasma), gracias a la subvención del Gobierno de Canarias para el desarrollo artístico en las islas (2020/2021). Y parte de esta obra tuvo su culmen en formato de exposición en el Centro de Artes Plásticas en Las Palmas a principios de 2022, bajo el título “Ejercicios de desletreo”.
Con estas piezas formulo una reflexión alrededor de cómo nos comunicamos y, sobre todo, de la representación y no-narratividad de la comunicación como un ejercicio de distanciamiento con respecto a la incesante invasión de mensajes que nos rodean en nuestra sociedad. Y motivada por el cambio de lengua, empiezo a indagar más en profundidad sobre la letra como un instrumento de ilegibilidad utilizando el lenguaje escrito como principal referencia, multiplicando a través de mis piezas su capacidad de significación. Se caracterizan por ser de gran formato con colores sacados de nuestro paisaje. Son piezas muy sutiles desarrolladas con técnicas mixtas que invitan a apreciar el detalle de la pintura, dándole bastante dramatismo una vez cerca.
Saskia Rodríguez. Ejercicios de desletreo. Centro de Artes Plásticas de Las Palmas de Gran Canaria, 2022
Saskia Rodríguez. Del proyecto Imagen (phantasma) VII, 2020
Saskia Rodríguez, Del proyecto Imagen (phantasma) VIII, 2020
Saskia Rodríguez. Del proyecto Imagen (phantasma) IX, 2020
Hemos mencionado al principio también su residencia en Krems; allí gestó Si te pierdes, ve hacia el mar, a raíz de ahondar en sus orígenes y en su relación con el paisaje canario: Si te pierdes, ve hacia el mar es un proyecto que desarrollo durante la residencia artística de Krems and der Donau, como parte del programa AIR – ARTIST IN RESIDENCE Niederösterreich, Austria, recibiendo el apoyo de Canarias Crea en los meses de octubre y noviembre de 2021.
Durante estos meses residí en una casa/estudio que se situaba frente al Danubio, lo cual hizo que comenzara a cuestionarme la relación que, como isleña, tenía yo con el mar y cómo ese río; a pesar de ser indiscutiblemente impresionante, no me hacía sentir de la misma manera. Es con este trabajo cuando empiezo a explorar sobre la relación entre la identidad isleña con el mar, y cómo volver a nuestros orígenes puede ayudarnos a encontrar nuestro camino. Me acompaño de dibujos gestuales que evocan la espontaneidad de la infancia y el vivir en el momento presente.
La exposición de dichas piezas tuvo lugar en Zulo (Gran Canaria) durante diciembre de 2021. Además, para la muestra se editó un pequeño catálogo bilingüe que recoge, en veinticuatro páginas a color, parte del trabajo desarrollado en la residencia junto con un texto que habla del proyecto.
Saskia Rodríguez. Vista de la exposición Si te pierdes, ve hacia el mar en la Galería Zulo. Gran Canaria. 2021
Saskia Rodríguez. Vista de la exposición Si te pierdes, ve hacia el mar en la Galería Zulo. Gran Canaria, 2021
Saskia Rodríguez, pintando un mural para la exposición Si te pierdes, ve hacia el mar, en la Galería Zulo. Gran Canaria, 2021
Por último se refiere Saskia a La otra gráfica (2021-2023), su propuesta con la que iniciábamos esta ficha: Las piezas desarrolladas a través del proyecto La otra gráfica, dentro del programa “Ayudas Injuve para la Creación Joven. Artes Visuales 21/22” (finalizado en 2023), cuestionan la veracidad de la imagen y el gesto repetido a través de la combinación de diferentes técnicas de reproducción y dibujo. Fue comisariado por Marta Ramos – Yzquierdo y se pudo ver de enero a abril de 2023 en la Sala Amadís de Madrid.
Por diversas razones, el gesto repetido es recurrente en mi trabajo. Entre ellas, el hecho de que mi formación está vinculada a la gráfica y lo que de acto físico casi meditativo en la repetición y el “perfeccionamiento” puede tener ese gesto. El sentirme en una sociedad donde impera la continua urgencia me lleva a trabajar sobre el silencio o la simplificación de la imagen, por lo que utilizar colores “tímidos” para este proyecto no ha sido casualidad. Buscaba un estado de conexión con el proceso de creación a modo de meditación, un intento de acercarme a algo más allá del primer nivel de comunicación. Una forma de reconectar una y otra vez con un movimiento/momento.
También se centra en la paradoja de decir algo y no decir nada, es algo con lo que se intenta jugar en las obras que hago: utilizar el lenguaje escrito como imagen/dibujo y así generar un nuevo código. Un juego de simulación, donde las letras son pensadas como garabatos con el objetivo de ocultar cierta información y generar, al final, una imagen.
Saskia Rodríguez. Muestra de la exposición Cúmulos. Sala Amadís, Madrid, 2023
Saskia Rodríguez. Muestra de la exposición Cúmulos. Sala Amadís, Madrid, 2023
Próximamente encontraremos a Saskia de nuevo en Gran Canaria: Actualmente, estoy trabajando en la exposición individual que tengo programada para abril de 2025 en el espacio El Palmeral, una nueva galería en Las Palmas de Gran Canaria, en el barrio de Vegueta. En esta exposición voy a mostrar una serie de obras de nueva producción que abordan la complejidad de la pertenencia desde una perspectiva interseccional, considerando factores como la comunicación, el desplazamiento y el retorno como experiencias que influyen en la formación del yo. La intención es invitar a los espectadores a reflexionar sobre sus propias nociones de hogar y su identidad como isleños.
Podemos seguir sus pasos aquí: https://saskiarodriguez.com/
Saskia Rodríguez. Técnica mixta sobre papel, 2024
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¿QUÉ ES MICROÓPERAS DE HOY?
Una iniciativa nacida de la colaboración del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, el Museu d´Art Contemporani de la misma ciudad y el Liceu, tres instituciones culturales fundamentales de la capital catalana. Su propósito es conjugar música, arte y pensamiento a la hora de expandir las fronteras de la ópera tradicional.
¿EN QUÉ CONSISTIRÁ?
Artistas jóvenes procedentes de distintas disciplinas (visuales, musicales, literarias) trabajarán juntos con el fin de ofrecer una mirada renovada y contemporánea sobre ese género musical, entendido como instrumento que puede generar reflexiones sobre asuntos ampliamente debatidos hoy, como los ligados a la sostenibilidad o la necesidad de la belleza. Se explorarán los lazos posibles entre música, nuevas tecnologías y dramaturgia.
Cada una de las instituciones citadas (CCCB, MACBA y Liceu) acogerá una microópera de nueva creación y de veinte minutos de duración encargada a un equipo artístico diferente.
¿EN QUÉ FECHAS PODRÁN VERSE LAS MICROÓPERAS?
Las tres piezas resultantes se presentarán, de forma consecutiva, el fin de semana del 8 y el 9 de febrero de 2025.
¿QUÉ PIEZAS SE ESTRENARÁN Y DÓNDE?
El primer acto se llama El cielo no se guardará el secreto y tendrá lugar en el CCCB. Aunará elementos de la ópera, la instalación y la experimentación escénica para ahondar en la historia de la belleza y la relación entre arte y naturaleza a través de un diálogo de dos voces anónimas que atraviesan etapas vitales diferentes. Con un formato que pone en cuestión las convenciones de la ópera, la pieza constituirá un testimonio de la complejidad del arte en su pretensión de atrapar la belleza del mundo natural, planteando a su vez si ese esfuerzo es revelador o inútil.
El segundo acto, Aura, en la Capella del MACBA, será una evocación escénica de resonancias medievales y trasfondo panteísta. En el siglo XIII, su protagonista huye de un mundo devastado por las guerras y se refugia en un bosque del Languedoc. Allí encuentra una fuente en la que se le aparece el Ángel de las Aguas, con quien charla sobre su condición de refugiada. El agua, en sus distintas manifestaciones, se le revela como “puerta y espejo”.
Inspirada en las visiones de místicas como Hildegarda de Bingen y en las formas de representación del arte románico, esta obra será una invocación de cantos melismáticos y ecos digitales, poblada de seres acuáticos y voces del más allá.
Por último, Desheredarás la tierra, en la Sala Foyer del Liceu, tratará de nuevo nuestros lazos con la naturaleza, la degradación de esta como fuente de vida y la responsabilidad humana en su transformación y destrucción. Apelará tanto a los sentidos (a través de una “piel viva” cubriendo el escenario) como a la conciencia.
¿QUÉ AUTORES PARTICIPAN EN LAS MICROÓPERAS?
Los libretistas Pol Guasch, Gabriel Ventura y Miriam Cano; los compositores Clara Aguilar, Marina Herlop y Fabià Santcovsky; los artistas Silvia Delagneau, Rosa Tharrats y Carlos Bunga; y, como directores de escena, Gabriel Ventura, Rosa Tharrats y Carla Tovias.
¿QUÉ TENGO QUE HACER PARA ACUDIR?
Las entradas ya están a la venta en las webs del CCCB, el MACBA y el Liceu. La asistencia a las tres obras cuesta veinte euros.
PARA MÁS INFORMACIÓN:
www.cccb.org
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Libros de LovecraftH. P. Lovecraft fue un escritor, poeta, periodista y ensayista estadounidense. En el mundo, es famoso por haber creado una filosofía conocida como «cosmicismo», la cual involucra prácticas ocultistas, posesiones astrales y mestizaje alienígena. También apodado «Ward Phillips», Lovecraft fue un gran innovador del cuento de terror, género que nutrió con su propia mitología.
Aunque posee una vasta obra, los menos asiduos lo identifican más por ser el artífice de los Mitos de Cthulhu, una selección de cuentos que desarrolló junto a otros autores en su círculo íntimo de amistades y seguidores. El escritor también se alejó del terror tradicional para añadir elementos de la ciencia ficción, incluyendo viajes en el tiempo y la existencia de otras dimensiones.
Breve biografía
Primeros años
Howard Phillips Lovecraft vio la luz el 20 de agosto de 1890 en Providence, Rhode Island, Estados Unidos. Nacido en el seno de una familia burguesa empobrecida, el autor creció con una personalidad elitista que conservaría por mucho tiempo. Su padre, Winfield Scott Lovecraft, murió cuando él era aún muy niño, lo que llevó a su madre, Sarah Susan, a sobreprotegerlo para que no se involucrara con «gente inferior».
En 1921, cuando el genio de Providence contaba con 31 años, murió su madre, un hecho que lo marcó profundamente. Después conoció a la escritora y comerciante Sonia Greene, con quien contrajo matrimonio y se mudó a la ciudad de Nueva York. Tras el fracaso de su unión marital, el autor comenzó a sentir una gran aversión por la vida neoyorquina: la urbe había incrementado su nacismo.
Regreso a Providence
Tiempo después, Lovecraft decidió volver a su ciudad natal, instalándose en la casa de sus tías, donde vivió hasta su muerte (1937). Lo único que el autor mantuvo de su estancia en Nueva York fueron las amistades que había formado con los literatos Robert E. Howard, Robert Bloch, Clark Ashton Smith o August Derleth, con quienes mantenía correspondencia y trabajaba como escritor fantasma.
De hecho, algunos de ellos formarían, tiempo después, lo que hoy se conoce como el «Círculo de Lovecraft». Estos autores no solo contribuyeron al desarrollo de la obra de Ward Phillips, sino que evitaron que cayera en el olvido. En parte, el éxito póstumo de H. P. se debe a la lealtad y fascinación de sus seguidores. En esa misma época, el genio de Providence daba largos paseos nocturnos en total soledad.
Publicación de sus primeras obras legendarias
Durante esa odisea de charlas literarias y paseos solitarios, Lovecraft desarrolló las que se convertirían en sus obras más representativas: La llamada de Cthulhu (1926), En las montañas de la locura (1931) y El caso de Charles Dexter Ward (1941). El autor publicó varios de estos textos en vida gracias a la revista estadounidense de género pulp Weird Tales.
Al mismo tiempo, Lovecraft cultivó otros géneros, como el ensayo, la poesía y la literatura epistolar. Un dato sorprendente acerca de este período del genio de Providence es que se carteó con varios de sus colegas de profesión y escribió, como mínimo, una correspondencia que asciende a cien mil misivas. Por lo menos, mil de ellas fueron publicadas en cinco volúmenes por Arkham House.
Descripción del estilo literario de Lovecraft
Algo característico del estilo de Ward Phillips es el exceso de palabras polisílabas, así como el uso de adjetivos cultos, como «atávico», «numinoso», «inmemorial» o «arcano». Su tono, siempre serio y solemne, también es muy personal. Su legado es innegable, pues sus creaciones — Cthulhu, Nyarlathotep, Azathoth, Erich Zann o Herbert West— viven en la memoria colectiva de los amantes del terror.
Todas las obras de H. P. Lovecraft en orden cronológico
La botellita de cristal (1898-1899);
La cueva secreta (1898-1899);
El misterio del cementerio (1898-1899);
El buque misterioso (1902);
La bestia de la cueva (1905);
El alquimista (1908);
La tumba (1917);
Dagón (1917);
Una semblanza del Doctor Johnson (1917);
La dulce Ermengarde (1919-1921);
Polaris (1918);
Al otro lado de la barrera del sueño (1919);
Memoria (1919);
El viejo Bugs (1919);
La transición de Juan Romero (1919);
La nave blanca (1919);
La maldición que cayó sobre Sarnath (1919);
El testimonio de Randolph Carter (1919);
El viejo terrible (1920);
El árbol (1920);
Los gatos de Ulthar (1920);
El templo (1920);
Arthur Jermyn (1920);
La calle (1919);
Celephaïs (1920);
Del más allá (1920);
Nyarlathotep (1920);
La lámina de la casa (1920);
Ex Oblivione (1920-1921);
La ciudad sin nombre (1921);
La búsqueda de Iranon (1921);
La ciénaga luna (1921);
El extraño (1921);
Los otros dioses (1921);
La música de Erich Zann (1921);
Herbert West, reanimador (1921-1922);
Hipno (1922);
Lo que trae la luna (1922);
Azathoth (1922);
El sabueso (1922);
El miedo que acecha (1922);
Las ratas de las paredes (1923);
Lo innominable (1923);
El ceremonial (1923);
La casa evitada (1924);
El horror de Red Hook (1925);
Él (1925);
En la cripta (1925);
El descendiente (1925);
Aire frío (1926);
La llamada de Cthulhu (1926);
El modelo de Pickman (1926);
La extraña casa elevada entre la niebla (1926);
La búsqueda en sueños de la ignota Kadath (1926-1927);
La llave de plata (1926);
El caso de Charles Dexter Ward (1927);
El color del espacio exterior (1927);
Gente muy antigua (1927);
Historia del Necronomicon (1927);
Ibid (1928);
El horror de Dunwich (1928);
El que susurra en la oscuridad (1930);
En las montañas de la locura (1931);
La sombra sobre Innsmouth (1931);
Los sueños en la casa de la bruja (1932);
A través de las puertas de la llave de plata (1932-1933);
El ser del umbral (1933);
El clérigo malvado (1933);
El libro (1933);
La sombra de otro tiempo (1934-1935);
El asiduo de las tinieblas (1935).
Algunas obras destacadas de H. P. Lovecraft
The Call of Cthulhu — La llamada de Cthulhu (1928)
En las páginas de un manuscrito oculto y polvoriento, un joven antropólogo llamado Francis Wayland Thurston se adentra en los misterios de un culto oscuro que adora a una deidad ancestral conocida como Cthulhu. A medida que examina los extraños relatos de sueños inquietantes, esculturas perturbadoras y desapariciones inexplicables, Thurston descubre una red de terror que se extiende por el mundo.
A través de fragmentos de diarios, testimonios y archivos policiales, se revela que Cthulhu, un ser colosal y antiguo, yace dormido bajo las profundidades del océano Pacífico, esperando el momento de despertar y sembrar el caos. Las visiones de locura compartidas por artistas y soñadores advierten que el tiempo del ser podría estar cerca, y que su retorno no solo sacudirá los cimientos de la humanidad, sino que también expondrá la insignificancia del hombre frente a las fuerzas cósmicas.
The Shadow Out of Time — La sombra de otro tiempo (1936)
Nathaniel Wingate Peaslee, un respetado profesor de Economía de la Universidad de Miskatonic, se convierte en el epicentro de un enigma cuando un inexplicable ataque de amnesia lo arrastra a un estado de trance que dura cinco años. Al despertar, no tiene recuerdos de ese período, pero comienza a experimentar vívidas y aterradoras visiones de un mundo alienígena dominado por la Gran Raza de Yith, una civilización que trasciende el tiempo y el espacio.
A través de fragmentos de memoria y extraños hallazgos arqueológicos, Peaslee reconstruye la verdad: su mente fue intercambiada con la de un miembro de la Gran Raza, llevándolo a explorar un futuro remoto mientras su cuerpo terrestre albergaba a un ser de inteligencia sobrehumana. Sin embargo, lo que descubre es un conocimiento prohibido que amenaza con deshacer su cordura.
At the Mountains of Madness — En las montañas de la locura (1936)
Cuando una expedición científica de la Universidad de Miskatonic se adentra en la helada y desolada Antártida, en busca de nuevos conocimientos geológicos, lo que encuentran va más allá de toda comprensión humana. Liderados por el experimentado William Dyer, los exploradores tropiezan con una cordillera colosal y desconocida que oculta un espeluznante secreto: una ciudad ciclópea enterrada en el hielo.
A medida que Dyer y su equipo investigan las ruinas, desentierran tallas y artefactos que narran una historia de origen cósmico, la creación de seres y su conflicto con otras entidades de pesadilla. Sin embargo, no todo permanece dormido en este lugar olvidado por el tiempo. La expedición pronto se enfrenta a horrores indescriptibles que acechan en la oscuridad.
The Case of Charles Dexter Ward — El caso de Charles Dexter Ward (1943)
Charles Dexter Ward, un joven historiador de Providence, Rhode Island, se obsesiona con la misteriosa investigación de su antepasado Joseph Curwen, un hombre envuelto en oscuros rumores de alquimia, necromancia y tratos blasfemos con fuerzas sobrenaturales. Movido por una curiosidad insaciable, Ward desentierra secretos que deberían haber permanecido olvidados.
A medida que el protagonista profundiza en las prácticas arcanas de Curwen, su comportamiento se vuelve errático y perturbador. Extraños eventos comienzan a rodearlo: desapariciones, voces alarmantes en la noche y la inexplicable reaparición de figuras del pasado. El Dr. Marinus Bicknell Willett, un amigo cercano de la familia, toma la tarea de desentrañar el misterio detrás de la transformación de Ward.
En el misterioso pueblo de Ulthar existe una antigua ley que prohíbe matar a los gatos. La historia de esta prohibición se remonta a un evento inquietante y sobrenatural que marcó para siempre a sus habitantes. Un día, una pareja de ancianos crueles, conocidos por su odio hacia los mininos, se encuentra con Menes, un joven viajero huérfano que lleva consigo un gato negro.
Poco después de que la mascota de Menes desaparece, el muchacho pronuncia un extraño hechizo bajo la luz de la luna. Esa noche, todos los gatos del pueblo se pierden, solo para regresar al día siguiente, saciados y serenos. El destino de los ancianos se convierte en una advertencia sobre la venganza de los felinos y las fuerzas ocultas que protegen a estas criaturas enigmáticas.
Este podcast tiene la intención de reproducir interpretaciones personales de algunos clásicos de la poesía universal. Entiendo, al igual que Octavio Paz, que la poesía es una actividad emocional revolucionaria, un ejercicio espiritual, un medio de liberación interior y una búsqueda de transfiguración. Adonis, Ali Ahmad Said y Octavio paz son mis favoritos. Dos clásicos modernos.
Este poema, como tantos otros, tiene que ver con los límites de la vida. Es un poema profundo y desconcertante, pero como todos en los poemas de Adonis nunca sabemos a dónde nos lleva sus impresionantes versos, es como no saber en qué puerto este barco llegará anclar.